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Recuerden la parábola del Evangelio: «Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.” Él respondió: “Voy”. Pero no fue. Dirigiéndose al segundo le dio el mismo mandato. “No quiero”, respondió el. Pero después se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» pregunta Jesús.9 Con este ejemplo, Nuestro Señor quería hacernos comprender que no son sentimientos lo que Dios espera de nosotros. Es bueno tener sentimientos; ciertamente Dios no los rechaza, pero la expresión de estos sentimientos debe corresponder a una disposición del alma. Dios no Se contenta con palabras. Si Le decimos que Le amamos, espera que Se lo probemos. Asimismo por la Santísima Virgen. No tenemos una verdadera devoción hacia Ella si no cumplimos lo que es de Su agrado. Y para agradar a la Santísima Virgen, hay que agradar a Su Hijo, agradar a Dios. En el fondo, allí está la verdadera devoción. No es el que reza más rosarios y letanías, el que posee más estatuas en su casa, o 20 MARÍA, LA VÍA RÁPIDA ————— 9. Cf. San Mateo 21, 28-32

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