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eso es que se encuentra la verdadera devoción a la Santísima Virgen. Jesús y María no son sino uno; los que quisieron separarlos nada entendieron. No se puede separar a un hijo de su madre, a una madre de su hijo. María no es sino uno con Su Hijo en la Obra de la Redención, y por eso quiso llamarse Nuestra Señora de la Salvación, Madre de la Salvación. La Salvación, era Jesús; Jesús quiere decir Salvador. Ella es la Madre del Salvador. Es lo que significa: Madre de la Salvación. Por eso nuestra salvación es inseparable de María. Estamos verdaderamente en la doctrina sana asociando a Jesús con María, a María con Jesús. La devoción a María consiste pues, en el cumplimiento de Sus voluntades, por consiguiente, de las voluntades de Dios. También, no lo olvidemos, en el recurso incesante a Ella. En toda circunstancia, hermanos y hermanas, recurramos a María. En nuestras tentaciones, nuestras penas, nuestros trabajos, pidamos Su ayuda, pidámosle la fuerza de cumplir lo que Dios espera de nosotros. En vez de rumiar nuestros despechos de amor propio herido, nuestras decepciones, nuestros sufrimientos de toda clase, digá26 MARÍA, LA VÍA RÁPIDA

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