mosle de inmediato, como Ella lo pidió: ¡Madre mía, me entrego a Vos, guardadme! Y el socorro vendrá, maravillosamente. En nuestras caídas, recurramos al Corazón misericordioso de María para que nos obtenga de Dios el perdón así como gracias nuevas. La bondad de María nuestra Madre no tiene límites; si recurrimos a Ella, nos conducirá seguramente, no solamente hacia el cielo, sino hacia la santidad. En sus obras, San Luís María de Montfort habla de todas las maravillas que se deben cumplir por la devoción mariana en la vida de un cristiano. Esta devoción debe efectuar transformaciones extraordinarias, milagrosas, mágicas. El verdadero devoto de María, ya no sólo anda en el camino de la perfección, sino que vuela, tiene alas. Un recurso constante a Maríaen todas cosas, el esmero en imitar Sus virtudes, y el abandono entre Sus manos de todos nuestros intereses espirituales y temporales, he ahí, al fin y al cabo, todo lo que pide la Santísima Virgen para realizar la santificación de Sus hijos. «Como en el orden de la naturaleza hay operaciones que se hacen a poca costa y ¿VERDADERA DEVOCIÓN O SUPERSTICIÓN? 27
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