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Liturgia para los domingos y las fiestas principales

Reflexión sobre la liturgia del día – de L’Année Liturgique, de Dom Prosper Guéranger
Objeto de la devoción al Sagrado Corazón. – El objeto de la devoción al Sagrado Corazón, es este mismo Corazón, abrasado en amor hacia Dios y los hombres. Desde la Encarnación, efectivamente, Nuestro Señor Jesucristo es el objeto de la adoración y amor de toda creatura, no sólo como Dios, sino también como Hombre-Dios. Hallándose unidas la divinidad y la humanidad en la única persona del Verbo divino, merece todos los honores de nuestro culto, tanto en cuanto hombre, como en cuanto Dios; y así como en Dios son adorables todas las perfecciones, todo es adorable también en Cristo: Su Cuerpo, Su Sangre, Sus Llagas, Su Corazón; y por esto ha querido la Iglesia exponer a nuestra adoración, estos objetos sagrados.
El Corazón de carne del Hombre-Dios. – El día de hoy nos muestra de una manera especial el Corazón del Salvador y quiere que Le honremos, ya Lo consideremos en Sí mismo, o como el símbolo vivo de la caridad. Es digno de nuestro culto por Sí mismo este Corazón de Jesús, aunque no sea nada más que un poco de carne. ¿No es el corazón en la vida natural del cuerpo humano, el órgano más noble y más necesario, el encargado de distribuir a todos los miembros, la sangre que los vivifica, que alimenta, regula y purifica? Adorar el Corazón de Jesús, es adorar, por decirlo así, en su principio, en su misma fuente, la vida de sacrificio y de inmolación de nuestro Salvador. Es adorar el precioso receptáculo donde quedaban las últimas gotas de sangre, esperando que llegara la lanzada de Longinos, para derramarse. Este Corazón traspasado, permanecerá asi eternamente, testigo de una vida que se ha entregado toda entera por la salvación del mundo.
El corazón de carne ocupa también un lugar preferente en el orden moral. Siempre se le ha considerado como sede de la vida afectiva del hombre, porque es el órgano en que repercuten, de modo más perfecto todos los altos y bajos de la vida. Las pulsaciones laten en ritmo armonioso con nuestros sentimientos, emociones y pasiones. El lenguaje ha admitido esta manera de ver; el corazón es quien ama, quien se compadece, sufre, quien se consagra y se da. Y así como la bajeza del corazón es origen de todos los vicios, el corazón noble y distinguido, es fuente de donde fluyen con el amor, todas las demás virtudes. Jesús, verdadero hombre, habló así de Sí mismo. Ha ofrecido Su corazón humano a nuestra consideración, mostrándolo aureolado de llamas ardientes y diciendo: «¡He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres!», que Le ha llevado a soportar todos los sufrimientos y miserias de la humanidad, que Se ha compadecido de la inmensa multitud de las almas, que Le ha inspirado la idea de multiplicar los milagros, y la de instituir la sagrada Eucaristía y fundar la Iglesia, de padecer y morir para rescatarnos.
Introito
Los designios de Su Corazón permanecen de generación en generación: para librar de la muerte sus almas y alimentarlas en el hambre. – Salmo: Alegraos, justos en el Señor: a los rectos conviene la alabanza.
Colecta
Oh Dios, que, en el Corazón de Tu Hijo, herido por nuestros pecados, Te dignas darnos misericordiosamente los infinitos tesoros de Tu amor: haz, Te suplicamos, que, al presentarle el devoto obsequio de nuestra piedad, Le ofrezcamos también el homenaje de una digna satisfacción.
Epístola
Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Efesios.
Hermanos: A mí, el más pequeño de todos los santos, se me ha concedido esta gracia: la de anunciar a las gentes las inescrutables riquezas de Cristo: y la de revelar a todos cuál es la dispensación del misterio escondido desde los siglos en el Dios que creó todas las cosas: para que la multiforme sabiduría de Dios sea notificada ahora por la Iglesia a los principados y potestades en los cielos, conforme a la determinación eterna que hizo en Nuestro Señor Jesucristo, en el cual tenemos confianza y entrada segura por medio de su fe. Por esta causa, doblo mis rodillas ante el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, del cual procede toda paternidad en los cielos, y en la tierra, para que, conforme a las riquezas de Su gloria, haga que seáis corroborados con vigor por Su Espíritu en el hombre interior: que Cristo habite, por la fe, en vuestros corazones: que estéis enraizados y cimentados en la caridad, para que podáis comprender con todos los santos cuál sea la anchura, y la largura, y la sublimidad, y la hondura: que conozcáis también la caridad de Cristo, que sobrepuja toda ciencia, para que seáis henchidos de toda la plenitud de Dios.
Gradual
Dulce y recto es el Señor, por eso aplicará la ley a los que se aparten del camino. Guiará con juicio a los pacíficos, enseñará a los mansos Sus caminos. – Aleluya, aleluya. Tomad Mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, porque soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Aleluya.
Evangelio
Continuación del santo Evangelio según San Juan. (XIX, 31-37).
En aquel tiempo, los judíos, porque era la Parasceve, para que no permanecieran los cuerpos en la cruz el sábado, porque era un gran día aquel sábado, rogaron a Pilatos que fueran quebradas sus piernas y se quitasen. Fueron, pues, los soldados: y quebraron las piernas del primero y las del otro que habían sido crucificado con él. Mas, cuando llegaron a Jesús, como Le vieron ya muerto, no quebraron Sus piernas: sino que uno de los soldados abrió con la lanza Su costado, y al punto brotó sangre, y agua. Y, el que lo vió, da testimonio de ello: y su testimonio es verdadero. Y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Porque sucedió esto para que se cumpliera la Escritura: No Le quebraréis un hueso. Y de nuevo otra Escritura dice: Verán al que traspasaron.