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El niño pequeñito no puede pedir a su madre de venir en su ayuda; no se da cuenta de lo que sus padres hacen por él, y no sabe apreciar su dedicación, sin embargo esta dedicación constante y escondida de los padres existe, y el niño se beneficia de ello. La misma situación existe para los humanos en relación con la Santísima Virgen. Desde que María llego a ser la Madre de Dios, ejerció Su papel de Mediadora a favor de los hombres. Ningún alma se santificó sin Su intercesión, porque de antemano, la Santísima Virgen había adoptado la humanidad entera, y siempre intercedió por cada uno de Sus hijos, aun por aquellos que no recurrieron a Ella. Una madre no espera que su hijo la llame para ir a socorrerlo. Si ve que necesita de algo, corre para ayudarle. Espontáneamente, ella remienda la ropa que desgarró. Y si percibe en alguna parte un objeto que pudiera hacerle daño, enseguida lo hace desaparecer sin que el pequeño se lo pida. ¿Que no hará, con mayor motivo, si el hijo viene a implorar su ayuda? ¿QUÉ HACE UNA MADRE? 9

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