Para vivir como verdaderos cristianos
alvador
mío
Jesús,
que
nos
habéis
unido
indisolublemente
por
un
gran
Sacramento,
mantened
entre
nosotros
el
espíritu
de
unión
y
concordia,
para
que
nos
amemos
unos
a
otros
como
Vos
amáis
a
Vuestra
Iglesia;
dadnos
el
espíritu
de
paciencia
y
mansedumbre,
para
que
soportemos
pacíficamente
nuestras
faltas;
armadnos
con
el
espíritu
de
prudencia
y
santidad,
para
que
permanezcamos
siempre
dentro
de
los
límites
de
nuestros
deberes,
y
no
hagamos
nada
que
ofenda
Vuestra
mirada,
nada
que
sea
contrario
al
profundo
respeto
debido
a
Vuestro
Sacramento.
Enviadnos
el
espíritu
de
sabia
solicitud
y
previsión,
para
que
podamos
proveer,
según
las
reglas
de
la
justicia
y
de
la
caridad,
a
las
necesidades
de
nuestra
familia.
Preservadnos
del
espíritu
del
mundo
y
del
amor
a
nuestras
vanidades,
para
que
sólo
busquemos
agradaros
a
Vos,
nuestro
Dios,
nuestro
amor,
verdadero vínculo de nuestros corazones.
Inspiradnos
sobre
todo
ese
verdadero
espíritu
de
fe
que
hace
de
nuestro
hogar
una
escuela
de
piedad
y
un
santuario
de
todas
las
virtudes.
Lejos
de
nosotros,
oh
Dios
mío,
lejos
de
nosotros
ser,
por
nuestra
tolerancia
o
nuestra
vida
poco
edificante,
causa
de
ruina
para
nuestros
hijos.
Lejos
de
nuestra
casa,
lejos,
muy
lejos
de ella todo lo que sea piedra de escándalo, ocasión de pecado.
Oh
María,
encomiendo
a
mis
pobres
hijos
a
Vuestro
corazón
maternal:
sed
su
Madre,
educad
sus
corazones
en
la
virtud.
Madre
tierna,
que
sean
piadosos,
caritativos,
siempre
cristianos;
que
sus
vidas,
llenas
de
buenas
obras,
sean
coronadas
por
una
santa
muerte.
Que
todos,
oh
María,
nos
volvamos
a
encontrar
en
el
Cielo,
para
contemplar
Vuestra
gloria,
celebrar
Vuestros
beneficios
y
Vuestro
amor,
y
bendeciros
eternamente
con
Vuestro querido Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Amén.