Oraciones a San José
A San José Obrero
para pedir su ayuda en el trabajo
y el cuidado de la familia
Glorioso
San
José,
modelo
de
todos
los
que
se
dedican
al
trabajo,
alcánzame
la
gracia
de
trabajar
con
espíritu
de
penitencia
para
la expiación de mis muchos pecados;
de
trabajar
con
conciencia,
anteponiendo
el
culto
al
deber
a
mis
inclinaciones;
de
trabajar
con
gratitud
y
alegría,
considerando
un
honor
utilizar
y
desarrollar
mediante
el
trabajo
los
dones
recibidos
de
Dios;
trabajar
con
orden,
paz,
moderación
y
paciencia,
sin
retroceder
nunca ante el cansancio y las dificultades;
trabajar
sobre
todo
con
pureza
de
intención
y
desprendimiento
de
mí
mismo,
teniendo
constantemente
ante
los
ojos
la
muerte
y
la
cuenta
que
tendré
que
rendir
del
tiempo
perdido,
de
los
talentos
no
utilizados,
del
bien
omitido
y
de
la
vana
complacencia en el éxito, que es tan fatal para la obra de Dios.
Todo
por
Jesús,
todo
por
María,
todo
a
imitación
tuya,
Patriarca
San José. Amén.
A San José, Protector de las familias
Augusto
jefe
de
la
Sagrada
Familia,
protector
y
modelo
de
las
familias
cristianas,
sed,
por
favor,
padre
y
protector
de
la
mía.
Que
reine
en
ella
el
espíritu
de
fe
y
de
religión,
la
santa
fidelidad
a
los
mandamientos
del
Señor
y
de
Su
Iglesia,
la
paz
y
la
unión
entre
los
hijos
de
Dios,
el
desprendimiento
de
los
bienes
engañosos
del
mundo
y
el
amor
a
los
únicos
bienes
verdaderos.
Velad
por
todos
nuestros
intereses;
que
el
Señor
Se
digne,
por
medio
de
vos,
bendecir
nuestra
casa.
Sobre
todo,
obtened
para
cada
miembro
de
nuestra
familia
la
gracia
de
vivir
y
morir
en
el
amor de Jesús y de María. Amén.
Consagración de un niño a San José,
por su padre o madre
Gran
San
José,
que
sirvió
como
Padre
de
nuestro
divino
Salvador,
os
ofrecemos
y
consagramos
este
niño.
Dignaos
a
ser
su
protector
y
Padre,
conservad
para
él
el
precioso
tesoro
de
la
inocencia,
preservadlo
de
todo
peligro
para
el
alma
y
el
cuerpo,
e
inspirad
en
él,
desde
sus
primeros
años,
un
tierno
amor
por
vos,
por
María
vuestra
Esposa
Inmaculada,
y
por
Jesús
Su
adorable Hijo.
Que
vuestra
santa
protección
le
acompañe
durante
toda
su
vida.
Vigilad
todos
sus
pasos,
guiadlo
en
todas
sus
empresas,
llevadlo
siempre
por
el
camino
de
los
preceptos
del
Señor,
y
conducidle,
en
el
momento
de
su
muerte,
a
la
Jerusalén
celestial,
para
cantar
allí
eternamente
las
misericordias
divinas
y
vuestra
bondad
paterna. Amén.
Consagración a San José
Poderoso
San
José,
padre
adoptivo
de
Jesús
y
esposo
de
la
Santísima
Virgen
María,
yo,
N…,
le
escojo
como
mi
muy
especial
patrón,
y
como
Dios
le
ha
establecido
como
Jefe
de
Su
Sagrada
Familia
en
la
tierra,
me
favorezca
con
su
protección
con
Ella,
y
obtenga
para
mí
amar
a
Jesús
y
María
siempre.
Ayúdame
en
el
momento
de
la
muerte.
Enséñame
a
venerar
a
María
como
una
Reina,
y
a
apreciarla
como
mi
madre.
Enséñame
a
imitar
a
Jesús
a
través
de
la
paciencia
en
el
dolor
y
la
resignación
a
la
voluntad
divina,
para
que
al
final
de
esta
vida
pueda
ir
contigo
a
disfrutar
de Su presencia para siempre. Amén.
A San José,
para obtener una gracia especial
Glorioso
San
José,
mi
protector
y
padre,
me
dirijo
a
vos
con
confianza.
Por
el
afecto
que
os
unió
a
la
Virgen
Inmaculada,
Madre
de
Dios,
por
el
amor
paternal
con
que
rodeasteis
al
Niño
Jesús,
os
ruego
que
me
consigáis,
con
el
amor
de
Jesús
y
de
María,
la
imitación
de
vuestras
virtudes
y
sobre
todo
la
gracia de…
(Exponga aquí el objeto de su oración.)
Quitadme
todo
lo
que
sea
un
obstáculo
para
mi
salvación
y
sed
mi
guardián,
mi
guía,
mi
protector
y
mi
refugio
seguro
en
cada
momento
de
mi
vida,
pero
especialmente
en
la
hora
de
mi muerte. Amén.
A San José,
para obtener un amor de compunción
hacia el Niño Jesús
¡Oh,
santo
patriarca!
Por
el
dolor
que
habéis
sentido,
al
ver
al
Verbo
divino,
nacido
en
un
establo
en
medio
de
una
pobreza
tan
grande,
sin
fuego,
sin
ropa,
y
al
oírle
llorar
en
frío,
os
ruego
que
me
consigáis
un
verdadero
dolor
de
mis
pecados,
por
los
que
fui
la
causa
de
las
lágrimas
de
Jesús;
y,
por
el
consuelo
que
tuvisteis
entonces
al
considerar
a
Jesús
Niño
en
el
pesebre,
tan
bello
y
encantador,
de
modo
que
vuestro
corazón
comenzó
a
arder
con
un
amor
más
ardiente
por
un
Dios
tan
amable
y
amoroso,
obtened
para
mí
la
gracia
de
amarlo
también
con
un
gran
amor
en
la
tierra,
para
que
un
día
Lo posea en el Cielo. Amén.
A San José
para obtener la devoción a Jesús Crucificado
Oh
Santo
Patriarca,
por
las
lágrimas
que
derramas
al
contemplar
de
antemano
la
Pasión
de
tu
Jesús,
obtén
para
mí
un
recuerdo
continuo
y
tierno
de
los
sufrimientos
de
mi
Redentor,
y
por
las
santas
llamas
de
amor
que
esas
contemplaciones
encendieron
en
tu
corazón,
obtén
para
mi
alma
una
chispa,
que
por
sus
pecados
contribuyó
tanto
a
los
sufrimientos de Jesús. Amén.
A San José
para obtener una firme esperanza
¡Oh,
fiel
José!
vos
que
habéis
llevado
la
virtud
de
abandono
en
el
Corazón
de
Dios
hasta
el
grado
más
heroico,
obtenedme
esa
firme
esperanza
que
nada
puede
sacudir,
esa
esperanza
victoriosa
que
supera
todos
los
obstáculos
y
tentaciones;
esa
esperanza
amorosa
que
triunfa
sobre
Dios
mismo
y
Le
obliga,
por
así
decirlo,
a
venir
en
nuestra
ayuda;
esa
esperanza
que,
después
de
habernos
sostenido
durante
la
vida,
será
nuestro
más
suave
consuelo
en
la
hora
de
la
muerte,
y
nos
abrirá
las
puertas de la bendita Eternidad. Amén.
A San José
para obtener una gran fe
Gran
San
José,
heredero
de
la
fe
de
todos
los
patriarcas,
alcanzadnos
esa
hermosa
virtud
que
es
la
base
de
toda
santidad,
el
fundamento
de
las
demás
virtudes,
y
sin
la
cual
es
imposible
agradar
a
Dios;
alcanzadnos
esa
fe
que
está
viva,
activa,
encendida
con
el
fuego
del
amor
divino,
que
no
se
deja
agitar
por
ningún
ataque,
que
permanece
fiel
en
todas
las
pruebas.
Haga
que,
siguiendo
vuestro
ejemplo,
vivamos
por
la
fe
en
este
mundo,
para
que
podamos
compartir
las
recompensas preparadas para ello en el Cielo. Amén.
A San José
para obtener una ardiente caridad
Oh
Serafín
de
Amor,
glorioso
San
José,
en
todas
las
virtudes
estáis
grande,
pero
en
el
amor
de
Jesucristo
estáis
incomparable.
¡Siempre
ver
a
Jesús,
siempre
pensar
en
Jesús,
siempre
trabajar
para
Jesús,
siempre
hablar
de
Jesús
o
con
Jesús!
Oh,
¿qué
ardor,
qué
transporte
de
amor,
no
debe
haberse
encendido
en
vuestra
alma
la
conversación
de
este
adorable
Hijo?
Bendito
José,
compartimos
vuestra
felicidad,
pero,
por
desgracia, no compartimos vuestro amor.
¿No
es
este
mismo
Jesús,
este
Jesús
tan
bueno,
tan
amoroso,
que
viene
a
unirse
a
Sí
mismo,
de
corazón
a
corazón,
con
nosotros
en
el
Sacramento
de
Su
Amor?
Y,
sin
embargo,
nuestros
corazones
no
sienten
nada,
no
Le
dicen
nada;
tanto
amor no nos inspira ni transporte, ni celo, ni fervor.
Oh,
José,
que
solo
María
supere
en
amor,
haga
que
cese
tan
funesto
prodigio.
Jesús
no
puede
rechazar
nada
a
vuestra
ternura;
por
lo
tanto,
pedidle
por
nosotros,
no
por
nuestra
salud,
ni
por
los
bienes
de
la
tierra,
sino
únicamente
por
Su
Amor y Su más puro Amor. Amén.
A San José
para obtener la unión con Dios
Oh
glorioso
patriarca,
ahora
que
estáis
en
el
Cielo
en
la
cumbre
de
la
alegría,
en
un
trono
alto,
con
vuestro
amado
Jesús,
que
fue
sometido
a
vos
en
la
tierra,
tened
compasión
de
mí,
obligado
a
vivir
en
medio
de
tantos
enemigos,
luchando
con
los
espíritus
de
las
tinieblas
y
mis
malas
pasiones,
en
constante
peligro
de
perder
la
gracia
de
Dios.
Ah,
por
la
felicidad
que
habéis
tenido
al
disfrutar
de
la
compañía
de
Jesús
y
María
aquí
en
la
tierra
sin
interrupción,
obtenedme
el
derecho
de
pasar
el
resto
de
mi
vida
siempre
unido
a
Dios,
resistiendo
todos
los
asaltos
del
infierno,
y
de
morir
en
el
amor
de
Jesús
y
María,
para
que
un
día
pueda
ir
a
disfrutar
de
Su
compañía
con
vos
en
el
Reino
de
los
Bienaventurados.
Amén.
A San José, para pedir la gracia
de no separarnos nunca de Jesús y María
¡Mi
santo
protector!
Por
vuestra
pronta
y
continua
obediencia
a
la
Voluntad
de
Dios,
obtenedme
de
vuestro
Jesús
la
gracia
de
obedecer
perfectamente
Sus
divinos
preceptos.
Obtened
para
mí
en
mi
viaje
a
la
eternidad,
en
medio
de
tantos
enemigos,
la
gracia
de
no
perder
nunca
la
compañía
de
Jesús
y
María
hasta
mi
último
aliento:
en
esa
compañía
todos
los
dolores
de
esta
vida y muerte misma serán dulces y preciosos para mí. Amén.
A San José
para obtener una profunda humildad
Fiel
imitador
de
Jesús
y
María,
humilde
José,
vos
que
estabais
tan
pequeño
a
vuestros
ojos
y
a
la
opinión
de
los
hombres
que
estáis
grande
ante
Dios;
enseñadme
a
ser,
como
vos,
pequeño
y
humilde
de
corazón.
Desgraciadamente,
ya
lo
sabéis,
mis
pecados,
después
de
haberme
hecho
ingrato
con
mi
Dios,
me
han
llenado
de
nuevo
de
un
orgullo
insensato,
que
es
la
mayor
herida de mi alma.
Oh
amable
Santo,
mi
protector,
mi
patrono
y
mi
Padre,
os
pido
hoy
una
virtud
que
es
el
fundamento
de
toda
la
perfección
cristiana.
Obtened
para
mí
la
humildad,
la
gracia
de
conocerme
y
despreciarme;
obtened
para
mí
la
gracia
de
buscar
complacer
a
Dios
solo
en
todas
mis
acciones.
Que
yo,
como
vos,
ame
el
silencio
y
la
vida
oculta;
que
yo,
como
vos,
sea
olvidado
y
despreciado
por
las
criaturas;
que
las
humillaciones
y
la
cruz
de
Jesucristo
sean
mi
tesoro
en
este
mundo, como han sido el vuestro.
Oh
Jesús,
María
y
José,
de
ahora
en
adelante
quiero
poner
toda
mi
gloria
y
mis
delicias
en
humillarme
a
Vuestro
ejemplo.
Amén.
A San José, custodio de las vírgenes
Oh
protector
y
padre
de
las
vírgenes
San
José,
a
cuya
fiel
custodia
fueron
encomendadas
la
misma
inocencia,
Cristo
Jesús,
y
la
Virgen
de
las
vírgenes
María,
por
estas
dos
queridísimas
prendas,
Jesús
y
María,
Os
ruego
y
suplico
me
alcancéis
que,
preservado
de
toda
impureza,
sirva
siempre
castísimamente
con
alma
limpia
y
corazón
puro
y
cuerpo
casto
a Jesús y a María. Amén.
A San José
para las necesidades de la Santa Iglesia
Oración de León XIII
Oh,
bendito
José,
recurrimos
a
vos
en
nuestra
tribulación
y,
habiendo
implorado
la
ayuda
de
vuestra
Santísima
Esposa,
también
buscamos
confiadamente
vuestro
patrocinio.
En
nombre
del
afecto
que
os
unió
a
la
Virgen
Inmaculada,
Madre
de
Dios;
en
nombre
del
amor
paternal
con
el
que
rodeasteis
al
Niño
Jesús,
os
rogamos
que
miréis
favorablemente
la
herencia
adquirida
por
Jesucristo
al
precio
de
Su
sangre,
y
que
nos
ayudéis con vuestro poder en nuestras necesidades.
Oh,
guardián
vigilante
de
la
Sagrada
Familia,
proteged
a
la
privilegiada
familia
de
Jesucristo;
Padre
amoroso,
preservadnos
de
todo
contagio
de
corrupción
y
error;
protector
poderosísimo,
ayudadnos
y
asiste
desde
el
Cielo
en
nuestra
lucha
contra
el
poder
de
las
tinieblas.
Y
así
como
en
el
pasado
nos
arrebatasteis
al
Niño
Jesús
a
riesgo
de
muerte,
defended
hoy
a
la
santa
Iglesia
de
Dios
contra
las
trampas
del
enemigo
y
contra
toda
adversidad,
y
cubridnos
a
todos
con
vuestra
constante
protección,
para
que,
siguiendo
vuestro
ejemplo
y
con
vuestra
ayuda,
vivamos
santos,
muramos
piadosamente
y
obtengamos
la
eterna
bienaventuranza
en
el
Cielo. Amén.
¡Oh San José, nuestro guía, protegednos!
¡Proteged la santa Iglesia!