Oraciones a la Santa Faz
Oración a la Santa Faz
por Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz
Oh
Jesús,
que
en
Vuestra
cruel
pasión
Os
habéis
convertido
en
«el
oprobio
de
los
hombres
y
el
varón
de
dolores»,
venero
Vuestro
divino
rostro,
en
el
que
resplandecían
la
belleza
y
la
dulzura
de
la
divinidad,
convertido
ahora
para
mí
como
el
rostro
de
un
leproso.
Pero
bajo
estos
rasgos
desfigurados
reconozco
Vuestro
amor
infinito,
y
me
consume
el
deseo
de
amaros
y
de
haceros
amar
por
todos
los
hombres.
Las
lágrimas
que
brotaron
tan
abundantemente
de
Vuestros
ojos
me
parecen
perlas
preciosas
que
me
gusta
recoger
para
comprar
con
su
valor
infinito
las
almas
de
los
pobres
pecadores.
Oh
Jesús,
cuyo
rostro
es
la
única
belleza
que
deleita
mi
Corazón,
acepto
que
aquí
abajo
no
pueda
ver
la
dulzura
de
Vuestra
mirada,
que
no
pueda
sentir
el
beso
inefable
de
Vuestra
boca;
pero
Os
ruego
que
imprimáis
en
mí
Vuestra
divina
semejanza,
que
me
encendáis
con
Vuestro
amor,
para
que
me
consuma
rápidamente,
y
que
pronto
pueda
ver
Vuestra faz gloriosa en el Cielo. Amén.
Adoración de la Santa Faz de Jesús
¡Oh,
adorable
Faz
de
mi
Jesús,
tan
misericordiosamente
inclinada
en
la
Cruz,
para
la
salvación
del
mundo!
Os
amo
y
Os
adoro.
Todavía
hoy,
por
piedad,
inclinaos
hacia
nosotros,
pobres
pecadores.
Dejad
caer
sobre
nosotros
una
mirada
de
compasión
y
una
de
Vuestras
lágrimas
de
amor
para
convertir y purificar nuestros corazones. Amén.
Reparación a la Santa Faz
Os
saludo,
Os
adoro
y
Os
amo,
oh
Rostro
adorable
de
Jesús,
mi
Salvador,
una
vez
más
cubierto
de
escupitajos
e
insultos
por
los
blasfemos,
y
Os
ofrezco,
por
medio
del
Corazón
Inmaculado
de
María,
como
incienso
y
aroma
de
perfume,
los
tributos
de
los
ángeles
y
de
los
santos,
rogándoos
humildemente,
oh
Jesús,
por
la
virtud
de
Vuestra
santa
Faz,
que
reparéis
y
restauréis
en
mí
y
en
todos
los
hombres
Vuestra imagen desfigurada por el pecado. Amén.
Para aliviar la Santa Faz de Jesús y consolarlo
Señor
Jesús,
contemplando
Vuestro
rostro
desfigurado
por
el
dolor,
y
meditando
en
Vuestra
Pasión,
¿no
podría
mi
corazón
inflamarse
de
amor
por
Vos,
y
de
odio
contra
el
pecado que, aún hoy, ultraja Vuestra adorable Faz?
Pero
no
permitáis,
Señor,
que
me
quede
en
una
compasión
estéril;
hacedme
digno
hijo
de
María,
y
concededme
la
gracia
de
que,
en
compañía
de
mi
divina
Madre,
Os
siga
lo
bastante
de
cerca
en
este
nuevo
calvario
para
que
el
oprobio
que
Os
está
destinado,
oh
Jesús,
se
refleje
también
en
mí,
miembro
de
Vuestra
santa
Iglesia,
y
para
que
entre
en el camino de la expiación y del verdadero amor. Amén.