Letanías de la santa Voluntad de Dios
•
Si
es
importante
conocer
la
voluntad
de
Dios,
lo
es
especialmente
cuando
se
trata
de
algo
que
tiene
una
relación
más
directa
con
la
salvación
eterna,
y
particularmente
aún
en
la
elección
de
un
estado
de
vida,
elección
que
debe
tener
las
consecuencias
más
felices
o
las
más
terribles.
Dios,
en
las
disposiciones
de
Su
Providencia,
une
Sus
gracias
y
bendiciones
a
ciertos
estados,
a
ciertos
trabajos,
a
ciertas
empresas,
y
sólo
las
da
en
la
medida
en
que
abracemos
los
estados,
tomemos
los
trabajos
y
hagamos
las
empresas
a
las
que
Él
las
ha
unido.
Si,
pues,
contra
Su
voluntad,
emprendemos
otros
caminos
por
capricho
o
por
pasión,
no
encontraremos
esta
ayuda
y
si
no
la
encontramos,
abandonados
a
nosotros
mismos,
¿qué
podemos
esperar
sino
una
serie
de
errores
perpetuos,
de
preocupaciones
mortales
y
de
desgracias
inevitables
para
el
tiempo
y
la
eternidad?
Nada,
pues,
es
más
necesario para el reposo de nuestra conciencia que conocer y seguir la voluntad de Dios.
Señor, tened piedad de nosotros.
Señor, tened piedad de nosotros.
Jesucristo, tened piedad de nosotros.
Jesucristo, tened piedad de nosotros.
Señor, tened piedad de nosotros.
Señor, tened piedad de nosotros.
Jesucristo, escuchadnos.
Jesucristo, escuchadnos.
Jesucristo, oyednos.
Jesucristo, oyednos.
Padre celestial, que sois Dios,
que se haga Vuestra voluntad aquí en la tierra como en el Cielo.
Hijo, Redentor del mundo, que sois Dios,
que se haga Vuestra voluntad aquí en la tierra como en el Cielo.
Espíritu Santo, que sois Dios,
que se haga Vuestra voluntad aquí en la tierra como en el Cielo.
Adorable Trinidad, que sois un solo Dios,
que se haga Vuestra voluntad aquí en la tierra como en el Cielo.
Voluntad de Dios, infinitamente santa,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, infinitamente justa,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, infinitamente perfecta,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, infinitamente recta,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, impenetrable en Vuestros decretos,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, infinitamente adorable,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, todopoderosa,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, que hacéis todas las cosas con sabiduría,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, ocupación eterna de los Santos,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, alimento de todas las almas justas,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, el amor de los corazones fieles,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, que dais precio a todas las cosas,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, la medida del mérito y el precio de nuestras obras,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, la alegría y el deleite de nuestras almas,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, nuestra fuerza y seguridad,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, nuestro consuelo y nuestro descanso,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, nuestro remedio para los males y penas de esta vida,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad de Dios, nuestra esperanza y apoyo en la muerte,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Voluntad
de
Dios,
cuyo
reinado
es
nuestro
único
fin,
nuestra
salvación
y
nuestra
felicidad,
reinad soberanamente sobre nosotros.
Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo,
perdonadnos, Señor.
Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo,
escuchadnos, Señor.
Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo,
tened piedad de nosotros, Señor.
Jesucristo, escuchadnos.
Jesucristo, oyednos.
Oremos
–
Señor,
Dios
todopoderoso,
soberanamente
bueno
e
infinitamente
sabio,
por
el
mérito
de
la
perfecta
sumisión
con
que
Jesucristo,
nuestro
Salvador,
aceptó
el
cáliz
de
Su
Pasión,
y
María,
Su
divina
Madre,
así
como
José,
Vuestro
fiel
servidor,
fueron
siempre
obedientes
a
Vuestras
órdenes;
concedednos
la
gracia
de
cumplir
en
todo,
y
hasta
el
último
momento
de
nuestra
vida,
Vuestra
santísima,
justísima
y
adorabilísima
Voluntad,
tal
como
se
cumple
en
el
Cielo.
Amén.