La Santísima Virgen en La Salette eligió a los niños como
confidentes de Su mensaje celestial, para imitar los sabios
caminos de Dios, que deja a los soberbios en la oscuridad,
que Se comunica a los humildes, que Se sirve de instrumen-
tos débiles para manifestar mejor Su poder, para probar
nuestra fe y para aumentar el mérito de nuestra obediencia.
María Se muestra a los pastores para honrar la vida modesta
y sencilla de los campos, tan despreciada hoy. Aparece en
una montaña para decirnos que el camino para encontrarla
es acercarse al cielo, renunciando a los intereses viles y a los
ruidos vanos de la tierra. Elige la víspera de la Fiesta de los
Siete Dolores, porque es un dolor que viene a anunciar. (Nota: la
Iglesia celebraba esta fiesta el domingo siguiente al 15 de septiembre). Finalmente,
Ella Se aparece en un manantial seco para enseñarnos que la
causa de Su aflicción es ver cómo se seca la fuente de la gra-
cia en nuestras almas, y que si queremos acoger Su Corazón
como refugio, aún podemos encontrar nuestra primera vida.
Oh Virgen, en la que Dios hizo cosas tan grandes a causa de
Vuestros abajamientos, alcanzadme la gracia de hacerme pequeño
a mis ojos, para que pueda participar de Vuestros inefables secretos.
Quiero establecer mi alma en una paz y desprendimiento que Os
permita mostrarme siempre la voluntad de Dios para mí. Haced que
mi corazón, hasta ahora seco por el fuego de las pasiones, sacie su
sed sólo en las fuentes puras de la virtud y de los sacramentos.