Oraciones para una buena muerte
Para los difuntos
Para las almas del Purgatorio
Acto de contrición
Dios
mío,
me
pesa
de
todo
corazón
haberos
ofendido,
porque
sois
infinitamente
bueno,
infinitamente
amable,
y
Os
disgusta
el
pecado.
Perdonadme
por
los
méritos
de
Jesucristo,
mi
Salvador;
propongo,
mediante
Vuestra
santa
gracia, no ofenderos más y hacer penitencia.
Para pedir una buena muerte
por San Alfonso Ligorio
Oh
María,
Soberana
mía,
Madre
mía,
por
los
méritos
del
dolor
que
habéis
sufrido
cuando
habéis
visto,
ante
Vuestros
ojos,
a
Vuestro
Hijo
soportar
tan
crueles
sufrimientos,
inclinando
la
cabeza
y
exhalando
en
la
Cruz,
Os
ruego
que
me
consigáis
una
buena
muerte.
Amén.
Para pedir la resignación que obtiene el Cielo
por Padre Tomás de Jesús
Oh
Santísima
Madre
de
Dios,
Reina
de
los
Ángeles,
Estrella
del
Mar,
Refugio
de
los
Pecadores,
que
con
gran
dolor
viste
morir
a
Aquel
a
quien
habíais
dado
vida,
y
que
esperó
con
firme
fe
y
segura
esperanza
el
momento
de
Su
resurrección,
concededme
que
sea
crucificado
con
Él,
que
me
reciba
entre
Su
pueblo,
que
muera, viva y reine con Él.
Oh
Santos
del
Paraíso,
que
hoy
contempláis
a
este
Cordero
divino,
glorioso,
impasible,
inmortal,
y
que
Lo
poseéis
con
la
seguridad
de
no
perderlo
nunca,
poned
vuestros
ojos
en
mí,
tened
piedad
de
este
pobre
destierro,
obtened
para
él
la
gracia
de
ser
crucificado
en
la
tierra
con
Jesucristo,
y
de
ser
coronado
por Él en el Cielo. Amén.
Aceptación de la muerte
Señor,
Dios
mío,
desde
hoy
acepto
de
Vuestra
mano,
con
resignación
y
de
todo
corazón,
el
tipo
de
muerte
que
Vos
queráis
enviarme,
con
todo
su
dolor,
angustia
y sufrimiento.
Para los fieles difuntos
Oración de la Iglesia
Oh
Dios,
que
amáis
perdonar
a
los
hombres
y
salvarlos,
rogamos
Vuestra
misericordia,
por
la
intercesión
de
la
siempre
Virgen María y de todos los Santos. Que todos los que han salido
de
este
mundo,
especialmente
nuestros
padres
y
benefactores,
sean
admitidos
a
la
participación
de
la
beatitud
eterna.
Pedimos
esto a través de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
De profundis – Desde el fondo del abismo
Desde
el
fondo
del
abismo
clamé
a
Vos,
Señor;
Señor,
escuchad
mi voz.
Preste atención Vuestro oído a la voz de mi oración.
Si
consideráis
nuestras
iniquidades,
Señor,
¿quién
subsistirá
en
Vuestra presencia?
Pero
Vos
estáis
lleno
de
misericordia,
y
el
recuerdo
de
Vuestra
ley me da confianza.
Mi
alma
espera,
sostenida
por
Vuestra
palabra;
mi
alma
ha
puesto su confianza en Dios.
Desde
el
despuntar
el
día
hasta
la
noche,
espera
Israel
en
el
Señor.
Porque
el
Señor
está
lleno
de
misericordia,
y
se
encuentra
en
Él
una abundante redención.
Él redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
Dadles, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellos la luz perpetua.
Descansen en paz.
Amén.
Señor, oíd mi oración.
Y llegue hasta Vos mi clamor.
Oremos.
–
Oh
Dios,
Creador
y
Redentor
de
todos
los
fieles:
conceded
a
las
almas
de
vuestros
siervos
y
de
vuestras
siervas
la
remisión
de
todos
sus
pecados,
a
fin
de
que
obtengan
por
nuestras
humildes
oraciones
el
perdón
que
siempre
han
esperado
de
vuestra
misericordia.
Vos
que,
siendo
Dios,
vivís
y
reináis
con
Dios
Padre,
en
unidad
del
Espíritu
Santo,
por
todos
los siglos de los siglos. Amén.
Suplicaciones para las almas del purgatorio
Oh,
dulce
Jesús,
por
el
sudor
de
sangre
que
habéis
experimentado
en
el
jardín
de
Getsemaní,
tened
piedad
de
estas
almas benditas.
Tened piedad, Señor, tened piedad.
Oh,
dulce
Jesús,
por
los
dolores
que
habéis
sufrido
en
Vuestra
cruel flagelación, tened piedad de estas almas benditas.
Tened piedad, Señor, tened piedad.
Oh,
dulce
Jesús,
por
los
dolores
que
habéis
sufrido
en
Vuestra
dolorosa corona de espinas, tened piedad de estas almas.
Tened piedad, Señor, tened piedad.
Oh,
dulce
Jesús,
por
los
dolores
que
habéis
sufrido
llevando
Vuestra cruz al calvario, tened piedad de estas almas.
Tened piedad, Señor, tened piedad.
Oh,
dulce
Jesús,
por
los
dolores
que
habéis
sufrido
en
Vuestra
muy cruel crucifixión, tened piedad de estas almas.
Tened piedad, Señor, tened piedad.
Oh,
dulce
Jesús,
por
los
dolores
que
habéis
sufrido
en
Vuestra
muy amarga agonía en la Cruz, tened piedad de estas almas.
Tened piedad, Señor, tened piedad.
Oh,
dulce
Jesús,
por
el
inmenso
dolor
que
habéis
sufrido…
rindiendo Vuestra alma bendecida, tened piedad de estas almas.
Tened piedad, Señor, tened piedad.