Oraciones para pedir
misericordia y perdón
Para prepararse a morir bien
Dios
mío,
sé
que
voy
a
morir;
tal
vez
me
queden
pocos
momentos
de
vida.
Tal
vez
no
pueda
salir
del
lecho
en
que
yazgo
esta
noche;
por
eso,
Vos
me
advirtáis
que
entre
en
él
como
en
mi
tumba.
Sé,
Señor,
que
en
la
hora
de
mi
muerte
quisiera
haber
vivido
sin
pecado
y
haberos
amado
siempre.
Ponedme desde ahora en estas santas disposiciones.
Sí,
Dios
mío,
odio
el
pecado,
creo
todo
lo
que
me
enseña
la
Iglesia,
pongo
en
Vos
toda
mi
esperanza,
quiero
vivir
y
morir
en
Vuestro
amor.
Os
entrego
mi
alma
que
tanto
Os
ha
costado,
oh
Dios
mío.
No
permitáis
que
la
Sangre
preciosa
que
habéis
derramado por ella sea en vano.
Virgen
Santa,
Madre
de
mi
Dios,
Madre
y
Patrona
mía,
mi
buen
Ángel
de
la
Guarda,
mi
santo
Patrono,
todos
los
Santos
del
Cielo,
interceded
por
mí,
rogad
por
mí,
durante
esta
noche,
todos
los
días
de
mi
vida
y
especialmente
en
la
hora
de
mi
muerte. Amén.
¡Dios mío, creo, adoro, espero y Os amo!
Oraciones enseñadas por el Ángel de Fátima
•
«De
todo
lo
que
puedan,
ofrezcan
un
sacrificio
a
Dios,
en
reparación
de
los
pecados
por
los
que
es
ofendido,
y
en
súplica
por
la
conversión
de
los
pecadores.
De
esta
manera,
traerán
la
paz
a
su
patria.
Soy
su
Ángel
de
la
Guarda,
el
Ángel
de
Portugal.
Sobre
todo,
acepten
y
soporten
con
sumisión
los sufrimientos que el Señor les envíe».
¡Dios
mío,
creo,
adoro,
espero
y
Os
amo!
Os
pido
perdón
por
los
que
no creen, no adoran, no esperan, no Os aman.
–
Santísima
Trinidad,
Padre,
Hijo
y
Espíritu
Santo,
Os
adoro
profundamente
y
Os
ofrezco
el
preciosísimo
Cuerpo,
Sangre,
Alma
y
Divinidad
de
Jesucristo,
presente
en
todos
los
sagrarios
del
mundo,
en
reparación
de
los
ultrajes,
sacrilegios
e
indiferencias
con
que
Él
mismo
es
ofendido.
Y
por
los
méritos
infinitos
de
Su
Santísimo
Corazón
y
del
Inmaculado
Corazón
de
María,
Os
pido
la
conversión
de los pobres pecadores.
A los Sagrados Corazones de Jesús y María
por la conversión de los pecadores
Sagrado
Corazón
de
Jesús,
que
ardéis
en
tan
ardiente
amor
por
los
hombres,
y
que
sois
tan
poco
amado
por
ellos,
¡cómo
podré,
con
mi
fervor,
consolaros
por
la
ingratitud
de
todos
estos
cristianos
culpables!
Vuestro
Corazón,
siempre
tierno
y
compasivo,
¿estará
siempre
cargado
de
dolor
por
los
males
que
Vuestros
hijos
se
acarrean
con
sus
desórdenes
y
crímenes?
Yo
sé,
¡oh
Salvador
mío!
Vos
amáis
que
se
Os
ruegue
por
los
pecadores,
porque
por
ellos
Os
humillasteis
y
Os
resignasteis
a
todas
las
humillaciones
de
Vuestra
vida
y
a
los
tormentos
de
Vuestra
Pasión,
porque
queréis
que
se
conviertan
y
vivan.
Por
muy
culpable
que
yo
mismo
sea,
me
acerco
con
confianza
al
trono
de
Vuestras
misericordias,
esperando
firmemente
que
no
rechazaréis las oraciones que Os dirijo por estos desgraciados.
Sagrado
Corazón
de
Jesús,
tened
piedad
de
los
pecadores,
tocad
sus
corazones
endurecidos,
abrid
sus
ojos
cegados
por
sus
pasiones,
hacedles
ver
el
abismo
en
el
que
se
precipitan.
Piedad,
piedad,
¡oh
Dios
mío!
suspended
Vuestros
golpes.
Misericordia,
Señor,
misericordia!
¿Acaso
los
pecadores
no
son
Vuestros
hijos?
Oh
Dios
mío,
no
los
abandonéis,
y
ya
que
la
sangre
de
Vuestro
Hijo
fue
derramada
por
ellos,
que
no
sea
en
vano.
Recibid,
en
expiación
de
sus
crímenes,
los
sufrimientos
de
Jesús,
las
oraciones,
las
buenas
obras,
las
comuniones
de
tantos
cristianos
fervorosos,
a
los
que
me
uno
con
toda
la
fuerza
de
mi
alma.
Quiero
vivir
sólo
para
amaros,
feliz
si
pudiera
morir
de
amor
a
Vos,
y
compensaros
por
la
frialdad
de
tantos
cristianos,
que
no
Os
aman porque no Os conocen.
¡Oh
Corazón
Inmaculado
de
María!
Corazón
de
esta
augusta
Virgen
que
la
Iglesia
llama
con
razón
Refugio
y
Abogada
de
los
pecadores,
unid
Vuestras
súplicas
a
mis
débiles
plegarias
para
hacer
santa
violencia
al
Corazón
de
Jesús.
Oh
María,
pongo
mis
súplicas
en
Vuestro
Corazón;
dignaos
presentarlas
al
Juez
soberano,
a
Aquel
a
quien
llevasteis
en
Vuestro
seno
virginal,
a
Aquel
cuyas
sublimes
virtudes
imitasteis
tan
bien,
a
Aquel
a
quien
amasteis
tanto,
y
yo
estoy
tranquilo
en
la
dulce
esperanza de que serán atendidas. Amén.
Al Corazón Inmaculado de María
nuestra Madre y Mediadora
Oración a Nuestra Señora de Fátima
Refugio
materno,
oh
Reina
del
universo
y
Mediadora
entre
Dios
y
los
hombres,
Madre
de
amor,
de
dolor
y
de
misericordia,
consuelo
y
refugio
de
todas
nuestras
esperanzas,
aunque
Vuestro
corazón
haya
sido
destrozado
por
tantos
desprecios
y
ultrajes,
aún
Os
dignáis
sernos
propicia.
Concedednos,
hijos
indignos
e
ingratos,
Os
rogamos
con
gran
fe
y
confianza
filial,
la
gracia
de
ser
liberados
del
pecado
que
mata
a
las
almas
y
conduce al mundo a la ruina.
Oh
Madre
misericordiosa
y
clemente,
reconocemos
que
hemos
coronado
de
espinas
a
Vuestro
divino
Hijo,
Jesús,
nuestro
Redentor,
y
que
hemos
desgarrado
innumerables
heridas
en
Vuestro
tierno
Corazón.
Por
ello
hemos
merecido
los
castigos
de
la
justicia
divina;
pero
ahora,
arrepentidos,
invocamos
Vuestra
protección
y
ayuda,
refugiándonos
en
Vuestro
Corazón
materno,
único
refugio
en
el
torbellino
que
asola
el
mundo.
Junto
con
la
oración
por
nuestra
propia
salvación,
acepta
bondadosamente
nuestra
ferviente
súplica
de
reparación
por
las
numerosas
ofensas
cometidas
a
todas
horas
del
día
y
de
la
noche
por
tantos
hijos
ingratos,
para
que,
iluminados
y
atraídos
por
Vuestro
amor
maternal,
encuentren
también
ellos
refugio y salvación.
Oh
María,
Reina
del
cielo
y
de
la
tierra,
Madre
de
Dios,
Madre
y
Mediadora
nuestra,
Vos
que
sois
todopoderosa
con
Dios
y
que
queréis
nuestra
salvación,
en
esta
hora
triste
y
oscura
que
agobia
a
esta
humanidad
miserable
y
atormentada,
en
medio
de
las
fuerzas
crecientes
y
amenazantes
del
mal,
haced
descender
con
toda
nuestra
fe,
la
luz
de
Vuestro
amor
maternal
sobre
el
mundo
entero
y,
en
particular,
sobre
los
corazones
infieles
y
endurecidos
por
el
pecado,
para
que
todos,
unidos
en
un
solo
corazón
en
la
fe
y
el
amor
del
divino
Corazón
de
Jesús,
cantemos
en
todo
el
mundo
el
triunfo
de
Vuestra misericordia maternal. Amén.
A María, Refugio de los pecadores
por San Alfonso de Ligorio
Aquí,
oh
Madre
de
Dios,
postrado
a
Vuestros
pies,
un
desgraciado
pecador
que
se
dirige
a
Vos
y
pone
toda
su
confianza
en
Vos.
No
merezco
ni
una
sola
mirada
Vuestra,
pero
sé
que
desde
que
visteis
a
Vuestro
Hijo
dar
Su
vida
por
los
pecadores, habéis anhelado ayudarlos.
Oh
Madre
de
Misericordia,
considerad
mi
miseria
y
tened
piedad
de
mí.
Vos
sois
para
todos
nosotros
el
Refugio
de
los
pecadores,
la
Esperanza
de
los
desgraciados
reducidos
a
la
desesperación,
el
Auxilio
de
los
abandonados:
sed,
pues,
mi
Refugio,
mi
Esperanza
y
mi
Auxilio,
para
que
me
salvéis
por
Vuestra intercesión.
Por
amor
de
Jesucristo,
socorredme,
tended
la
mano
al
desgraciado
que,
después
de
una
caída,
se
confía
a
Vos
para
que le ayudéis a levantarse de nuevo.
Sé
que,
siempre
que
es
posible,
Os
agrada
acudir
en
ayuda
de
un
pecador;
ayudadme,
pues,
ahora
que
podéis
hacerlo.
He
perdido
tanto
la
gracia
como
mi
alma
por
mis
pecados;
pero
ahora
me
pongo
en
Vuestras
manos;
decidme
lo
que
debo
hacer
para
recobrar
la
gracia
de
mi
Dios,
y
lo
haré
sin
demora.
Quiere
que
recurra
a
Vuestra
misericordia,
para
que
me
ayudéis
en
el
gran
asunto
de
mi
salvación,
no
sólo
por
los
méritos
de
Vuestro
Hijo,
sino
también
por
Vuestras
oraciones.
¡Pues
bien!
Recurro
a
Vos;
rogad
por
mí
a
Vuestro
Divino
Hijo,
y
mostrad
todo
el
bien
que
hacéis
a
los
que
confían
en
Vos:
Vuestro
amor
me
da
la
esperanza
de
que
seré
escuchado.
Amén.
Ofrenda del día
por Santa Teresita del Niño Jesús
Dios
mío,
Os
ofrezco
todas
las
acciones
que
voy
a
realizar
hoy,
por
las
intenciones
y
por
la
gloria
del
Sagrado
Corazón
de
Jesús;
quiero
santificar
los
latidos
de
mi
corazón,
mis
pensamientos
y
mis
obras
más
sencillas
uniéndolos
a
Vuestros
méritos
infinitos,
y
reparar
mis
faltas
arrojándolas
al
horno
de
Vuestro amor misericordioso.
¡Oh,
Dios
mío!
Os
pido
para
mí
y
para
los
míos
la
gracia
de
cumplir
perfectamente
Vuestra
santa
voluntad,
de
aceptar
por
Vuestro
amor
las
alegrías
y
las
penas
de
esta
vida
pasajera
para
que
un
día
nos
reunamos
en
el
Cielo
por
toda
la
eternidad. Amén.
Salutación a la Virgen de los Dolores
por san Buenaventura
Dios
Te
salve
María,
llena
de
dolor,
Jesús
crucificado
está
contigo,
eres
digna
de
compasión
entre
las
mujeres
y
digna
de
compasión
es
Jesús,
el
fruto
de
Tu vientre.
Santa
María,
Madre
de
Jesús
Crucificado,
obtén
lágrimas
para
nosotros
que
crucificamos
a
Tu
Hijo,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Acordaos – El Memorare
por San Bernardo de Claraval
Acordaos,
¡oh
piadosísima
Virgen
María!,
que
jamás
se
ha
oído
decir
que
ninguno
de
los
que
han
acudido
a
Vuestra
protección,
implorando
Vuestra
asistencia
y
reclamando
Vuestro
socorro,
haya
sido
desamparado.
Animado
por
esta
confianza,
a
Vos
también
acudo,
¡oh
Madre,
Virgen
de
las
vírgenes!,
y
gimiendo
bajo
el
peso
de
mis
pecados
me
atrevo
a
comparecer
ante
Vuestra
presencia
soberana.
¡Oh
Madre
de
Dios!,
no
desechéis
mis
súplicas,
antes
bien,
escuchadlas
y acogedlas benignamente. Amén.
Oh Virgen y Madre, me entrego todo a Vos
por San Antonio María Claret
Oh
Virgen
y
Madre
de
Dios,
me
entrego
todo
a
Vos
como
Vuestro
hijo.
Para
honrar
Vuestra
pureza,
Os
consagro
mi
alma
y
mi
cuerpo,
mis
facultades
y
mis
sentidos,
y
Os
pido
la
gracia
de
no
cometer
ni
un
solo
pecado.
¡Madre, aquí está Vuestro hijo!
(tres veces)
En
Vos
he
puesto
toda
mi
confianza,
nunca
me
confundiré.
Alabanza a María
por San Agustín
¡Oh
María
Santísima!
¿Quién
podrá
daros
las
gracias
y
el
agradecimiento
que
Os
merecéis
por
la
ayuda
que
habéis
prestado
a
todo
el
mundo
que
estaba
perdido?
Qué
alabanza
puede
ofreceros
la
debilidad
de
nuestra
naturaleza,
que
estando
perdida
ha
encontrado
por
Vuestra
mediación
el
principio de su liberación.
Recibid,
pues,
por
favor,
estas
humildísimas
acciones
de
gracias,
aunque
sean
insignificantes
e
indignas
de
Vuestros
méritos,
y,
aceptando
nuestros
votos,
excusad
nuestros
pecados
con
Vuestras
oraciones.
Recibid
lo
que
Os
ofrecemos,
dad
lo
que
Os
pedimos,
excusad
lo
que
tememos,
tanto
más
cuanto
que
Vos
sois
la
única
Esperanza
de
los
pecadores;
por
Vos
esperamos
el
perdón
de
nuestras
culpas,
y
en
Vos
esperamos
toda
nuestra
felicidad.
Santa
María,
socorred
a
los
miserables,
ayudad
a
los
pusilánimes,
fortaleced
a
los
débiles,
rogad
por
el
pueblo,
intervenid
en
favor
del
clero;
que
todos
los
que
celebran
Vuestra
memoria
sientan
los
efectos
de
Vuestra
asistencia;
sed
favorable
a
los
deseos
de
los
que
recurren
a
Vuestra
clemencia
y
concededles
el
cumplimiento
de
sus
deseos;
que
Os
plazca
rogar
sin
cesar
por
el
pueblo
fiel,
Vos,
¡oh
Virgen
Santísima!
que
mereciste
dar
a
luz
al
Redentor
del mundo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
A María, Madre de la Salvación
Poderosa oración enseñada por la Santísima Virgen
Oh
María,
Madre
de
la
Salvación,
purificad
nuestros
corazones,
apartadlos
de
lo
terrenal,
unidlos
al
Vuestro
para
pedir al Padre Eterno:
¡Misericordia por los pecadores!
(tres veces)
Oh
María,
Madre
de
la
Salvación,
convertid
a
los
pecadores
y
socorred
a
los
desdichados
que
padecen
en
cuerpo
y
en
alma.
Que
el
Padre
Eterno,
por
los
méritos
de
la
Sangre
Preciosísima
de
Jesús,
me
haga
misericordia
y
que
la
Madre
de
la
Salvación
sea mi salvación.
Madre de la Salvación, ¡Sed mi salvación!
(tres veces)
A Jesús Crucificado
Miradme,
oh
mi
amado
y
buen
Jesús,
postrado
ante
Vuestra
divina
presencia,
Os
ruego
y
suplico
con
el
mayor
fervor
de
mi
alma,
que
imprimáis
en
mi
corazón
los
sentimientos
de
fe,
de
esperanza
y
de
caridad,
un
verdadero
dolor
de
mis
pecados
y
el
firmísimo
propósito
de
enmendarme,
mientras
que
yo,
con
todo
el
amor
y
con
toda
la
compasión
de
que
soy
capaz,
voy
considerando
Vuestro
cinco
llagas,
comenzando
por
aquello
que
dijo
de
Vos,
oh
mi
Dios,
el
santo
profeta
David:
«Han
taladrado
Mis
manos
y
Mis
pies,
y
se
pueden
contar
todos
Mis
huesos».
Alma de Cristo
por Santo Ignacio de Loyola
Alma de Cristo
, santificadme.
Cuerpo de Cristo, salvadme.
Sangre de Cristo, embriagadme.
Agua del costado de Cristo, lavadme.
Pasión de Cristo, fortificadme.
Oh buen Jesús, escuchadme.
Escondedme en Vuestras llagas.
No permitáis que me aleje de Vos.
Defiendedme contra el enemigo maligno.
En la hora de mi muerte, llamadme.
Y ordenadme que vaya a Vos.
Para que con Vuestros Santos Os alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
Para aliviar la Santa Faz de Jesús y consolarlo
Señor
Jesús,
contemplando
Vuestro
rostro
desfigurado
por
el
dolor,
y
meditando
en
Vuestra
Pasión,
¿no
podría
mi
corazón
inflamarse
de
amor
por
Vos,
y
de
odio
contra
el pecado que, aún hoy, ultraja Vuestra adorable Faz?
Pero
no
permitáis,
Señor,
que
me
quede
en
una
compasión
estéril;
hacedme
digno
hijo
de
María,
y
concededme
la
gracia
de
que,
en
compañía
de
mi
divina
Madre,
Os
siga
lo
bastante
de
cerca
en
este
nuevo
calvario
para
que
el
oprobio
que
Os
está
destinado,
oh
Jesús,
se
refleje
también
en
mí,
miembro
de
Vuestra
santa
Iglesia,
y
para
que
entre
en
el
camino
de
la
expiación
y
del verdadero amor. Amén.
Adoración de la Santa Faz de Jesús
¡Oh,
adorable
Faz
de
mi
Jesús,
tan
misericordiosamente
inclinada
en
la
Cruz,
para
la
salvación
del
mundo!
Os
amo
y
Os
adoro.
Todavía
hoy,
por
piedad,
inclinaos
hacia
nosotros,
pobres
pecadores.
Dejad
caer
sobre
nosotros
una
mirada
de
compasión
y
una
de
Vuestras
lágrimas
de
amor
para
convertir
y
purificar
nuestros
corazones.
Amén.
Reparación a la Santa Faz
Os
saludo,
Os
adoro
y
Os
amo,
oh
Rostro
adorable
de
Jesús,
mi
Salvador,
una
vez
más
cubierto
de
escupitajos
e
insultos
por
los
blasfemos,
y
Os
ofrezco,
por
medio
del
Corazón
Inmaculado
de
María,
como
incienso
y
aroma
de
perfume,
los
tributos
de
los
ángeles
y
de
los
santos,
rogándoos
humildemente,
oh
Jesús,
por
la
virtud
de
Vuestra
santa
Faz,
que
reparéis
y
restauréis
en
mí
y
en
todos
los
hombres
Vuestra imagen desfigurada por el pecado. Amén.
Padre nuestro - La Oración del Señor
Oración enseñada por Jesús a Sus primeros Apóstoles.
Padre nuestro, que estás en los Cielos,
santificado sea el Tu Nombre;
venga a nos el Tu reino;
hágase Tu voluntad así en la tierra como en el Cielo.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy;
y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal. Amén.
Para pedir la contrición
Adorable
Jesús,
divino
modelo
de
la
perfección
a
la
que
debemos
aspirar,
me
esforzaré,
en
la
medida
de
lo
posible,
por
hacerme
como
Vos,
manso,
humilde,
casto,
celoso,
paciente,
caritativo
y
resignado
como
Vos,
y
sobre
todo
me
esforzaré
por
no
volver
a
caer
hoy
en
las
faltas
que
tan
a
menudo
cometo y que deseo sinceramente corregir. Amén.
Acto de contrición
Dios
mío,
me
pesa
de
todo
corazón
haberos
ofendido,
porque
sois
infinitamente
bueno,
infinitamente
amable,
y
Os
disgusta
el
pecado.
Perdonadme
por
los
méritos
de
Jesucristo,
mi
Salvador;
propongo,
mediante
Vuestra
santa gracia, no ofenderos más y hacer penitencia.
Parce Domine – Perdonad Señor
Himno litúrgico de penitencia
Parce Domine,
Parce populo tuo:
Ne in aeternum irascaris nobis.
Perdonad Señor,
Perdonad a Vuestro pueblo;
No estéis airado con nosotros para siempre.
Desviemos la irritación de nuestro Juez,
Lloremos ante Su justicia;
Todos juntos,
Nos inclinamos en súplica.
Perdonad Señor,
Perdonad a Vuestro pueblo;
No estéis airado con nosotros para siempre.
Oh Dios, por nuestras faltas
ofendemos Vuestra clemencia;
Oh Dios de misericordia, desde lo alto
derramad sobre nosotros Vuestro perdón.
Perdonad Señor,
Perdonad a Vuestro pueblo;
No estéis airado con nosotros para siempre.
En este tiempo de muchas bendiciones
Dadnos torrentes de lágrimas
Para purificar nuestros corazones
Que una alegre caridad hará arder.
Perdonad Señor,
Perdonad a Vuestro pueblo;
No estéis airado con nosotros para siempre.
Al Padre Eterno
en tiempos de calamidades
por la Beata Melania Calvat,
mensajera de Nuestra Señora de La Salette
P
adre
Eterno,
¡contemplad
a
Vuestro
Hijo
Jesucristo
crucificado
por
nosotros!
En
Su
nombre
y
por
Sus
méritos,
tened
misericordia
de
nosotros
pobres
pecadores,
porque
nos
arrepentimos
y
nos
volvemos
a
Vuestra
infinita
misericordia.
Dejad
que
Le
toquemos,
tenga
piedad
de
nosotros
que
somos
Vuestra
herencia.
No
violéis,
Señor,
el
pacto
que
habéis
hecho:
de
conceder
la
oración
que
Vuestros
hijos Os hacen.
Es
cierto
que
por
nuestras
grandes
iniquidades
hemos
ofendido
Vuestra
Justicia,
pero
Vos,
Dios
mío,
que
estáis
bueno
por
naturaleza,
dejad
que
brille
la
grandeza
de
Vuestra
infinita
misericordia.
Señor,
si
Os
acordáis
de
nuestras
iniquidades,
¿quién
podrá
permanecer
ante
Vos?
Señor,
confesamos
que
somos
muy
culpables
y
que
son
nuestros
pecados
los
que
nos
han
traído
estas
plagas.
Pero
Vos,
Señor,
que
habéis
querido
que
cada
día
Os
llamemos
Padre
Nuestro,
mirad
ahora
la
gran
aflicción
de
Vuestros
hijos, y libradnos de tan grandes aflicciones.
Oh,
tened
piedad,
oh
Dios
mío,
por
los
méritos
de
Jesucristo,
tened
piedad
por
el
amor
que
Os
tenéis
a
Vos
mismo;
por
el
amor
de
la
Virgen
María
«nuestra
Madre»,
¡perdonadnos!
Recordad,
oh
Señor,
que
somos
llamados
Vuestro
pueblo,
tened
piedad
de
la
locura
humana.
¡Enviad
un
rayo
de
Vuestra
luz
divina
que
disipe
las
tinieblas
de
nuestra
inteligencia,
y
que
nuestra
alma
enmendada
cambie
sus
caminos
y
no
sature
más
de
amargura
el
Corazón
de
su
Dios!
Señor,
solo
la
mano
de
Vuestra
infinita
misericordia
puede
salvarnos de tantos castigos.
Señor,
estamos
embriagados
de
aflicciones
internas
y
externas,
¡tened
piedad
de
nosotros!
Apartad,
Señor,
Vuestro
rostro
de
nuestros
pecados
y
mirad
a
Jesucristo
que
Os
ha
dado
satisfacción
sufriendo
y
muriendo
por
nosotros,
¡Él
es
Vuestro
Hijo!
Y
así
celebraremos
Vuestra
infinita
misericordia.
¡Deprisa,
escuchadnos,
Señor,
de
lo
contrario
nuestro
valor
se
verá
muy
disminuido,
ya
que
hemos
caído
en
un
estado
tan
miserable!
Rápido,
Señor,
dejadnos
sentir
Vuestra
misericordia,
porque
sólo
esperamos
en
Vos,
que
estáis
nuestro
Padre,
nuestro
Creador,
y
que
debeis
preservar y salvar a los que son Vuestros para siempre.