A la Santísima Virgen María
Oración a la Santísima Virgen María
después de la Comunión
Oh
María,
Virgen
Guardiana
Vos
que
tan
perfectamente
guardasteis
a
Jesús
en
Vos,
dignáos
guardarlo
en
mí
para
que yo a mi vez Lo entregue a las almas.
Oh
María,
estad
allí
cuando
no
esté.
Habladle
cuando
no
Le
hable.
Escuchadle
cuando
esté
distraído.
Rodeadle
cuando
esté
distante.
Calentadlo
cuando
mi
pobre
corazón
esté
demasiado
frío.
Reparad
mis
involuntarios
y
pasajeros
olvidos.
No
permitáis
nunca
que
me
separe
de
Él.
En
la
hora
de
mi
muerte,
llamadme,
mandadme
para
que
pueda
ir a alabaros eternamente en el cielo. Amén.
A los Sagrados Corazones de Jesús y María
por la conversión de los pecadores
Sagrado
Corazón
de
Jesús,
que
ardéis
en
tan
ardiente
amor
por
los
hombres,
y
que
sois
tan
poco
amado
por
ellos,
¡cómo
podré,
con
mi
fervor,
consolaros
por
la
ingratitud
de
todos
estos
cristianos
culpables!
Vuestro
Corazón,
siempre
tierno
y
compasivo,
¿estará
siempre
cargado
de
dolor
por
los
males
que
Vuestros
hijos
se
acarrean
con
sus
desórdenes
y
crímenes?
Yo
sé,
¡oh
Salvador
mío!
Vos
amáis
que
se
Os
ruegue
por
los
pecadores,
porque
por
ellos
Os
humillasteis
y
Os
resignasteis
a
todas
las
humillaciones
de
Vuestra
vida
y
a
los
tormentos
de
Vuestra
Pasión,
porque
queréis
que
se
conviertan
y
vivan.
Por
muy
culpable
que
yo
mismo
sea,
me
acerco
con
confianza
al
trono
de
Vuestras
misericordias,
esperando
firmemente
que
no
rechazaréis las oraciones que Os dirijo por estos desgraciados.
Sagrado
Corazón
de
Jesús,
tened
piedad
de
los
pecadores,
tocad
sus
corazones
endurecidos,
abrid
sus
ojos
cegados
por
sus
pasiones,
hacedles
ver
el
abismo
en
el
que
se
precipitan.
Piedad,
piedad,
¡oh
Dios
mío!
suspended
Vuestros
golpes.
Misericordia,
Señor,
misericordia!
¿Acaso
los
pecadores
no
son
Vuestros
hijos?
Oh
Dios
mío,
no
los
abandonéis,
y
ya
que
la
sangre
de
Vuestro
Hijo
fue
derramada
por
ellos,
que
no
sea
en
vano.
Recibid,
en
expiación
de
sus
crímenes,
los
sufrimientos
de
Jesús,
las
oraciones,
las
buenas
obras,
las
comuniones
de
tantos
cristianos
fervorosos,
a
los
que
me
uno
con
toda
la
fuerza
de
mi
alma.
Quiero
vivir
sólo
para
amaros,
feliz
si
pudiera
morir
de
amor
a
Vos,
y
compensaros
por
la
frialdad
de
tantos
cristianos,
que
no
Os
aman porque no Os conocen.
¡Oh
Corazón
Inmaculado
de
María!
Corazón
de
esta
augusta
Virgen
que
la
Iglesia
llama
con
razón
Refugio
y
Abogada
de
los
pecadores,
unid
Vuestras
súplicas
a
mis
débiles
plegarias
para
hacer
santa
violencia
al
Corazón
de
Jesús.
Oh
María,
pongo
mis
súplicas
en
Vuestro
Corazón;
dignaos
presentarlas
al
Juez
soberano,
a
Aquel
a
quien
llevasteis
en
Vuestro
seno
virginal,
a
Aquel
cuyas
sublimes
virtudes
imitasteis
tan
bien,
a
Aquel
a
quien
amasteis
tanto,
y
yo
estoy
tranquilo
en
la
dulce
esperanza de que serán atendidas. Amén.
A la Santísima Virgen,
a nuestro Ángel Custodio y Santo Patrono
Oración de la mañana
Virgen
Santísima,
Madre
de
Dios,
Madre
mía
y
Patrona
mía,
me
arrojo
confiadamente
en
el
seno
de
Vuestra
misericordia.
Madre
de
bondad,
sed
mi
refugio
en
mis
necesidades,
mi
consuelo
en
mis
penas
y
mi
Abogada
ante
Vuestro
adorable
Hijo,
hoy,
todos
los
días
de
mi
vida
y especialmente en la hora de mi muerte.
Ángel
del
Cielo,
mi
guía
fiel
y
caritativo,
alcanzadme
la
gracia
de
ser
tan
dócil
a
vuestras
inspiraciones
y
de
regular
tan
bien
mis
pasos
que
no
me
desvíe
en
nada
del
camino de los mandamientos de mi Dios.
Gran
Santo
cuyo
nombre
tengo
el
honor
de
llevar,
protegedme
y
rogad
por
mí,
para
que
pueda
servir
a
Dios
como
vos
en
la
tierra
y
glorificarle
eternamente
con
vos en el Cielo. Amén.
Muy dulce y amable Virgen María
por Sor María Consolata Ferrero
Dulcísima
y
amabilísima
Virgen
María,
amadísima
Hija
del
divino
Padre
Eterno,
tiernísima
Madre
del
divino
Hijo
Eterno,
santísima
Esposa
del
divino
Espíritu
Eterno,
vengo
a
Vos,
oh
Madre
mía
amantísima,
para
consagrarme
enteramente
a
Vos.
Vos
sois
la
más
pura,
la
más
bella;
Vos
sois
la
Inmaculada,
y
yo
no
soy
más
que
miseria,
pecado
e
inclinación
al
mal.
Vos,
oh
María,
habéis
sido
siempre
la
delicia
de
la
Santísima
Trinidad;
habéis
deleitado
al
Corazón
de
Dios,
Vuestro
Padre,
Vuestro
Esposo, con la blancura inmaculada de Vuestra santa alma.
Oh
Madre
compasivísima,
dirigid
una
mirada
de
piedad
hacia
esta
pobre
alma
en
la
agonía
de
las
más
perversas
tentaciones,
y
con
Vuestro
Poder
poned
en
fuga
al
enemigo
infernal.
En
el
momento
de
sus
formidables
asaltos,
me
refugiaré
en
Vuestro
Inmaculado
Corazón,
y
Vos,
oh
misericordiosísima
Reina
de
las
Vírgenes,
conservaréis
puro
mi
lirio
y
lo
presentaréis
a
Jesús
Vos
misma.
Mi
tierna
Madre,
Os
espero
en
la
hora
de
mi
muerte;
desde
ahora,
Os
doy
gracias
y
Os
ruego
que
guardéis
todo
en
mí,
para
que
todo
agrade
a
Jesús. ¡Gracias, oh María! Amén.
Ofrenda a María
por San Estanislao Kostka
Os
ofrezco,
oh
mi
tierna
Madre,
mi
trabajo
y
mis
penas,
mi
espíritu
y
mi
corazón;
dignaos
aceptar
este
pequeño
homenaje
con
mi
respeto
y
amor
por
Vos,
y
ofrecedlo
a
Jesucristo,
Vuestro divino Hijo y mi Salvador. Amén.
Oh Virgen y Madre, me entrego todo a Vos
por San Antonio María Claret
Oh
Virgen
y
Madre
de
Dios,
me
entrego
todo
a
Vos
como
Vuestro
hijo.
Para
honrar
Vuestra
pureza,
Os
consagro
mi
alma
y
mi
cuerpo,
mis
facultades
y
mis
sentidos,
y
Os
pido
la
gracia
de
no
cometer
ni
un
solo
pecado.
¡Madre, aquí está Vuestro hijo!
(tres veces)
En
Vos
he
puesto
toda
mi
confianza,
nunca
me
confundiré.
Alabanza a María
por San Agustín
¡Oh
María
Santísima!
¿Quién
podrá
daros
las
gracias
y
el
agradecimiento
que
Os
merecéis
por
la
ayuda
que
habéis
prestado
a
todo
el
mundo
que
estaba
perdido?
Qué
alabanza
puede
ofreceros
la
debilidad
de
nuestra
naturaleza,
que
estando
perdida
ha
encontrado
por
Vuestra
mediación
el
principio de su liberación.
Recibid,
pues,
por
favor,
estas
humildísimas
acciones
de
gracias,
aunque
sean
insignificantes
e
indignas
de
Vuestros
méritos,
y,
aceptando
nuestros
votos,
excusad
nuestros
pecados
con
Vuestras
oraciones.
Recibid
lo
que
Os
ofrecemos,
dad
lo
que
Os
pedimos,
excusad
lo
que
tememos,
tanto
más
cuanto
que
Vos
sois
la
única
Esperanza
de
los
pecadores;
por
Vos
esperamos
el
perdón
de
nuestras
culpas,
y
en
Vos
esperamos
toda
nuestra
felicidad.
Santa
María,
socorred
a
los
miserables,
ayudad
a
los
pusilánimes,
fortaleced
a
los
débiles,
rogad
por
el
pueblo,
intervenid
en
favor
del
clero;
que
todos
los
que
celebran
Vuestra
memoria
sientan
los
efectos
de
Vuestra
asistencia;
sed
favorable
a
los
deseos
de
los
que
recurren
a
Vuestra
clemencia
y
concededles
el
cumplimiento
de
sus
deseos;
que
Os
plazca
rogar
sin
cesar
por
el
pueblo
fiel,
Vos,
¡oh
Virgen
Santísima!
que
mereciste
dar
a
luz
al
Redentor
del mundo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Para pedir una buena muerte
por San Alfonso Ligorio
Oh
María,
Soberana
mía,
Madre
mía,
por
los
méritos
del
dolor
que
habéis
sufrido
cuando
habéis
visto,
ante
Vuestros
ojos,
a
Vuestro
Hijo
soportar
tan
crueles
sufrimientos,
inclinando
la
cabeza
y
exhalando
en
la
Cruz,
Os
ruego
que
me
consigáis
una
buena muerte. Amén.
A María, Madre de la Misericordia
por San Alfonso de Ligorio
Oh
Madre
de
misericordia,
ya
que
sois
tan
compasiva
y
tenéis
tan
gran
deseo
de
hacernos
el
bien
a
nosotros,
miserables
pecadores,
y
de
concedernos
lo
que
Os
pedimos,
yo,
el
más
miserable
de
todos
los
hombres,
he
venido
a
implorar
Vuestra
bondad;
dignaos
escucharme.
Dejad
que
otros
Os
pidan
todo
lo
que
desean,
salud,
bienes
y
ventajas
temporales;
para
mí,
oh
María,
Os
pido
lo
que
Vos
misma
queréis
encontrar
en
mí,
lo
que
es
más
conforme
y
agradable
a
Vuestro
Sagrado
Corazón.
Vos
sois
tan
humilde;
alcanzadme
humildad
y
amor
al
desprecio.
Habéis
sido
tan
paciente
en
las
penas
de
esta
vida;
alcanzadme
paciencia
en
las
adversidades.
Sois
tan
llena
de
amor
a
Dios;
alcanzadme
el
don
del
amor
santo
y
puro.
Estáis
llena
de
caridad
para
con
el
prójimo;
alcanzadme
caridad
para
con
todos,
especialmente
para
con
los
que
se
me
oponen.
Vos
siempre
estuvisteis
unida
a
la
Voluntad
de
Dios;
alcanzadme
la
plena
conformidad
con
todas
las
disposiciones
de
la
Providencia que me conciernen.
En
una
palabra,
Vos
sois
la
más
santa
de
todas
las
criaturas;
oh
María,
hacedme
santo.
Lo
único
que
puede
impedirme
recibir
Vuestras
gracias
es
o
mi
negligencia
en
invocaros
o
mi
falta
de
confianza
en
Vuestra
intercesión;
pero
estas
dos
disposiciones
esenciales,
la
fidelidad
en
invocaros
y
la
confianza
en
Vos,
Vos
me
las
podéis
obtener,
y
es
a
Vos
a
quien
las
pido,
es
de
Vos
a
quien
las
quiero,
es
de
Vos
a
quien
las
espero,
y
confiado
las
espero
de
Vos,
¡oh
María,
Madre
mía,
Esperanza
mía,
Amor
mío, Vida mía, Refugio mío, Auxilio mío y Consuelo mío! Amén.
A María, Refugio de los pecadores
por San Alfonso de Ligorio
Aquí,
oh
Madre
de
Dios,
postrado
a
Vuestros
pies,
un
desgraciado
pecador
que
se
dirige
a
Vos
y
pone
toda
su
confianza
en
Vos.
No
merezco
ni
una
sola
mirada
Vuestra,
pero
sé
que
desde
que
visteis
a
Vuestro
Hijo
dar
Su
vida
por
los
pecadores, habéis anhelado ayudarlos.
Oh
Madre
de
Misericordia,
considerad
mi
miseria
y
tened
piedad
de
mí.
Vos
sois
para
todos
nosotros
el
Refugio
de
los
pecadores,
la
Esperanza
de
los
desgraciados
reducidos
a
la
desesperación,
el
Auxilio
de
los
abandonados:
sed,
pues,
mi
Refugio,
mi
Esperanza
y
mi
Auxilio,
para
que
me
salvéis
por
Vuestra intercesión.
Por
amor
de
Jesucristo,
socorredme,
tended
la
mano
al
desgraciado
que,
después
de
una
caída,
se
confía
a
Vos
para
que le ayudéis a levantarse de nuevo.
Sé
que,
siempre
que
es
posible,
Os
agrada
acudir
en
ayuda
de
un
pecador;
ayudadme,
pues,
ahora
que
podéis
hacerlo.
He
perdido
tanto
la
gracia
como
mi
alma
por
mis
pecados;
pero
ahora
me
pongo
en
Vuestras
manos;
decidme
lo
que
debo
hacer
para
recobrar
la
gracia
de
mi
Dios,
y
lo
haré
sin
demora.
Quiere
que
recurra
a
Vuestra
misericordia,
para
que
me
ayudéis
en
el
gran
asunto
de
mi
salvación,
no
sólo
por
los
méritos
de
Vuestro
Hijo,
sino
también
por
Vuestras
oraciones.
¡Pues
bien!
Recurro
a
Vos;
rogad
por
mí
a
Vuestro
Divino
Hijo,
y
mostrad
todo
el
bien
que
hacéis
a
los
que
confían
en
Vos:
Vuestro
amor
me
da
la
esperanza
de
que
seré
escuchado.
Amén.
A María, Madre de la Salvación
Poderosa oración enseñada por la Santísima Virgen
Oh
María,
Madre
de
la
Salvación,
purificad
nuestros
corazones,
apartadlos
de
lo
terrenal,
unidlos
al
Vuestro
para
pedir al Padre Eterno:
¡Misericordia por los pecadores!
(tres veces)
Oh
María,
Madre
de
la
Salvación,
convertid
a
los
pecadores
y
socorred
a
los
desdichados
que
padecen
en
cuerpo
y
en
alma.
Que
el
Padre
Eterno,
por
los
méritos
de
la
Sangre
Preciosísima
de
Jesús,
me
haga
misericordia
y
que
la
Madre
de
la
Salvación
sea mi salvación.
Madre de la Salvación, ¡Sed mi salvación!
(tres veces)
Oración a la Santísima Virgen María
para obtener la conformidad a la Voluntad de Dios
Virgen
Santísima,
Madre
del
Verbo
Encarnado,
depositaria
de
gracias
y
refugio
de
miserables
pecadores,
nos
dirigimos
a
Vuestro
amor
maternal
con
fe
viva,
y
Os
pedimos
que
nos
alcancéis
la
gracia
de
cumplir
siempre
la
Voluntad
de
Dios
y
la Vuestra.
Ponemos
nuestro
corazón
en
Vuestras
manos,
Os
pedimos
la
salvación
de
nuestras
almas
y
cuerpos,
llenos
de
la
dulce
confianza
de
que
Vos
Os
mostraréis
Madre
nuestra,
concediéndonosla. Por eso decimos con fe viva:
Recita tres veces el «Dios Te salve, María…»
Acordaos – El Memorare
por San Bernardo de Claraval
Acordaos,
¡oh
piadosísima
Virgen
María!,
que
jamás
se
ha
oído
decir
que
ninguno
de
los
que
han
acudido
a
Vuestra
protección,
implorando
Vuestra
asistencia
y
reclamando
Vuestro
socorro,
haya
sido
desamparado.
Animado
por
esta
confianza,
a
Vos
también
acudo,
¡oh
Madre,
Virgen
de
las
vírgenes!,
y
gimiendo
bajo
el
peso
de
mis
pecados
me
atrevo
a
comparecer
ante
Vuestra
presencia
soberana.
¡Oh
Madre
de
Dios!,
no
desechéis
mis
súplicas,
antes
bien,
escuchadlas
y acogedlas benignamente. Amén.
Consagración a la Santísima Virgen María
por San Francisco de Sales
Os
saludo,
dulcísima
Virgen
María,
Madre
de
Dios,
y
Os
elijo
como
mi
Madre
queridísima;
Os
ruego
que
me
aceptéis
como
hijo
y
siervo
Vuestro;
no
quiero
tener
otra
madre
y
señora
que
Vos.
Por
eso
Os
ruego,
mi
buena,
bondadosa
y
tierna
Madre,
que
recordéis
que
soy
Vuestro
hijo,
que
Vos
sois
muy
poderosa
y
que
yo
soy
una
pobre,
vil
y
débil
criatura.
Os
ruego
también,
mi
dulcísima
y
querida
Madre,
que
me
gobernéis
y
me
defendáis
en
todas
mis
acciones;
porque,
ay,
soy
un
pobre
necesitado
y
un
mendigo
que
necesita
de
Vuestra
santa
ayuda
y
protección.
¡Pues
bien!
Virgen
Santísima,
dulce
Madre
mía,
hacedme
partícipe
de
Vuestros
bienes
y
de
Vuestras
virtudes,
especialmente
de
Vuestra
santa
humildad,
de
Vuestra
excelente
pureza
y
de
Vuestra
fervorosa
caridad;
pero,
sobre
todo,
concededme:
(Aquí se pide la gracia deseada).
No
me
digáis,
Virgen
misericordiosa,
que
no
podéis,
pues
Vuestro
amado
Hijo
Os
ha
dado
todo
poder
en
el
cielo
y
en
la
tierra.
Tampoco
me
diréis
que
no
debéis,
porque
sois
la
Madre
común
de
todos
los
pobres
hijos
de
Adán,
y
especialmente
la
mía;
así
que,
dulcísima
Virgen,
puesto
que
sois
mi
Madre
y
sois
muy
poderosa,
¿qué
podría
excusaros
si
no
me
prestaseis
Vuestro
auxilio?
Mirad,
Madre
mía,
que
estáis
obligada
a
concederme
lo
que
Os
pido,
y
a
consentir
a
mis
gemidos.
Por
eso,
exultad
en
el
cielo
y,
por
Vuestra
intercesión,
concededme
todos los bienes y gracias que necesito. Amén.
Sub Tuum Praesidium – Recurso a María
A
Vuestra
protección
recurrimos,
santa
Madre
de
Dios.
No
despreciáis
nuestras
súplicas
en
nuestras
necesidades,
pero
libradnos
siempre
de
todos
los
peligros,
¡oh
Virgen
gloriosa
y
bendita!
Amén.
Regina Cœli - Reina de los Cielos
Reina del Cielo, alegraos;
aleluya.
Porque el que merecisteis llevar en Vuestro seno;
aleluya.
Resucitó según dijo;
aleluya.
Rogad por nosotros a Dios;
aleluya.
Gozaos y alegraos, Virgen María;
aleluya.
Porque resucitó en verdad el Señor;
aleluya.
Oración:
¡Oh,
Dios!
que
Os
dignasteis
alegrar
al
mundo
por
la
Resurrección
de
Vuestro
Hijo,
nuestro
Señor
Jesucristo:
concedednos,
Os
rogamos,
que
por
la
mediación
de
la
Virgen
María,
Vuestra
Madre,
alcancemos
los
gozos
de
la
vida
eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén
Salve Regina – Dios Te salve Reina
•
Esta
hermosa
oración
a
María,
cantada
oficialmente
antes
del
siglo
XII,
fue
enriquecida
por
San
Bernardo,
que
añadió
las
tres
últimas
exclamaciones:
«¡O
clementísima!
¡O
piadosa!
¡O
dulce
Vírgen
María!»
Dios
Te
salve,
Reina
y
Madre
de
misericordia,
vida,
dulzura,
y
esperanza
nuestra,
Dios
Te
salve.
A
Ti
llamamos
los
desterrados
hijos
de
Eva.
A
Ti
suspiramos,
gimiendo
y
llorando
en
este
valle
de
lágrimas.
¡Ea,
pues,
Señora
abogada
nuestra,
vuelve
a
nosotros
esos
Tus
ojos
misericordiosos
y
despu-es
de
este
destierro
muéstranos
a
Jesús,
fruto
bendito
de
Tu
vientre.
¡O clemente! ¡O piadosa! ¡O dulce Virgen María!
Rogad por nosotros, santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos:
Dios
eterno
y
todopoderoso,
que
por
la
acción
del
Espíritu
Santo
habéis
preparado
el
cuerpo
y
el
alma
de
la
gloriosa
María,
Virgen
y
Madre,
para
hacer
de
Ella
una
morada
digna
de
Vuestro
Hijo,
concedednos,
en
la
alegría
que
nos
da
celebrar
Su
memoria,
ser
liberados,
por
Su
benévola
intercesión,
de
los
males
que
nos
amenazan
y
de
la
muerte
eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
El Angelus
El Ángel del Señor anunció a María,
Y concibió del Espíritu Santo.
Dios Te salve María.
He aquí la Esclava del Señor:
Hágase en Mí según vuestra palabra.
Dios Te salve María.
Y el Verbo Se hizo carne,
Y habitó entre nosotros.
Dios Te salve María.
Rogad por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oremos.
–
Señor,
derramad
Vuestra
gracia
en
nuestras
almas;
a
fin
de
que,
habiendo
conocido
por
la
voz
del
Ángel
la
Encarnación
de
Jesucristo,
Vuestro
Hijo,
podamos
por
los
méritos
de
Su
pasión
y
de
Su
Cruz,
llegar
a
la
gloria
de
Su
Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Ave, María
La Salutación angélica
Dios
Te
salve
María,
llena
eres
de
gracia,
el
Señor
es
contigo;
bendita Tú eres entre las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa
María,
Madre
de
Dios
y
Madre
nuestra,
ruega
por
nosotros,
pecadores,
ahora
y
en
la
hora
de
nuestra
muerte. Amén.