A la Santísima Virgen María
Dios Te salve, María!
La Salutación Angélica
L’Angélus
Salve Regina – Salve, oh Reina!
Regina Cœli – Reina del Cielo
Sub Tuum Praesidium – Recurso a María
Consagración a la Virgen María
por san Francisco de Sales
Acordaos, oh piadosa Virgen María – Memorare
por san Bernardo
Oración a la Santísima Virgen
Para obtener la conformidad a la Voluntad de Dios
Al Corazón Inmaculado de María
Oración a Nuestra Señora de Fátima
A Nuestra Señora de Fátima
Para confiarle nuestras necesidades
A María, Madre de la Salvación
Poderosa Oración enseñada por la Virgen María
A María, Refugio de los pecadores
por san Alfonso de Ligorio
A María, Madre de misericordia
por san Alfonso de Ligorio
Para pedir una buena muerte
por san Alfonso de Ligorio
Alabanza a María
por san Augustin
Oh Virgen y Madre, me entrego a Vos
por san Antonio María Claret
Ofrenda a María
por san Estanislao Kostka
Muy dulce y amable Virgen María
por Sor María Consolata Ferrero
A la Santísima Virgen, nuestro Ángel Custodio y nuestro santo
Patrón
A los Corazones de Jesús y de María
Para la conversión de los pecadores
A María, después de la Comunión
A Nuestra Señora del Carmen, para pedir Su protección
A la Virgen del Carmen para confiarle todas nuestras
necesidades
Súplica a Nuestra Señora del Carmen, para los tiempos difíciles
Ver las LETANÍAS
Ver las NOVENAS
Ave, María
La Salutación angélica
Dios
Te
salve
María,
llena
eres
de
gracia,
el
Señor
es
contigo;
bendita Tú eres entre las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa
María,
Madre
de
Dios
y
Madre
nuestra,
ruega
por
nosotros,
pecadores,
ahora
y
en
la
hora
de
nuestra
muerte.
Amén.
El Angelus
El Ángel del Señor anunció a María,
Y concibió del Espíritu Santo.
Dios Te salve María.
He aquí la Esclava del Señor:
Hágase en Mí según vuestra palabra.
Dios Te salve María.
Y el Verbo Se hizo carne,
Y habitó entre nosotros.
Dios Te salve María.
Rogad por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oremos.
–
Señor,
derramad
Vuestra
gracia
en
nuestras
almas;
a
fin
de
que,
habiendo
conocido
por
la
voz
del
Ángel
la
Encarnación
de
Jesucristo,
Vuestro
Hijo,
podamos
por
los
méritos
de
Su
pasión
y
de
Su
Cruz,
llegar
a
la
gloria
de
Su
Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Salve Regina – Dios Te salve Reina
•
Esta
hermosa
oración
a
María,
cantada
oficialmente
antes
del
siglo
XII,
fue
enriquecida
por
San
Bernardo,
que
añadió
las
tres
últimas
exclamaciones: «¡O clementísima! ¡O piadosa! ¡O dulce Vírgen María!»
Dios
Te
salve,
Reina
y
Madre
de
misericordia,
vida,
dulzura,
y
esperanza
nuestra,
Dios
Te
salve.
A
Ti
llamamos
los
desterrados
hijos
de
Eva.
A
Ti
suspiramos,
gimiendo
y
llorando
en
este
valle
de
lágrimas.
¡Ea,
pues,
Señora
abogada
nuestra,
vuelve
a
nosotros
esos
Tus
ojos
misericordiosos
y
despu-es
de
este
destierro
muéstranos
a
Jesús,
fruto
bendito
de
Tu
vientre.
¡O
clemente! ¡O piadosa! ¡O dulce Virgen María!
Rogad por nosotros, santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos:
Dios
eterno
y
todopoderoso,
que
por
la
acción
del
Espíritu
Santo
habéis
preparado
el
cuerpo
y
el
alma
de
la
gloriosa
María,
Virgen
y
Madre,
para
hacer
de
Ella
una
morada
digna
de
Vuestro
Hijo,
concedednos,
en
la
alegría
que
nos
da
celebrar
Su
memoria,
ser
liberados,
por
Su
benévola
intercesión,
de
los
males
que
nos
amenazan
y
de
la
muerte
eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
Regina Cœli - Reina de los Cielos
Reina del Cielo, alegraos;
aleluya.
Porque el que merecisteis llevar en Vuestro seno;
aleluya.
Resucitó según dijo;
aleluya.
Rogad por nosotros a Dios;
aleluya.
Gozaos y alegraos, Virgen María;
aleluya.
Porque resucitó en verdad el Señor;
aleluya.
Oración:
¡Oh,
Dios!
que
Os
dignasteis
alegrar
al
mundo
por
la
Resurrección
de
Vuestro
Hijo,
nuestro
Señor
Jesucristo:
concedednos,
Os
rogamos,
que
por
la
mediación
de
la
Virgen
María,
Vuestra
Madre,
alcancemos
los
gozos
de
la
vida
eterna.
Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén
Sub Tuum Praesidium – Recurso a María
A
Vuestra
protección
recurrimos,
santa
Madre
de
Dios.
No
despreciáis
nuestras
súplicas
en
nuestras
necesidades,
pero
libradnos
siempre
de
todos
los
peligros, ¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Consécration à la Vierge Marie
por San Francisco de Sales
Os
saludo,
dulcísima
Virgen
María,
Madre
de
Dios,
y
Os
elijo
como
mi
Madre
queridísima;
Os
ruego
que
me
aceptéis
como
hijo
y
siervo
Vuestro;
no
quiero
tener
otra
madre
y
señora
que
Vos.
Por
eso
Os
ruego,
mi
buena,
bondadosa
y
tierna
Madre,
que
recordéis
que
soy
Vuestro
hijo,
que
Vos
sois
muy
poderosa
y
que
yo
soy
una
pobre,
vil
y
débil
criatura.
Os
ruego
también,
mi
dulcísima
y
querida
Madre,
que
me
gobernéis
y
me
defendáis
en
todas
mis
acciones;
porque,
ay,
soy
un
pobre
necesitado
y
un
mendigo
que
necesita
de
Vuestra
santa
ayuda
y
protección.
¡Pues
bien!
Virgen
Santísima,
dulce
Madre
mía,
hacedme
partícipe
de
Vuestros
bienes
y
de
Vuestras
virtudes,
especialmente
de
Vuestra
santa
humildad,
de
Vuestra
excelente
pureza
y
de
Vuestra
fervorosa
caridad; pero, sobre todo, concededme:
(Aquí se pide la gracia deseada).
No
me
digáis,
Virgen
misericordiosa,
que
no
podéis,
pues
Vuestro
amado
Hijo
Os
ha
dado
todo
poder
en
el
cielo
y
en
la
tierra.
Tampoco
me
diréis
que
no
debéis,
porque
sois
la
Madre
común
de
todos
los
pobres
hijos
de
Adán,
y
especialmente
la
mía;
así
que,
dulcísima
Virgen,
puesto
que
sois
mi
Madre
y
sois
muy
poderosa,
¿qué
podría
excusaros
si
no
me
prestaseis
Vuestro
auxilio?
Mirad,
Madre
mía,
que
estáis
obligada
a
concederme
lo
que
Os
pido,
y
a
consentir
a
mis
gemidos.
Por
eso,
exultad
en
el
cielo
y,
por
Vuestra
intercesión,
concededme
todos
los
bienes
y
gracias que necesito. Amén.
Souvenez-Vous – El Memorare
por San Bernardo de Claraval
Acordaos,
¡oh
piadosísima
Virgen
María!,
que
jamás
se
ha
oído
decir
que
ninguno
de
los
que
han
acudido
a
Vuestra
protección,
implorando
Vuestra
asistencia
y
reclamando
Vuestro
socorro,
haya
sido
desamparado.
Animado
por
esta
confianza,
a
Vos
también
acudo,
¡oh
Madre,
Virgen
de
las
vírgenes!,
y
gimiendo
bajo
el
peso
de
mis
pecados
me
atrevo
a
comparecer
ante
Vuestra
presencia
soberana.
¡Oh
Madre
de
Dios!,
no
desechéis
mis
súplicas,
antes
bien,
escuchadlas
y
acogedlas benignamente. Amén.
Oración a la Santísima Virgen María
para obtener la conformidad a la Voluntad de Dios
Virgen
Santísima,
Madre
del
Verbo
Encarnado,
depositaria
de
gracias
y
refugio
de
miserables
pecadores,
nos
dirigimos
a
Vuestro
amor
maternal
con
fe
viva,
y
Os
pedimos
que
nos
alcancéis
la
gracia
de
cumplir
siempre
la
Voluntad
de
Dios
y
la
Vuestra.
Ponemos
nuestro
corazón
en
Vuestras
manos,
Os
pedimos
la
salvación
de
nuestras
almas
y
cuerpos,
llenos
de
la
dulce
confianza
de
que
Vos
Os
mostraréis
Madre
nuestra,
concediéndonosla. Por eso decimos con fe viva:
Recita tres veces el «Dios Te salve, María…»
Al Corazón Inmaculado de María
nuestra Madre y Mediadora
Oración a Nuestra Señora de Fátima
Refugio
materno,
oh
Reina
del
universo
y
Mediadora
entre
Dios
y
los
hombres,
Madre
de
amor,
de
dolor
y
de
misericordia,
consuelo
y
refugio
de
todas
nuestras
esperanzas,
aunque
Vuestro
corazón
haya
sido
destrozado
por
tantos
desprecios
y
ultrajes,
aún
Os
dignáis
sernos
propicia.
Concedednos,
hijos
indignos
e
ingratos,
Os
rogamos
con
gran
fe
y
confianza
filial,
la
gracia
de
ser
liberados
del
pecado
que
mata
a
las
almas
y
conduce al mundo a la ruina.
Oh
Madre
misericordiosa
y
clemente,
reconocemos
que
hemos
coronado
de
espinas
a
Vuestro
divino
Hijo,
Jesús,
nuestro
Redentor,
y
que
hemos
desgarrado
innumerables
heridas
en
Vuestro
tierno
Corazón.
Por
ello
hemos
merecido
los
castigos
de
la
justicia
divina;
pero
ahora,
arrepentidos,
invocamos
Vuestra
protección
y
ayuda,
refugiándonos
en
Vuestro
Corazón
materno,
único refugio en el torbellino que asola el mundo.
Junto
con
la
oración
por
nuestra
propia
salvación,
acepta
bondadosamente
nuestra
ferviente
súplica
de
reparación
por
las
numerosas
ofensas
cometidas
a
todas
horas
del
día
y
de
la
noche
por
tantos
hijos
ingratos,
para
que,
iluminados
y
atraídos
por
Vuestro
amor
maternal,
encuentren
también
ellos
refugio
y
salvación.
Oh
María,
Reina
del
cielo
y
de
la
tierra,
Madre
de
Dios,
Madre
y
Mediadora
nuestra,
Vos
que
sois
todopoderosa
con
Dios
y
que
queréis
nuestra
salvación,
en
esta
hora
triste
y
oscura
que
agobia
a
esta
humanidad
miserable
y
atormentada,
en
medio
de
las
fuerzas
crecientes
y
amenazantes
del
mal,
haced
descender
con
toda
nuestra
fe,
la
luz
de
Vuestro
amor
maternal
sobre
el
mundo
entero
y,
en
particular,
sobre
los
corazones
infieles
y
endurecidos
por
el
pecado,
para
que
todos,
unidos
en
un
solo
corazón
en
la
fe
y
el
amor
del
divino
Corazón
de
Jesús,
cantemos
en
todo
el
mundo
el
triunfo
de
Vuestra
misericordia
maternal.
Amén.
A la Virgen de Fátima
para confiarle todas nuestras necesidades
Nuestra
Señora
de
Fátima,
Madre
de
Dios
y
de
la
Iglesia,
y
tierna
Madre
de
todos
los
hombres,
Os
necesitamos.
Concedednos
la
luz
que
irradia
de
Vuestra
bondad,
el
consuelo
que
emana
de
Vuestro
Corazón
Inmaculado,
la
caridad
y
la
paz
de
la
que
sois
la
Reina.
Porque
Vos
conocéis
bien
lo
que
necesitamos,
Os
confiamos:
nuestras
necesidades
para
que
las
ayudéis,
nuestros
dolores
para
que
los
aliviéis,
y
que
aceptemos
el
sufrimiento
como
una
misericordia
de
Dios
para
purificarnos.
Os
confiamos
nuestros
males
para
que
los
sanéis,
nuestros
cuerpos
para
que
los
purifiquéis,
nuestros
corazones
para
que
los
llenéis
de
amor
y
contrición,
y
nuestras
almas
para
que
mediante
Vos,
se
salven.
Recordad,
oh
nuestra
buena
Madre,
que
Jesús
Os
concede
todo
lo que Le pidáis.
Obtened
el
alivio
de
las
almas
del
purgatorio,
la
curación
de
los
enfermos,
la
pureza
de
la
juventud
que
no
Os
conoce,
la
fe
y
la
armonía
de
las
familias,
la
paz
de
todos
los
hombres.
Haced
volver
a
los
que
se
han
desviado
del
camino
del
Cielo,
suscitad
muchas
vocaciones
religiosas;
dad
sacerdotes
santos
a
la
cristiandad,
proteged
al
Santo
Padre,
a
los
obispos
y
a
la
santa
Iglesia de Jesucristo.
Oh
Virgen
María,
escuchadnos
y
tened
piedad
de
nosotros.
Volved
a
nosotros
Vuestros
ojos
misericordiosos.
Y
después
de
este
destierro,
mostradnos
a
Jesús,
fruto
bendito
de
Vuestro
vientre,
oh
misericordiosa,
oh
caritativa,
oh
dulce
y
tierna
Virgen
María. Amén.
A María, Madre de la Salvación
Poderosa oración enseñada por la Santísima Virgen
Oh
María,
Madre
de
la
Salvación,
purificad
nuestros
corazones,
apartadlos
de
lo
terrenal,
unidlos
al
Vuestro
para
pedir al Padre Eterno:
¡Misericordia por los pecadores!
(tres veces)
Oh
María,
Madre
de
la
Salvación,
convertid
a
los
pecadores
y
socorred
a
los
desdichados
que
padecen
en
cuerpo
y
en
alma.
Que
el
Padre
Eterno,
por
los
méritos
de
la
Sangre
Preciosísima
de
Jesús,
me
haga
misericordia
y
que
la
Madre
de
la
Salvación
sea mi salvación.
Madre de la Salvación, ¡Sed mi salvación!
(tres veces)
A María, Refugio de los pecadores
por San Alfonso de Ligorio
Aquí,
oh
Madre
de
Dios,
postrado
a
Vuestros
pies,
un
desgraciado
pecador
que
se
dirige
a
Vos
y
pone
toda
su
confianza
en
Vos.
No
merezco
ni
una
sola
mirada
Vuestra,
pero
sé
que
desde
que
visteis
a
Vuestro
Hijo
dar
Su
vida
por
los
pecadores, habéis anhelado ayudarlos.
Oh
Madre
de
Misericordia,
considerad
mi
miseria
y
tened
piedad
de
mí.
Vos
sois
para
todos
nosotros
el
Refugio
de
los
pecadores,
la
Esperanza
de
los
desgraciados
reducidos
a
la
desesperación,
el
Auxilio
de
los
abandonados:
sed,
pues,
mi
Refugio,
mi
Esperanza
y
mi
Auxilio,
para
que
me
salvéis
por
Vuestra
intercesión.
Por
amor
de
Jesucristo,
socorredme,
tended
la
mano
al
desgraciado
que,
después
de
una
caída,
se
confía
a
Vos
para
que
le ayudéis a levantarse de nuevo.
Sé
que,
siempre
que
es
posible,
Os
agrada
acudir
en
ayuda
de
un
pecador;
ayudadme,
pues,
ahora
que
podéis
hacerlo.
He
perdido
tanto
la
gracia
como
mi
alma
por
mis
pecados;
pero
ahora
me
pongo
en
Vuestras
manos;
decidme
lo
que
debo
hacer
para
recobrar
la
gracia
de
mi
Dios,
y
lo
haré
sin
demora.
Quiere
que
recurra
a
Vuestra
misericordia,
para
que
me
ayudéis
en
el
gran
asunto
de
mi
salvación,
no
sólo
por
los
méritos
de
Vuestro
Hijo,
sino
también
por
Vuestras
oraciones.
¡Pues
bien!
Recurro
a
Vos;
rogad
por
mí
a
Vuestro
Divino
Hijo,
y
mostrad
todo
el
bien
que
hacéis
a
los
que
confían
en
Vos:
Vuestro
amor
me
da
la
esperanza de que seré escuchado. Amén.
A María, Madre de la Misericordia
por San Alfonso de Ligorio
Oh
Madre
de
misericordia,
ya
que
sois
tan
compasiva
y
tenéis
tan
gran
deseo
de
hacernos
el
bien
a
nosotros,
miserables
pecadores,
y
de
concedernos
lo
que
Os
pedimos,
yo,
el
más
miserable
de
todos
los
hombres,
he
venido
a
implorar
Vuestra
bondad;
dignaos
escucharme.
Dejad
que
otros
Os
pidan
todo
lo
que
desean,
salud,
bienes
y
ventajas
temporales;
para
mí,
oh
María,
Os
pido
lo
que
Vos
misma
queréis
encontrar
en
mí,
lo
que es más conforme y agradable a Vuestro Sagrado Corazón.
Vos
sois
tan
humilde;
alcanzadme
humildad
y
amor
al
desprecio.
Habéis
sido
tan
paciente
en
las
penas
de
esta
vida;
alcanzadme
paciencia
en
las
adversidades.
Sois
tan
llena
de
amor
a
Dios;
alcanzadme
el
don
del
amor
santo
y
puro.
Estáis
llena
de
caridad
para
con
el
prójimo;
alcanzadme
caridad
para
con
todos,
especialmente
para
con
los
que
se
me
oponen.
Vos
siempre
estuvisteis
unida
a
la
Voluntad
de
Dios;
alcanzadme
la
plena
conformidad
con
todas
las
disposiciones
de
la
Providencia
que
me conciernen.
En
una
palabra,
Vos
sois
la
más
santa
de
todas
las
criaturas;
oh
María,
hacedme
santo.
Lo
único
que
puede
impedirme
recibir
Vuestras
gracias
es
o
mi
negligencia
en
invocaros
o
mi
falta
de
confianza
en
Vuestra
intercesión;
pero
estas
dos
disposiciones
esenciales,
la
fidelidad
en
invocaros
y
la
confianza
en
Vos,
Vos
me
las
podéis
obtener,
y
es
a
Vos
a
quien
las
pido,
es
de
Vos
a
quien
las
quiero,
es
de
Vos
a
quien
las
espero,
y
confiado
las
espero
de
Vos,
¡oh
María,
Madre
mía,
Esperanza
mía,
Amor
mío,
Vida mía, Refugio mío, Auxilio mío y Consuelo mío! Amén.
Alabanza a María
por San Agustín
¡Oh
María
Santísima!
¿Quién
podrá
daros
las
gracias
y
el
agradecimiento
que
Os
merecéis
por
la
ayuda
que
habéis
prestado
a
todo
el
mundo
que
estaba
perdido?
Qué
alabanza
puede
ofreceros
la
debilidad
de
nuestra
naturaleza,
que
estando
perdida
ha
encontrado
por
Vuestra
mediación
el
principio
de
su
liberación.
Recibid,
pues,
por
favor,
estas
humildísimas
acciones
de
gracias,
aunque
sean
insignificantes
e
indignas
de
Vuestros
méritos,
y,
aceptando
nuestros
votos,
excusad
nuestros
pecados
con
Vuestras
oraciones.
Recibid
lo
que
Os
ofrecemos,
dad
lo
que
Os
pedimos,
excusad
lo
que
tememos,
tanto
más
cuanto
que
Vos
sois
la
única
Esperanza
de
los
pecadores;
por
Vos
esperamos
el
perdón
de
nuestras
culpas,
y
en
Vos
esperamos
toda
nuestra
felicidad.
Santa
María,
socorred
a
los
miserables,
ayudad
a
los
pusilánimes,
fortaleced
a
los
débiles,
rogad
por
el
pueblo,
intervenid
en
favor
del
clero;
que
todos
los
que
celebran
Vuestra
memoria
sientan
los
efectos
de
Vuestra
asistencia;
sed
favorable
a
los
deseos
de
los
que
recurren
a
Vuestra
clemencia
y
concededles
el
cumplimiento
de
sus
deseos;
que
Os
plazca
rogar
sin
cesar
por
el
pueblo
fiel,
Vos,
¡oh
Virgen
Santísima!
que
mereciste
dar
a
luz
al
Redentor
del
mundo,
que
vive
y
reina
por
los siglos de los siglos. Amén.
Oh Virgen y Madre, me entrego todo a Vos
por San Antonio María Claret
Oh
Virgen
y
Madre
de
Dios,
me
entrego
todo
a
Vos
como
Vuestro
hijo.
Para
honrar
Vuestra
pureza,
Os
consagro
mi
alma
y
mi
cuerpo,
mis
facultades
y
mis
sentidos,
y
Os
pido
la
gracia
de
no
cometer
ni
un
solo
pecado.
¡Madre, aquí está Vuestro hijo!
(tres veces)
En Vos he puesto toda mi confianza, nunca me confundiré.
Ofrenda a María
por San Estanislao Kostka
Os
ofrezco,
oh
mi
tierna
Madre,
mi
trabajo
y
mis
penas,
mi
espíritu
y
mi
corazón;
dignaos
aceptar
este
pequeño
homenaje
con
mi
respeto
y
amor
por
Vos,
y
ofrecedlo
a
Jesucristo,
Vuestro
divino Hijo y mi Salvador. Amén.
A la Santísima Virgen,
a nuestro Ángel Custodio y Santo Patrono
Oración de la mañana
Virgen
Santísima,
Madre
de
Dios,
Madre
mía
y
Patrona
mía,
me
arrojo
confiadamente
en
el
seno
de
Vuestra
misericordia.
Madre
de
bondad,
sed
mi
refugio
en
mis
necesidades,
mi
consuelo
en
mis
penas
y
mi
Abogada
ante
Vuestro
adorable
Hijo,
hoy,
todos
los
días
de
mi
vida
y
especialmente en la hora de mi muerte.
Ángel
del
Cielo,
mi
guía
fiel
y
caritativo,
alcanzadme
la
gracia
de
ser
tan
dócil
a
vuestras
inspiraciones
y
de
regular
tan
bien
mis
pasos
que
no
me
desvíe
en
nada
del
camino
de los mandamientos de mi Dios.
Gran
Santo
cuyo
nombre
tengo
el
honor
de
llevar,
protegedme
y
rogad
por
mí,
para
que
pueda
servir
a
Dios
como
vos
en
la
tierra
y
glorificarle
eternamente
con
vos
en
el Cielo. Amén.
Muy dulce y amable Virgen María
por Sor María Consolata Ferrero
Dulcísima
y
amabilísima
Virgen
María,
amadísima
Hija
del
divino
Padre
Eterno,
tiernísima
Madre
del
divino
Hijo
Eterno,
santísima
Esposa
del
divino
Espíritu
Eterno,
vengo
a
Vos,
oh
Madre
mía
amantísima,
para
consagrarme
enteramente
a
Vos.
Vos
sois
la
más
pura,
la
más
bella;
Vos
sois
la
Inmaculada,
y
yo
no
soy
más
que
miseria,
pecado
e
inclinación
al
mal.
Vos,
oh
María,
habéis
sido
siempre
la
delicia
de
la
Santísima
Trinidad;
habéis
deleitado
al
Corazón
de
Dios,
Vuestro
Padre,
Vuestro
Esposo,
con
la
blancura inmaculada de Vuestra santa alma.
Oh
Madre
compasivísima,
dirigid
una
mirada
de
piedad
hacia
esta
pobre
alma
en
la
agonía
de
las
más
perversas
tentaciones,
y
con
Vuestro
Poder
poned
en
fuga
al
enemigo
infernal.
En
el
momento
de
sus
formidables
asaltos,
me
refugiaré
en
Vuestro
Inmaculado
Corazón,
y
Vos,
oh
misericordiosísima
Reina
de
las
Vírgenes,
conservaréis
puro
mi
lirio
y
lo
presentaréis
a
Jesús
Vos
misma.
Mi
tierna
Madre,
Os
espero
en
la
hora
de
mi
muerte;
desde
ahora,
Os
doy
gracias
y
Os
ruego
que
guardéis
todo
en
mí, para que todo agrade a Jesús. ¡Gracias, oh María! Amén.
A Nuestra Señora del Carmen
para pedir Su protección
¡Oh
Santísima
e
Inmaculada
Virgen
María,
Reina
y
Gloria
del
Carmelo!
Vos
miráis
con
especial
bondad
a
los
que
visten
Vuestro
santo
hábito:
dignaos
también
dirigir
sobre
mí
una
mirada
favorable
y
cubridme
con
el
manto
de
Vuestra
maternal
protección.
Fortaleced
con
Vuestro
poder
mi
debilidad;
iluminad
con
Vuestra
sabiduría
las
tinieblas
de
mi
espíritu;
aumentad
en
mí
la
fe,
la
esperanza
y
la
caridad.
Adornad
mi
alma
con
gracias
y
virtudes,
para
que
sea
siempre
objeto
de
amor
a
Vuestro
divino
Hijo
y
a
Vos.
Asistidme
en
la
vida,
consoladme
en
la
muerte
por
Vuestra
Presencia
amorosísima,
y
presentadme
a
la
augusta
Trinidad,
como
hijo
Vuestro
y
devoto
servidor
Vuestro,
para alabaros y bendeciros eternamente en el paraíso. Amén.
A la Virgen del Carmen
para confiarle todas nuestras necesidades
Oh
Virgen
María,
Madre
de
Dios
y
Madre
de
los
pecadores
y
especial
protectora
de
los
que
Os
aman,
Vos
a
quien
la
Divina
Majestad
ha
engrandecido
eligiéndoos
como
Su
verdadera
Madre,
Os
ruego
que
me
obtengáis
de
Vuestro
amado
Hijo
el
perdón
de
mis
pecados,
la
enmienda
de
mi
vida,
la
salvación
de
mi
alma,
el
remedio
de
mis
necesidades,
el
consuelo
de
mis
aflicciones
y
la
gracia
especial
que
hoy
Os
pido,
si
conviene
al
mayor
honor
de
Dios
y
a
Su
mayor
gloria,
así
como
al
bien
de
mi
alma.
Confiando
en
Vuestro
amor
y
en
Vuestra
poderosa
intercesión, estoy seguro de que me será concedida.
Quisiera
tener
el
espíritu
de
todos
los
ángeles,
de
los
Santos
y
de
los
justos
para
poder
alabaros
dignamente,
y
uniendo
mi
voz
a sus afectos, Os saludo mil veces diciendo:
(Tres Avemarías).
Santísima
Virgen
del
Carmen,
deseo
que
todos,
sin
excepción,
se
cobijen
bajo
la
sombra
protectora
de
Vuestro
santo
Escapulario
y
que
todos
estén
unidos
a
Vos,
Madre
mía,
por
los
estrechos
y
afectuosos lazos de esta querida insignia.
¡Oh
Reina
del
Carmelo!
Miradnos,
postrados
en
reverencia
ante
Vuestra
sagrada
imagen,
y
concedednos
Vuestra
amorosa
protección.
Os
encomiendo
las
intenciones
del
Padre
de
la
Cristiandad
y
de
la
Iglesia
Católica,
nuestra
Madre,
así
como
las
necesidades
de
mi
nación
y
las
del
mundo
entero,
las
mías
propias y las de mis parientes y amigos.
Mirad
con
ojos
compasivos
a
tantos
pobres
pecadores,
herejes
y
cismáticos,
cómo
ofenden
a
Vuestro
Divino
Hijo
y
a
tantos
infieles
que
gimen
en
las
tinieblas
del
paganismo.
Que
todos
ellos
se
conviertan
y
Os
amen,
Madre
mía,
como
yo
deseo
amaros ahora y por toda la eternidad. Amén.
Súplica a Nuestra Señora del Carmen
para los tiempos difíciles
Oh Virgen del Carmen, oh Madre mía,
Tengo mil dificultades: ayudadme.
De los enemigos de mi alma: salvadme.
En mis errores: iluminadme.
En mis dudas y penas: confortadme.
En mis debilidades: fortalecedme.
Cuando me desprecien: animadme.
En las tentaciones: defendedme.
En los momentos difíciles: consoladme.
Con Vuestro corazón maternal: amadme.
Con Vuestro inmenso poder: protegedme.
Y en Vuestros brazos cuando muera: recibidme.
Virgen del Carmen, rogad por nosotros.
Amén.