La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Un religioso carmelita del convento de Perpignan se vio asaltado violentamente por las tentaciones más angustiosas durante toda una noche, por aquellas tentaciones que experimentó San Pablo y que le hicieron pedir la muerte. La angustia del joven estaba en su punto álgido y continuó hasta la mañana. Finalmente, Dios se apiadó de él y devolvió la calma a su alma. Al día siguiente, cuando tuvo que salir en compañía del prior, vio que un venerable anciano de aspecto sobrehumano salía a su encuentro. Este anciano lo detuvo y le dijo estas extraordinarias palabras: «Padre, has sostenido, pero con gran dificultad, una lucha muy gloriosa durante toda la noche. ¿Por qué no te acordaste de San José? ¿Por qué no recurrió a él en este juicio? Al menos deberías haber rezado una oración en su honor, para que viniera a luchar contra el diablo contigo.» El religioso, sorprendido al ver descubiertos los secretos de su corazón de esta manera, iba a replicar, pero el anciano desapareció después de dar esta lección, de la que el religioso se benefició, y que también puede ser muy útil para nosotros.
Nadie duda del poder de la Santísima Virgen y de Su disposición a ayudar a todos los que piden Su protección en las tentaciones. El poder de San José también es grande; su celo es el mismo, y si los efectos son menos frecuentes, es porque se le invoca muy poco.
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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