Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Sagrada Familia - Jesús María José

San Agustín y el niño.

Se cuenta la siguiente historia sobre San Agustín: El santo doctor llevaba mucho tiempo meditando sobre el misterio de la Santísima Trinidad y esperaba comprenderlo algún día. Una vez, mientras paseaba junto al mar, vio a un niño que jugaba con una concha y vertía agua de mar en un pequeño agujero que había cavado. San Agustín lo observó un momento, luego se acercó a él y le dijo: «Querido niño, ¿qué haces aquí? – Quiero verter el mar en este pequeño agujero. – Eso es imposible», dijo el obispo, sonriendo. «¡Nunca lo conseguirás!» Pero el niño, que no era más que un ángel, respondió: «Sería más fácil para mí verter todo el mar en este agujero, que para un ser humano ahondar en el misterio de la Santísima Trinidad.»

Una flor maravillosa.

El Dr. Sameléder de Córdoba descubrió en México una flor de origen oriental llamada «Hibiscus mutabilis». Esta extraordinaria flor es blanca por la mañana, roja por la tarde y azul hacia la noche. Desprende una fragancia exquisita, pero sólo hacia el mediodía. Está extendida por todo el istmo de Tehuantepek, especialmente a lo largo de la costa.

Esta flor tricolor tiene cierto parecido con la Santísima Trinidad. Tanto si brilla en blanco, rojo o azul, es una misma flor. Asimismo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un mismo Dios.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.