Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

Filter by Categories
Liturgia-es
Oración
Evangelio-Lecturas
Reflexiones
Historia

Una historia para cada día...

Jesucristo llama a la puerta de nuestro corazón.

Los sacramentos entre los protestantes.

Un príncipe protestante de Sajonia buscaba un predicador para su corte, y mandó publicar uno en sus estados, añadiendo que quería examinar él mismo a los candidatos. Se presentaron tres predicadores. El duque preguntó al primero: «¿Cuántos sacramentos hay? Respondió: «Dos: el Bautismo y la Palabra». El príncipe lo despidió y mandó llamar al segundo: «¿Cuántos Sacramentos hay? – Hay tres sacramentos –respondió–: el Bautismo, la Palabra y la Comunión. El duque lo despidió como al primero y mandó llamar al tercero al que le hizo la misma pregunta. El predicador respondió: «Señor, hay tantos como usted quiera». Encantado con esta respuesta, el príncipe le confió el cargo, diciendo: «Esto es bueno; sabes cómo acordar la religión con los deseos de tu soberano temporal.»

La verdadera religión no puede ajustarse a los deseos de los poderosos de la tierra, pues la verdad es invariable. La religión es como las matemáticas: a pesar de todo 2 X 2 = 4; y mientras seamos capaces de demostrar que una religión varía, esa religión no es la verdadera.

La doctrina protestante del infierno y sus contradicciones.

Luisa Hensel de Berlín, escritora y poeta de gran piedad (+ 1876), era hija de un pastor protestante del Ducado de Brandeburgo. Tras la prematura muerte de su padre, Luisa Hensel llegó a Berlín con su madre. Desde muy joven mostró gran interés por la religión, comenzó a leer libros religiosos y asistía con frecuencia a las predicaciones. Pero cuando vio que los predicadores protestantes se contradecían, empezó a dudar de la verdad de su doctrina. Entonces también escuchó sermones católicos en la iglesia de Santa Eduviges para ver dónde estaba la verdad. En vano su madre trató de mantenerla en el protestantismo, en vano invitó a varios ministros protestantes para fortalecerla en su fe. Cuando le preguntaron por qué acudía a los sermones católicos, contestó: «Porque allí escucho las mismas verdades, tanto si predica el Papa como si lo hace otro sacerdote. El párroco le dijo: «¿No nos pasa lo mismo? – No», respondió Luisa, «porque últimamente has declarado que existe el infierno y tu cohermano ha tardado una hora en demostrar lo contrario». En ese momento los dos pastores comenzaron a discutir y olvidaron el propósito de su visita. A partir de ese momento Luisa se sintió cada vez más atraída por la fe católica, y a los 20 años volvió al seno de la Iglesia (1818).

Una religión que admite una libertad ilimitada en la exégesis de la Biblia y reconoce doctrinas contradictorias no puede ser la verdadera religión. La verdadera Iglesia de Cristo es una en todos los lugares y en todos los tiempos, pues la verdad es una, por lo que la única Iglesia verdadera es la que predica las mismas doctrinas en todas partes y siempre.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.