¡Oh Jesucristo, eterna dulzura para los que Os aman; alegría que sobrepasa todo gozo y deseo; salvación y esperanza de todo pecador, que habéis manifestado no tener mayor deseo que estar entre los hombres, hasta tomar la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis padecido desde el instante de Vuestra concepción y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión, tal como fue decretado y ordenado desde toda eternidad, en el pensamiento divino.
Acordaos, Señor, que celebrando la Cena con Vuestros discípulos, después de haber lavado sus pies, les habéis dado Vuestro sagrado Cuerpo y Vuestra Sangre preciosa, y luego confortándolos con dulzura, les habéis anunciado Vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos mismo lo habéis manifestado, diciendo: «Mi alma está triste hasta la muerte».
Acordaos de todos los temores, angustias y dolores que habéis soportado en Vuestro Cuerpo delicado, antes del suplicio de la Cruz, cuando después de haber orado tres veces derramando un sudor de sangre, habéis sido traicionado por Judas Vuestro discípulo, apresado por la nación que habíais escogido y elevado, acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces, en la flor de Vuestra juventud, y en el tiempo solemne de Pascua.
Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión; que Os cubrieron los Ojos y la Cara, Os dieron bofetadas, Os coronaron con espinas, Os pusieron una caña en las manos, y atado a la columna, fuisteis desgarrado con azotes y agobiado con oprobios y ultrajes.
-En memoria de todas estas penas y dolores, que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz, concededme, antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa, una digna satisfacción, y la remisión de todos mis pecados. Amén.