Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Acto de consagración a la Voluntad divina

Acto de consagración a la Voluntad divina

Conformar nuestra voluntad a la de Dios es la mayor prueba de amor que podemos darle. Es, por tanto, la mayor gracia que debemos pedir.

Mi dulce Jesús, entro en Vuestra divina Voluntad, me postro ante la Suprema Majestad y repito con Vos:
«Aquí estoy, Padre, he venido a hacer Vuestra Voluntad».
Todo lo que tengo es Vuestro, Señor, como lo es esta Voluntad que tan generosamente me habéis dado.
Os la ofrezco para recibir a cambio la Vuestra. Me entrego a Vos, oh Padre, y a todo lo que queréis para mí. Repetiré con mi Santísima Madre:
«Hágase en Mí según Vuestra Voluntad».
Pongo mi debilidad en Vuestra fuerza, mi nada en Vos que lo sois todo, y mi ignorancia en Vuestra Sabiduría. Venid a reinar en mí y haced de mí un instrumento para Vuestra gloria.
Pongo mi vida y todas mis acciones a la Luz de Vuestra Divina Voluntad. Con toda la Corte Celestial, Os suplico: Bajad, oh Voluntad divina, y reinad en mi alma y en las almas de todos los que amo. Venid y reinad en la tierra como en el cielo. Amén.

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En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.