¡Para la preservación del Depósito de la Fe!

¡Para que venga el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene como fin particular la conservación del Depósito de la Fe mediante la enseñanza religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «un baluarte ante la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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El Corazón de Jesús sana al mundo

El adorable Corazón de Jesús es un abismo de gracia donde encontramos todo. Es un abismo de amor en el que debemos ahogar todo otro amor, pero especialmente nuestro amor propio con todas sus producciones malignas: el respeto humano, el deseo de elevarnos y de complacernos con nosotros mismos. Es ahogando nuestras inclinaciones erráticas e imperfectas en el abismo y el océano del amor divino que encontraremos todas las riquezas y la ayuda espiritual que necesitamos en todos nuestros estados.

Si estamos en un abismo de privación y desolación, este Corazón divino es el abismo de todo consuelo, en el que debemos perdernos, sin siquiera desear probar su dulzura.

Si estamos en un abismo de sequedad e impotencia, hundámonos en el Corazón de Jesús, que es un abismo de poder y de amor, y Él nos inspirará valor y confianza.

Cuando estamos en un abismo de miedo y de temor por nuestra salvación, el Corazón divino de Jesús es un abismo de confianza y de amor: abandonémonos a Él, nos enseñará que el miedo debe ceder al amor.

Si estamos en un abismo de pobreza y desprovistos de todos los bienes, hundámonos en este Sagrado Corazón lleno de tesoros; Él nos enriquecerá con Sus dones y gracias.

Si estamos en un abismo de debilidad, de recaídas y de miseria, acudamos a este Corazón adorable, que es un abismo de misericordia y de fuerza; nos levantará y nos fortalecerá.

Si reconocemos en nosotros un abismo de orgullo y de vana autoestima, hundámonos rápidamente en los profundos aniquilamientos del sagrado Corazón de Jesucristo; porque este Corazón soberanamente humilde es el abismo de la humildad: Él nos comunicará esta divina virtud.

Si nos encontramos en un abismo de ignorancia y oscuridad, el Sagrado Corazón de Jesús es un abismo de conocimiento y luz.

Si nosotros estamos en un abismo de infidelidad e inconstancia, el Corazón de Jesús es un abismo de constancia y fidelidad: hundámonos en él, y encontraremos allí un amor constante a amarnos y a hacernos bien.

Si nos encontramos como inmersos en la muerte, vayamos al Corazón de Jesús, y encontraremos allí un abismo de vida del que sacaremos una nueva vida de gracia y de amor, para poder hablar sólo con Su impresión, pensar y estimar sólo con Su luz, y amar sólo con Su amor.

Si nos encontramos en un abismo de ingratitud, el Corazón de Jesús es un abismo de gratitud; saquemos de él lo que podemos ofrecer a Dios por todos los bienes que hemos recibido de Él, y pidamos a este divino Mediador que nos compense con Su abundancia.

Si nos encontramos en un abismo de inquietud, de impaciencia, de cólera y de mal humor, acudamos al Corazón de Jesús, que es un abismo de dulzura, de paciencia y de moderación; Él traerá la paz y la calma a nuestra alma.

Si estamos en un abismo de disipación y distracción, encontraremos en el Corazón de Jesús un abismo de recogimiento y fervor que lo compensará todo, que fijará nuestro corazón y nuestra imaginación uniéndonos infinitamente a Él.

Si nos encontramos sumidos en un abismo de tristeza, hundamos la propia tristeza en el Sagrado Corazón de Jesús, que es un abismo de alegría celestial y divina. Este es el tesoro de todas las delicias de los Ángeles y de los Santos.

Si nos encontramos en la agitación y la ansiedad, este Corazón divino es un abismo de paz; esta paz se nos comunicará.

Cuando estemos en un abismo de amargura y sufrimiento, unámoslos al abismo de sufrimiento y angustia del Sagrado Corazón de Jesús. De Él aprenderemos a sufrir bien y a contentarnos en nuestras penas.

En fin, en todo y por todo, hundámonos en este océano de misericordia, de caridad y de amor, y, si es posible, no salgamos nunca más de él; dejémonos incendiar y penetrar por el fuego divino con que este Sagrado Corazón arde por Dios Su Padre y por los hombres; estemos en él como un niño en el seno de la tiernísima Madre, y como una esponja sumergida en el mar y completamente impregnada de sus aguas.

Lo que el Sagrado Corazón de Jesús pide ante todo a Sus almas es la pureza de intención, la mansedumbre, la humildad y la caridad en la acción, y la unidad en la búsqueda de la mayor gloria de Dios, amándolo y haciéndolo amar cada vez más.

Práctica. – Consagra tu vida, con todas las pruebas que te traerá, al Sagrado Corazón de Jesús, con espíritu de reparación por todos los ultrajes con los que se Le colma.

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.