La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Un día un viajero se perdió en un desierto, donde durante dos días estuvo privado de todo refrigerio. Finalmente encontró un árbol con un manantial al pie. Por desgracia, el árbol ya no tenía frutos, pero junto a la fuente había una pequeña bolsa. La cogió y dio gracias a Dios, pues pensó que la bolsa contenía guisantes, que alguien había olvidado. Pero cuando lo abrió encontró perlas de inestimable valor, pero no pudieron aplacar el hambre que lo devoraba. El pobre viajero imploró la ayuda de Dios. Poco después vio a un hombre montado en un camello que se acercaba a toda velocidad. Era el dueño de las perlas, cuya alegría por encontrar la bolsa perdida era inexpresable. Se apiadó del pobre hambriento, le dio pan e higos y se lo llevó en su caballo. En el camino, le dijo al viajero: «Verdaderamente es el buen Dios quien lo ha dispuesto así y sus caminos son admirables; me ha hecho perder las perlas, para que vuelva a esta fuente a salvar tu vida.»
En Kochstedt, cerca de Strassfurt (1898), un joven se refugió durante una terrible tormenta bajo un gran árbol. Lleno de terror, se encomendó fervientemente a la protección de la Santísima Virgen María. De repente, una ráfaga de viento le arrancó el sombrero y lo tiró. El joven se apresuró a cogerlo, y nada más dejar el árbol, un rayo lo alcanzó. La ráfaga de viento había salvado al joven de una muerte segura.
La divina Providencia Se vale de los más diversos medios para salvar a quienes confían en Ella.
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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