La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Convencido de que la conversión de los albigenses se debería a la devoción del Santísimo Rosario, Santo Domingo no dejó de difundirlo por todas partes. Un día que predicaba en presencia del duque de Bretaña, de toda la corte y de un gran número de personas, aseguró, según una revelación personal, que ningún homenaje, salvo el Oficio Divino y el adorable Sacrificio, era tan agradable a Jesús y a su Madre como el rezo ferviente del Rosario de María. Esta afirmación pareció exagerada a su numerosa audiencia; pero Dios la defendió, y así fue.
Después del sermón, Domingo celebró la Santa Misa en presencia de la multitud. ¿Y qué pasó? El Santo estaba extasiado; se le vio elevarse por encima del suelo y permanecer suspendido en el aire durante toda una hora, con el rostro encendido por el fuego divino. En la consagración, cuando levantó la sagrada hostia, todo el pueblo vio claramente a la Virgen Madre con Su divino Niño en brazos. Cuando levantó el cáliz, se vio al Redentor cubierto de heridas, traspasado y con todos los dolores de Su Pasión, como había estado en el Calvario. Hacia el final de la misa, una luz deslumbrante rodeó el altar; y en medio de este esplendor, el Señor Se mostró lleno de la gloria de Su resurrección, y como ascendiendo al cielo.
Esta visión conmovió a la multitud; y cuando el sacrificio terminó, Domingo volvió al púlpito. Explicó a sus asombrados oyentes el significado de estas tres apariciones: la Virgen sosteniendo al Niño Jesús era la figura de los Misterios Gozosos; el sufrimiento de Jesús significaba los Misterios Dolorosos; y Su resurrección, los Misterios Gloriosos. Hizo comprender a toda la asamblea lo agradable que debía ser para el Señor la devoción de meditar estos misterios mientras se rezaban las ciento cincuenta avemarías del Rosario, ya que Él lo confirmaba con tales prodigios. Todos, tanto los príncipes como los pueblos, quedaron convencidos y abrazaron con ardor tan excelente práctica.
LOCALIZACIÓN:
290 7e rang Mont-Tremblant QC J8E 1Y4
CP 4478 Mont-Tremblant QC J8E 1A1 Canada
(819) 688-5225
(819) 688-6548
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
WordPress multillingüe con WPML