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Oración al Padre Eterno en tiempos de calamidades
Es cierto que por nuestras grandes iniquidades hemos ofendido Vuestra Justicia, pero Vos, Dios mío, que estáis bueno por naturaleza, dejad que brille la grandeza de Vuestra infinita misericordia. Señor, si Os acordáis de nuestras iniquidades, ¿quién podrá permanecer ante Vos? Señor, confesamos que somos muy culpables y que son nuestros pecados los que nos han traído estas plagas. Pero Vos, Señor, que habéis querido que cada día Os llamemos Padre Nuestro, mirad ahora la gran aflicción de Vuestros hijos, y libradnos de tan grandes aflicciones.
Oh, tened piedad, oh Dios mío, por los méritos de Jesucristo, tened piedad por el amor que Os tenéis a Vos mismo; por el amor de la Virgen María «nuestra Madre», ¡perdonadnos! Recordad, oh Señor, que somos llamados Vuestro pueblo, tened piedad de la locura humana. ¡Enviad un rayo de Vuestra luz divina que disipe las tinieblas de nuestra inteligencia, y que nuestra alma enmendada cambie sus caminos y no sature más de amargura el Corazón de su Dios! Señor, solo la mano de Vuestra infinita misericordia puede salvarnos de tantos castigos.
Señor, estamos embriagados de aflicciones internas y externas, ¡tened piedad de nosotros! Apartad, Señor, Vuestro rostro de nuestros pecados y mirad a Jesucristo que Os ha dado satisfacción sufriendo y muriendo por nosotros, ¡Él es Vuestro Hijo! Y así celebraremos Vuestra infinita misericordia. ¡Deprisa, escuchadnos, Señor, de lo contrario nuestro valor se verá muy disminuido, ya que hemos caído en un estado tan miserable! Rápido, Señor, dejadnos sentir Vuestra misericordia, porque sólo esperamos en Vos, que estáis nuestro Padre, nuestro Creador, y que debeis preservar y salvar a los que son Vuestros para siempre.