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Oración al Sagrado Corazón de Jesús y al Sagrado Corazón de María por la conversión de los pecadores.
Jesucristo, que tanto sufrió por la salvación de todos los hombres, Se apresura a responder a las oraciones que ofrecemos por la conversión de las almas perdidas.
Sagrado Corazón de Jesús, que ardéis en tan ardiente amor por los hombres, y que sois tan poco amado por ellos, ¡cómo podré, con mi fervor, consolaros por la ingratitud de todos estos cristianos culpables! Vuestro Corazón, siempre tierno y compasivo, ¿estará siempre cargado de dolor por los males que Vuestros hijos se acarrean con sus desórdenes y crímenes? Yo sé, ¡oh Salvador mío! Vos amáis que se Os ruegue por los pecadores, porque por ellos Os humillasteis y Os resignasteis a todas las humillaciones de Vuestra vida y a los tormentos de Vuestra Pasión, porque queréis que se conviertan y vivan. Por muy culpable que yo mismo sea, me acerco con confianza al trono de Vuestras misericordias, esperando firmemente que no rechazaréis las oraciones que Os dirijo por estos desgraciados.
Sagrado Corazón de Jesús, tened piedad de los pecadores, tocad sus corazones endurecidos, abrid sus ojos cegados por sus pasiones, hacedles ver el abismo en el que se precipitan. Piedad, piedad, ¡oh Dios mío! suspended Vuestros golpes. Misericordia, Señor, misericordia! ¿Acaso los pecadores no son Vuestros hijos? Oh Dios mío, no los abandonéis, y ya que la sangre de Vuestro Hijo fue derramada por ellos, que no sea en vano. Recibid, en expiación de sus crímenes, los sufrimientos de Jesús, las oraciones, las buenas obras, las comuniones de tantos cristianos fervorosos, a los que me uno con toda la fuerza de mi alma. Quiero vivir sólo para amaros, feliz si pudiera morir de amor a Vos, y compensaros por la frialdad de tantos cristianos, que no Os aman porque no Os conocen.
¡Oh Corazón Inmaculado de María! Corazón de esta augusta Virgen que la Iglesia llama con razón Refugio y Abogada de los pecadores, unid Vuestras súplicas a mis débiles plegarias para hacer santa violencia al Corazón de Jesús. Oh María, pongo mis súplicas en Vuestro Corazón; dignaos presentarlas al Juez soberano, a Aquel a quien llevasteis en Vuestro seno virginal, a Aquel cuyas sublimes virtudes imitasteis tan bien, a Aquel a quien amasteis tanto, y yo estoy tranquilo en la dulce esperanza de que serán atendidas. Amén.