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Rosario meditado
Del Manual de Asociados del Rosario Perpetuo (Montreal 1956)
Oraciones antes del Rosario
- Se hace piadosamente la Señal de la Cruz, que es el señal del cristiano.
- Ofrenda del Rosario
- Se reza el Símbolo de los Apóstoles
- Se reza un Padrenuestro
- Se rezan tres Ave María
- Se reza un Gloria al Padre
Misterios Gozosos – Oremos por la conversión de los pecadores.
Primer Misterio: La Anunciación del Arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María
Pidamos la gracia de la humildad, fuente y raíz de todas las virtudes.
El Arcángel Gabriel anuncia a María que Ella será la Madre de Dios a través de la operación del Espíritu Santo. La humilde Virgen acepta, y el Salvador de los hombres toma cuerpo en Su casto seno.
Dios esperaba de la Virgen María una aceptación libre. A Su petición, María, siempre perfectamente conformada a la Voluntad de Dios, responde: «¡Que se Me haga según tu palabra!» Dios nos deja también libres para obedecerle. No violenta al hombre. Quiere que Le sirvan por amor. ¿Cómo usamos nuestra libertad? ¿Lo usamos para nuestro propio bien o para nuestra propia desgracia?
Pidamos humilde sumisión a todas las voluntades de Dios.
Os adoro, oh Verbo eterno encarnado en el seno de María. Me postro a Vuestros pies con el Arcángel Gabriel, oh Virgen de las Vírgenes, para honrar Vuestro augusto título de Madre de Dios. Le ruego que una Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro casto esposo, para obtener para mi mayor bien el someter mi voluntad a la Voluntad de Dios.
Oraciones para la Decena
Segundo Misterio: La Visitación de María a Su prima Isabel
Pidamos la gracia de la caridad hacia el prójimo.
La Virgen María visita a Su prima Isabel, que pronto dará a luz a Juan el Bautista. Con la voz de María, el niño y su madre son santificados. Felicitada por Isabel, María lleva la gloria al Altísimo con Su sublime cántico: el Magníficat.
Todas las obras maestras divinas son misterios de humildad. María le responde a Su prima que el honor que le incumbe viene enteramente de Dios, y que no tiene Ella ningún mérito en ello. María fue elegida para ser la Madre de Dios a causa de Su profunda humildad.¿Comprendemos siempre que sólo mediante la humildad más sincera crecemos a los ojos de Dios?
Pidamos la humildad, fuente y raíz de todas las virtudes.
Os adoro, oh Jesús, viviendo en María y visitando a Juan el Bautista para santificarlo. Me postro a Vuestros pies, como Santa Isabel, oh Madre admirable, para proclamar que sois bendita entre todas las mujeres; y Os ruego que unáis Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro fiel compañero, para obtener para mí una auténtica humildad cristiana.
Oraciones para la Decena
Se reza un Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén
Se rezan diez Dios Te salve María
Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Se reza un Gloria al Padre
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena:
Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.
Tercer Misterio: El Nacimiento de Jesús en el establo de Belén
Pidamos la gracia del desprendimiento de todas las cosas transitorias y materiales.
¡Jesús, Hijo de Dios, nace en un establo! María Lo envuelve en pañales, Lo pone en el pesebre entre dos animales. Los pastores de Belén, luego los Magos del Este, vienen a adorar a su Salvador.
Jesús viene a salvar a los hombres. Debe nacer en un establo porque no hay lugar en las casas de los hombres. Quiere nacer en nuestros corazones para salvarnos. ¿Siempre damos a Dios el lugar que debería tener en nuestras vidas?
Pidamos el amor de Dios y la extirpación de todo lo que nos separa de Él.
Os adoro, oh Jesús, nacido para nosotros en el establo y acostado en un pesebre. Me inclino a Vuestros pies, oh María, con los pastores y los Reyes Magos, para daros las gracias por habernos dado a Jesús. Os ruego que unáis Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro admirable apoyo, para obtener para mí la gracia de aceptar a Dios en mi vida y abrir mi corazón de par en par a Su amor.
Oraciones para la Decena
Se reza un Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén
Se rezan diez Dios Te salve María
Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Se reza un Gloria al Padre
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena:
Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.
Cuarto Misterio: La Presentación de Jesús en el Templo
Pidamos la gracia de la obediencia a todas las voluntades de Dios.
Para obedecer la Ley de Moisés, María y José llevaron a Jesús al templo de Jerusalén y Lo presentaron al Señor. El anciano Simeón recibe al Niño Divino en sus brazos y celebra Su futura gloria. Le dice a María que sufrirá mucho: «Una espada Te atravesará el corazón…» La Virgen María, Inmaculada en Su concepción, no fue obligada a venir al templo «para ser purificada». Ella fue allí, sin embargo, para obedecer la Ley de Dios con amor, y estaba feliz de encontrar en este paso una oportunidad para la humildad.
Pidamos una perfecta obediencia a Dios, la prueba suprema del amor que Le tenemos.
Os adoro, oh Jesús, presentado al Templo por María Vuestra Madre. Me postro a Vuestros pies, Santa Madre de mi Dios, para honraros y bendeciros como lo hizo el anciano Simeón. Os ruego que unáis Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro guardián angélico, para obtener para mí la gracia de poner con la mayor confianza todo lo que amo bajo la protección de Dios.
Oraciones para la Decena
Se reza un Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén
Se rezan diez Dios Te salve María
Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Se reza un Gloria al Padre
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena:
Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.
Quinto Misterio: La pérdida y el recobro de Jesús en el Templo
Pide la gracia de buscar la complacencia de Dios en todas nuestras acciones.
Jesús, de doce años, habiendo acompañado a Sus padres a Jerusalén, permaneció en el templo sin que ellos lo supieran. Después de tres días de angustia, María y José Lo encuentran entre los doctores de la ley, que están deleitados con Su sabiduría.
María es la Madre de los pecadores. En esta dolorosa ocasión, Ella conoce la angustia, la soledad, el vacío del culpable. El pecador pierde a Dios. Sin Dios, no le queda nada. ¿Comprendemos que el pecado mortal es la mayor desgracia de nuestras almas? Pidamos la gracia del arrepentimiento sincero para todos los pecadores, nuestros hermanos y hermanas.
Os adoro, oh Jesús, encontrado en el Templo por Vuestra divina Madre después de tres días de ausencia. Me postro a Vuestros pies, oh María, refugio de los pecadores, para pediros perdón por haber abandonado muy a menudo Vuestro servicio. Os ruego que unáis Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro querido Consuelo, para obtener para mí la gracia de buscar sólo a Dios y de no abandonarlo nunca.
Oraciones para la Decena
Se reza un Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén
Se rezan diez Dios Te salve María
Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Se reza un Gloria al Padre
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena:
Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.