Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Nuestra Señora del Rosario

Rosario meditado

Del Manual de Asociados del Rosario Perpetuo (Montreal 1956)

Oraciones antes del Rosario

  •  Se hace piadosamente la Señal de la Cruz, que es el señal del cristiano.
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
  • Ofrenda del Rosario
Me uno a todos los Santos que están en los Cielos, a todos los justos que están en la tierra, a todas las almas fieles que hay en este lugar. Me uno a Vos, Jesús mío, para alabar dignamente a Vuestra Santísima Madre y alabaros en Ella y por Ella. Renuncio a todas las distracciones que me sobrevengan durante este Rosario. Quiero rezarlo con modestia, atención y devoción, como si fuera el último de mi vida. R. Amén. Os ofrecemos, Santísima Trinidad, este Credo para honrar todos los misterios de nuestra fe; este Padrenuestro y estas tres Avemarías para hon­rar la Unidad de Vuestra esencia y la Trinidad de Vuestras Personas. Os pedimos fe viva, firme esperanza y ardiente caridad. R. Amén.
  • Se reza el Símbolo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra: y en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia de Jesucristo, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
  • Se reza un Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbradnos del mal. Amén.
  • Se rezan tres Ave María
Dios Te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre las mujeres, y bendito es Tu Hijo, Jesús. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Se reza un Gloria al Padre
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, y a la Madre de Dios. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Misterios Gozosos – Oremos por la conversión de los pecadores.

Primer Misterio: La Anunciación del Arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María

Pidamos la gracia de la humildad, fuente y raíz de todas las virtudes.

Annonciation de l'Archange Gabriel à la Vierge Marie

El Arcángel Gabriel anuncia a María que Ella será la Madre de Dios a través de la operación del Espíritu Santo. La humilde Virgen acepta, y el Salvador de los hombres toma cuerpo en Su casto seno.

Dios esperaba de la Virgen María una aceptación libre. A Su petición, María, siempre perfectamente conformada a la Voluntad de Dios, responde: «¡Que se Me haga según tu palabra!» Dios nos deja también libres para obedecerle. No violenta al hombre. Quiere que Le sirvan por amor. ¿Cómo usamos nuestra libertad? ¿Lo usamos para nuestro propio bien o para nuestra propia desgracia?

Pidamos humilde sumisión a todas las voluntades de Dios.

Os adoro, oh Verbo eterno encarnado en el seno de María. Me postro a Vuestros pies con el Arcángel Gabriel, oh Virgen de las Vírgenes, para honrar Vuestro augusto título de Madre de Dios. Le ruego que una Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro casto esposo, para obtener para mi mayor bien el someter mi voluntad a la Voluntad de Dios.

Oraciones para la Decena

Se reza un Padrenuestro Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén Se rezan diez Dios Te salve María Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Se reza un Gloria al Padre Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena: Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.

Segundo Misterio: La Visitación de María a Su prima Isabel​

Pidamos la gracia de la caridad hacia el prójimo.

Visitation de la Vierge Marie à Sa cousine Élisabeth

La Virgen María visita a Su prima Isabel, que pronto dará a luz a Juan el Bautista. Con la voz de María, el niño y su madre son santificados. Felicitada por Isabel, María lleva la gloria al Altísimo con Su sublime cántico: el Magníficat.

Todas las obras maestras divinas son misterios de humildad. María le responde a Su prima que el honor que le incumbe viene enteramente de Dios, y que no tiene Ella ningún mérito en ello. María fue elegida para ser la Madre de Dios a causa de Su profunda humildad.¿Comprendemos siempre que sólo mediante la humildad más sincera crecemos a los ojos de Dios?

Pidamos la humildad, fuente y raíz de todas las virtudes.

Os adoro, oh Jesús, viviendo en María y visitando a Juan el Bautista para santificarlo. Me postro a Vuestros pies, como Santa Isabel, oh Madre admirable, para proclamar que sois bendita entre todas las mujeres; y Os ruego que unáis Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro fiel compañero, para obtener para mí una auténtica humildad cristiana.

Oraciones para la Decena

Se reza un Padrenuestro

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.

El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén

Se rezan diez Dios Te salve María

Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Se reza un Gloria al Padre

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena:

Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.

Tercer Misterio: El Nacimiento de Jesús en el establo de Belén

Pidamos la gracia del desprendimiento de todas las cosas transitorias y materiales.

La Nativité de Jésus à Bethléem

¡Jesús, Hijo de Dios, nace en un establo! María Lo envuelve en pañales, Lo pone en el pesebre entre dos animales. Los pastores de Belén, luego los Magos del Este, vienen a adorar a su Salvador.

Jesús viene a salvar a los hombres. Debe nacer en un establo porque no hay lugar en las casas de los hombres. Quiere nacer en nuestros corazones para salvarnos. ¿Siempre damos a Dios el lugar que debería tener en nuestras vidas?

Pidamos el amor de Dios y la extirpación de todo lo que nos separa de Él.

Os adoro, oh Jesús, nacido para nosotros en el establo y acostado en un pesebre. Me inclino a Vuestros pies, oh María, con los pastores y los Reyes Magos, para daros las gracias por habernos dado a Jesús. Os ruego que unáis Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro admirable apoyo, para obtener para mí la gracia de aceptar a Dios en mi vida y abrir mi corazón de par en par a Su amor.

Oraciones para la Decena

Se reza un Padrenuestro

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.

El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén

Se rezan diez Dios Te salve María

Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Se reza un Gloria al Padre

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena:

Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.

Cuarto Misterio: La Presentación de Jesús en el Templo

Pidamos la gracia de la obediencia a todas las voluntades de Dios.

La Présentation de Jésus au Temple

Para obedecer la Ley de Moisés, María y José llevaron a Jesús al templo de Jerusalén y Lo presentaron al Señor. El anciano Simeón recibe al Niño Divino en sus brazos y celebra Su futura gloria. Le dice a María que sufrirá mucho: «Una espada Te atravesará el corazón…» La Virgen María, Inmaculada en Su concepción, no fue obligada a venir al templo «para ser purificada». Ella fue allí, sin embargo, para obedecer la Ley de Dios con amor, y estaba feliz de encontrar en este paso una oportunidad para la humildad.

Pidamos una perfecta obediencia a Dios, la prueba suprema del amor que Le tenemos.

Os adoro, oh Jesús, presentado al Templo por María Vuestra Madre. Me postro a Vuestros pies, Santa Madre de mi Dios, para honraros y bendeciros como lo hizo el anciano Simeón. Os ruego que unáis Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro guardián angélico, para obtener para mí la gracia de poner con la mayor confianza todo lo que amo bajo la protección de Dios.

Oraciones para la Decena

Se reza un Padrenuestro

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.

El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén

Se rezan diez Dios Te salve María

Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Se reza un Gloria al Padre

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena:

Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.

Quinto Misterio: La pérdida y el recobro de Jesús en el Templo​

Pide la gracia de buscar la complacencia de Dios en todas nuestras acciones.

Le recouvrement de Jésus au Temple

Jesús, de doce años, habiendo acompañado a Sus padres a Jerusalén, permaneció en el templo sin que ellos lo supieran. Después de tres días de angustia, María y José Lo encuentran entre los doctores de la ley, que están deleitados con Su sabiduría.

María es la Madre de los pecadores. En esta dolorosa ocasión, Ella conoce la angustia, la soledad, el vacío del culpable. El pecador pierde a Dios. Sin Dios, no le queda nada. ¿Comprendemos que el pecado mortal es la mayor desgracia de nuestras almas? Pidamos la gracia del arrepentimiento sincero para todos los pecadores, nuestros hermanos y hermanas.

Os adoro, oh Jesús, encontrado en el Templo por Vuestra divina Madre después de tres días de ausencia. Me postro a Vuestros pies, oh María, refugio de los pecadores, para pediros perdón por haber abandonado muy a menudo Vuestro servicio. Os ruego que unáis Vuestras oraciones a las de San José, Vuestro querido Consuelo, para obtener para mí la gracia de buscar sólo a Dios y de no abandonarlo nunca.

Oraciones para la Decena

Se reza un Padrenuestro

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el Tu Nombre; venga a nos el Tu reino; hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.

El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdonadnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén

Se rezan diez Dios Te salve María

Dios Te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Tu Hijo Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Se reza un Gloria al Padre

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

En Fátima Nuestra Señora pidió que se rezara la siguiente oración después de cada decena:

Oh Jesús mío, perdonadnos nuestros pecados, líbradnos del fuego del infierno, y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Vuestra misericordia.

Oraciones después del Rosario

Salve oh Reina

Salve, Reina; Madre de misericordia, vida, dulzura, y esperanza nuestra; salve. Los desterrados hijos de Eva, clamamos a Vos desde este valle de lágrimas; y entre gemidos y llantos, suspiramos por Vos. Ea, pues, Abogada nuestra: dirigid esos Vuestros ojos de misericordia sobre nuestras almas. Y después de este destierro, mostradnos a Jesús, fruto bendito de Vuestro santo vientre. ¡O clementísima! ¡O piadosa! ¡O dulce Vírgen María! V/ Rogad por nosotros, santa Madre de Dios. R/ Para que seamos dignos de las promesas de Cristo. Oremos: Dios eterno y todopoderoso, que por la acción del Espíritu Santo preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa María, Virgen y Madre, para hacer de Ella una morada digna de Tu Hijo, concédenos, en la alegría que nos da celebrar Su memoria, ser liberados, por Su benévola intercesión, de los males que nos amenazan y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. R/ Amén. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y de la Madre de Dios. Amén.

Comparte estas oraciones con sus seres queridos.

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.