MAGNIFICAT
La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene como fin particular la conservación del Depósito de la Fe mediante la enseñanza religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «un baluarte ante la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
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Este es el siervo fiel y prudente
que el Señor ha establecido sobre su familia.
San José es el hombre elegido entre todos los demás para ser el padre del Niño Jesús y el esposo de la Virgen Inmaculada. Esta incomparable misión contiene todos los títulos de su grandeza. San José contribuyó a la realización del plan de la Providencia ocultando el secreto de la Encarnación del Hijo de Dios al enemigo del género humano. Gracias al matrimonio legal que José contrajo con María, la antigua serpiente no conoció el cumplimiento de la predicción del profeta Isaías: Una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo que Se llamará Dios con nosotros, Emmanuel. Esta vocación no se parece a ninguna otra; distingue a San José. Veló por el Niño y la Madre; Los salvó de todos los peligros, Los guió por la tierra extranjera y Los trajo de vuelta a Israel. Es el ángel visible de la Sagrada Familia, depositario de la confianza de Dios. Qué poderoso debe ser ante el trono de la gracia el siervo fiel a quien Dios ha dado los tesoros del cielo y de la tierra para que los guarde.
La misión angélica que San José cumplió con respecto a la Sagrada Familia se perpetúa en la Iglesia; porque las vocaciones de Dios son irrevocables; y lo que los Santos fueron en la tierra, lo serán eternamente en el Cielo. José será siempre el agente de Dios, el instrumento de la Providencia. Él vela por los hijos de la Iglesia como veló por la cuna en Belén; los preserva de las asechanzas del enemigo, provee a sus necesidades espirituales y temporales, consuela los dolores del exilio y lleva a los peregrinos de este mundo de vuelta a la patria celestial. San José es sobre todo el modelo y el guía de las almas interiores. Dirijámonos a él para pedirle el amor de una vida oculta, el conocimiento de la oración y el culto a Dios. Sería poco honrar a San José con nuestro ferviente homenaje si no buscáramos merecer su paternal protección.
R.P. Théodore Ratisbonne, Miettes évangéliques, París, Société Générale de Librairie Catholique, 1878, p. 525-526.
San José, Patrón de la Santa Iglesia,
sea glorificado y haga que venga el reinado de Dios en la tierra como en el cielo.
LOCALIZACIÓN:
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(819) 688-6548
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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