Consideremos que María fue gloriosa después de Su muerte,
porque Su sagrado cuerpo resucitó por la virtud del Altísimo,
y se revistió inmediatamente de claridad, sutileza, agilidad e
impasibilidad. Encantados de verla en tanta gloria, invoqué-
mosla, diciendo:
Oh excelsa Reina, a quien Dios tan gloriosamente resucitó de entre
los muertos, sed propicia con nosotros; conseguidnos que en el
último día resucitemos como Vos.
Dios Te salve, María…
Oh excelsa Reina, cuyo cuerpo resucitado fue glorificado por la
claridad y la sutileza, en recompensa de Vuestro modo de vivir, tan
ejemplar y tan humilde, apartad de nosotros toda manera
despreciativa, toda vana estima de nosotros mismos, y haced que
sólo la humildad sea el ornamento de nuestra vida.
Dios Te salve, María…
Oh excelsa Reina, cuyo cuerpo resucitado fue glorificado por la
agilidad y la impasibilidad, como premio al fervor y a la paciencia que
Os distinguieron en la tierra, pedid para nosotros el valor de mortificar
nuestros cuerpos y reprimir pacientemente nuestras inclinaciones
viciosas.
Dios Te salve, María…
Démosle a María la alabanza que Le es debida; exaltemos la gloria
que Ella recibió en Su cuerpo resucitado, y digamos, con las Virtudes,
el quinto coro de los Ángeles:
3 Dios Te salve, María…
Oremos. Os rogamos, Señor, que perdonéis los pecados de Vuestros
siervos, para que, incapaces de agradaros con nuestras acciones,
seamos salvados por la intercesión de la Madre de Vuestro Hijo
Nuestro Señor. Amén.