La lema para 2023: La Paciencia
Les deseo esta virtud cristiana de la paciencia.
La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Acuérdate, Señor, de Tus piedades y de Tu misericordia, que son eternas: para que nunca nos dominen nuestros enemigos: líbranos, oh Dios de Israel, de todas nuestras angustias. – Salmo: A Ti, Señor, elevo mi alma: en Ti confío, Dios mío; no sea yo avergonzado.
Oh Dios, que nos ves destituidos de toda fuerza: guárdanos interior y exteriormente; para que seamos protegidos contra toda adversidad en el cuerpo, y seamos purificados de los malos pensamientos en la mente. Por el Señor Jesucristo.
Hermanos: Os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús a que, habiendo aprendido de nosotros la manera cómo debéis caminar y agradar a Dios, caminéis de modo que siempre progreséis más y más. Porque ya sabéis qué mandamientos os dimos de parte del Señor Jesús. Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación: que cada uno de vosotros sepa conservar su vaso con santificación y honor, y no con afecto de concupiscencia, como los gentiles que ignoran a Dios: que ninguno oprima, ni engañe a su hermano porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os lo hemos dicho y atestiguado. Porque no nos ha llamado Dios a la inmundicia, sino a la santificación, en Jesucristo, Nuestro Señor.
La santidad del cristiano. — Insiste el Apóstol en este paso sobre la santidad de costumbres que debe brillar en el cristiano. Gloria es del cristianismo el haber hecho partícipe al cuerpo de la santidad del alma; no obstante nos advierte su doctrina celestial, que esta santidad del alma se empaña y pierde por la sordidez del cuerpo. Restauremos, pues, en nosotros al hombre entero con la ayuda de la práctica de esta santa Cuaresma. Purifiquemos nuestras almas por la confesión de los pecados, por la compunción del corazón, el amor al Señor misericordioso, y rehabilitemos nuestro cuerpo haciéndole llevar el yugo de la expiación a fin de que en adelante sea servidor del alma y su dócil instrumento, hasta que, posesionándose esta de la felicidad sin fin y sin medida, vierta sobre aquel la sobreabundancia de delicias en que se verá felizmente anegada.
Se han multiplicado las tribulaciones de mi corazón: líbrame, Señor, de mis necesidades. Mira mi humildad y mi trabajo: y perdona todos mis pecados.
Alabad al Señor, porque es bueno: porque Su misericordia es eterna. ¿Quién expresará las maravillas del Señor, y quién contará Sus alabanzas? Bienaventurados los que guardan la ley, y práctican la justicia en todo tiempo. Acuérdate de nosotros, Señor, según Tu benevolencia para con Tu pueblo: visítanos con Tu salud.
En aquel tiempo tomó Jesús a Pedro, y a Santiago, y a Juan, su hermano, y los llevó aparte, a un elevado monte: y Se transfiguró ante ellos. Y resplandeció Su cara como el sol: y Sus vestidos se tornaron blancos como la nieve. Y he aquí que se les aparecieron Moisés y Elias, hablando con El. Y, respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, es bueno estarnos aquí: si quieres, hagamos aquí tres tiendas, una para Ti, una para Moisés, y una para Elias. Aun hablaba él, cuando una nube lúcida les envolvió. Y he aquí una voz de la nube, diciendo: Este es Mi amado Hijo, en el que Me he complacido bien: oídle a El. Y, al oírlo los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron mucho. Y Se acercó Jesús, y les tocó, y les dijo: Levantaos, y no temáis. Y, alzando sus ojos, no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. Y, al descender ellos del monte, les ordenó Jesús, diciendo: A nadie diréis esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
Bondad de Jesús y flaqueza de los Apóstoles. — De este modo acudía Jesús en ayuda de Sus Apóstoles en vísperas de la prueba, y quería estampar profundamente Su imagen gloriosa en sus almas, previendo el día en que el ojo carnal no vería en él más que flaqueza e ignominia. ¡Oh previsión de la gracia divina, que jamás falta al hombre y que justifica siempre la bondad y justicia de Dios! Hemos pecado como los Apóstoles. Nosotros también acudimos a implorar esa misericordia sin tasa. Esta gracia desciende abundosa a nuestras almas en el tiempo en que nos hallamos; mana abundantemente de los santos ejercicios de Cuaresma. Subamos al monte con Jesús; en esas alturas no se oye ya la baraúnda de la tierra. Fijemos allí nuestra tienda durante cuarenta días en compañía de Moisés y Elias, quienes como nosotros y antes que nosotros santificaron ese número con sus ayunos; y cuando el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos, publicaremos los favores con que Se dignó agraciarnos en el Tabor.
Escucha mi clamor: atiende a la voz de mi oración, oh Rey mío y Dios mío: porque a Ti oraré, Señor. Suplicámoste humildemente, oh Dios omnipotente, hagas que, los que Tú alimentas con Tus sacramentos, Te sirvan también con buenas costumbres. Por el Señor Jesucristo. Amén.
Les deseo esta virtud cristiana de la paciencia.
En todas nuestras necesidades, imploremos a nuestra buena Madre del Cielo, que obra prodigios de gracia cada día en el lugar bendito de Lourdes, donde nos manifiesta Su amor de manera especial.
Les deseo la santidad. Deseo que sean como Jesucristo.
Jesucristo, que tanto sufrió por la salvación de todos los hombres, Se apresura a responder a las oraciones que ofrecemos por la conversión de las almas perdidas.
«¡Cuanto más Me honréis, tanto más les bendeciré!»
LOCALIZACIÓN:
290 7e rang Mont-Tremblant QC J8E 1Y4
CP 4478 Mont-Tremblant QC J8E 1A1 Canada
(819) 688-5225
(819) 688-6548
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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