Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Cuarto Domingo de Cuaresma – Domingo «Laetare» de la alegría

Jesús, nuestro amoroso Rey
Jesús, nuestro Rey, nos ha redimido con Su sangre. Démosle las gracias y alegrémonos de la gracia de la salvación que nos ofrece.

Introito

Alégrate, Jerusalén: y alegraos con ella, todos los que la amáis: gozaos con alegría, los que estuvisteis en la tristeza: para que os regocijéis, y os saciéis de las ubres de vuestra consolación. Salmo: Me alegré de lo que se me ha dicho: Iremos a la casa del Señor.

 

Colecta

Suplicámoste, oh Dios omnipotente, hagas que, los que nos afligimos por causa de nuestra acción, respiremos con el consuelo de Tu gracia. Por el Señor Jesucristo.

 


Epístola

Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Gálatas.

Hermanos: Escrito está: Que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava, y otro de la libre. Pero, el que tuvo de la esclava, nació según la carne: el que tuvo de la libre nació en virtud de la promesa: esto ha sido dicho en alegoría. Porque estas (madres) son los dos Testamentos. El uno, dado en el Monte Sinaí, engendra para la esclavitud: éste es Agar. Porque el Sinaí es un monte de Arabia, que corresponde a la Jerusalén del presente, la cual sirve con sus hijos. Pero la Jerusalén de arriba es libre, y ésta es nuestra madre. Porque está escrito: Alégrate, estéril, que no pares: prorrumpe, y clama, la que no das a luz: porque los hijos de la abandonada son más numerosos que los de la que tiene marido. Y nosotros, hermanos, somos, como Isaac, hijos de la promesa. Pero, así como entonces el nacido según la carne perseguía al nacido según el espíritu, así es también ahora. Mas, ¿qué dice la Escritura? Arroja a la esclava y a su hijo: porque no será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De modo, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre: con la libertad con que Cristo nos libertó.

 

Reflexión sobre la Epístola

Durante mucho tiempo nos hemos arrastrado como él sobre la tierra; el pecado nos tenía encadenados; cuanto más pesaban sobre nosotros las cadenas de nuestra esclavitud, más creíamos que estábamos libres. Ha llegado el tiempo propicio y los días de salvación también están presentes; y, dóciles a la voz de la Iglesia, hemos tenido la felicidad de entrar en los sentimientos y prácticas de la Santa Cuaresma. Hoy, el pecado se nos presenta como el más inaguantable de las sujecciones, la carne como una carga peligrosa, el mundo como un tirano inhumano; comenzamos a respirar y la esperanza de un próximo rescate nos inspira vivos entusiasmos. Agradezcámoselo efusivamente a nuestro Libertador, nos saca Él de la esclavitud de Agar, nos libra del terror del Sinaí, y, sustituyéndonos al antiguo pueblo, nos abre con Su sangre las puertas de la Jerusalén celeste.

 

Gradual

Me alegré de lo que se me ha dicho: Iremos a la casa del Señor. Haya paz en tu antemuro: y abundancia en tus palacios.

 

Tracto

Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no será nunca quebrantado el que habita en Jerusalén. Montes hay en torno de ésta: y el Señor está en torno de Su pueblo desde ahora y para siempre.

 


Evangelio

Continuación del santo Evangelio según S. Juan.

En aquel tiempo pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, donde está Tiberiades: y Le siguió una gran muchedumbre, porque veían los prodigios que hacía con los que estaban enfermos. Subió, pues, Jesús al monte: y sentóse allí con Sus discípulos. Y estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Y, como alzase los ojos Jesús, y viese que había venido a El una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos panes, para que coman éstos? Pero esto lo decía para probarle: porque El ya sabía lo que había de hacer. Respondióle Felipe: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno reciba un poco. Dícele uno de Sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces: pero, ¿qué es esto para tantos? Dijo entonces Jesús: Haced que se sienten los hombres. Y había mucha hierba en aquel lugar. Sentáronse, pues, los hombres en número de casi cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes, y, habiendo dado gracias, los distribuyó entre los sentados: e hizo lo mismo con los peces, dando a todos cuanto quisieron. Y, cuando se saciaron, dijo a Sus discípulos: Recoged los restos que han sobrado, para que no perezcan. Los recogieron, pues, y llenaron doce cestos con las sobras de los cinco panes de cebada, que dejaron los que habían comido. Y aquellos hombres, cuando vieron que Jesús había hecho un milagro, dijeron: Este es el verdadero Profeta, que ha de venir al mundo. Pero, cuando conoció Jesús que iban a venir para arrebatarle y hacerle rey, huyó de nuevo al monte El solo.

 

Reflexión sobre la Epístola

Realeza Espiritual de Cristo. — Estos hombres que el Señor acababa de saciar su hambre con tanta bondad y en virtud de un poder tan milagroso, les domina un solo pensamiento: proclamar a Jesús por Rey. Este poder y bondad que Jesús ha manifestado con ellos Le ha hecho digno, a su juicio, de que reine sobre ellos. ¿Qué haremos, pues, nosotros, cristianos, que conocemos mucho mejor este doble atributo del Salvador, que los pobres judíos? Desde hoy mismo debemos llamarle para que reine en nosotros. Acabamos de verlo en la Epístola, nos ha puesto en libertad, librándonos de nuestros enemigos. Esta libertad sólo la podemos conservar guardando Su ley. Jesús no es un tirano como lo son el mundo y la carne; Su imperio es benigno y pacífico y nosotros somos Sus hijos antes que súbditos. En la corte de este gran Rey servir es reinar. Olvidemos pues en Su presencia todas nuestras pasadas servidumbres; y si alguna cadena aun nos sujeta, rompámosla pronto, porque la Pascua es la fiesta de la libertad y ya se divisa en el horizonte el crepúsculo de este gran día. Caminemos animosos hacia el término; Jesús nos dará el descanso y nos hará sentar sobre el césped como a este pueblo de quien habla el Evangelio. El Pan que nos tiene preparado hará que pronto olvidemos las fatigas del camino.

 

Poscomunión

Suplicámoste, Oh Dios misericordioso, hagas que tratemos con sinceros obsequios, y recibamos con alma siempre fiel, estas cosas santas, de que incesantemente nos saciamos. Por el Señor Jesucristo.

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