La lema para 2023: La Paciencia
Les deseo esta virtud cristiana de la paciencia.
La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Modelo de hogar cristiano. – Hablando el Evangelio más tarde de la vida de Jesús en Nazaret al lado de María y de José, la describe con estas sencillas palabras: «Estaba sumiso a ellos. Y Su Madre conservaba todas estas cosas en Su corazón, y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres.» A pesar de su concisión, este sagrado texto contiene una luminosa visión de orden y de paz que revela a nuestra mirada, la autoridad, sumisión, dependencia y mutuas relaciones de la Sagrada Familia. La santa casa de Nazaret se presenta a nuestra vista como el modelo perfecto del hogar cristiano. José manda allí con tranquila serenidad, como el que tiene conciencia de que al obrar así hace la voluntad de Dios y habla en nombre Suyo. Comprende que, al lado de su virginal Esposa y de su divino Hijo él es el más pequeño; y con todo eso, su humildad hace que, sin temor ni turbación, acepte su papel de jefe de la Sagrada Familia que Dios le ha encomendado, y como un buen superior, no piensa en hacer uso de su autoridad sino para cumplir de un modo más perfecto su oficio de servidor, de súbdito y de instrumento. María, como conviene a la mujer, Se somete humildemente a José, y adorando al mismo tiempo a quien manda, da sin vacilar Sus órdenes a Jesús en las múltiples ocasiones que se presentan en la vida de familia, llamándole, pidiendo Su ayuda, señalándole tal o cual trabajo, como lo hace una madre con su hijo. Y Jesús acepta humildemente Sus indicaciones: Se muestra atento a los menores deseos de Sus padres, dócil a sus más leves órdenes. El más hábil, más sabio que María y que José, Se somete a ellos en todos los detalles de la vida ordinaria y así continuará obrando hasta Su vida pública, porque es la condición de la humanidad que ha asumido, y la voluntad de Su Padre. «En efecto, exclama San Bernardo entusiasmado ante un espectáculo tan sublime, el Dios a quien están sujetos los Ángeles, a quien obedecen los Principados y Potestades, estaba sometido a María; y no sólo a María, sino también a José por causa de María. Admirad, por tanto, a ambos, y ved cuál es más admirable, si la liberalísima condescencia del Hijo o la gloriosísima dignidad de la Madre. De los dos lados hay motivo de asombro; por ambas partes, prodigio. Un Dios obedeciendo a una criatura humana, he ahí una humildad nunca vista; una criatura humana mandando a un Dios, he ahí una grandeza sin igual.»
Lección saludable la que aquí se nos ofrece. Dios quiere que se obedezca y que se mande conforme al papel y al cargo de cada uno, no conforme a sus méritos o sus virtudes. En Nazaret, el orden de la autoridad y de la dependencia no es precisamente el mismo que el de la perfección y de la santidad. Lo mismo ocurre de ordinario en la sociedad humana y en la misma Iglesia: si el superior debe a veces respetar en el inferior una virtud mayor que la suya, el inferior tiene siempre la obligación de acatar en el superior una autoridad derivada de la autoridad misma de Dios.
Así se nos presenta la Sagrada Familia bajo el techo de Nazaret, verdadero modelo de la vida doméstica en sus mutuas relaciones de amor y en sus inefables bellezas, vida que constituye la esfera de acción de millares de fieles de todo el mundo; donde el marido gobierna como José y la mujer obedece como María; donde los padres atienden a la educación de los hijos, y éstos imitan a Jesús con Su obediencia, Sus progresos, Su alegría y la luz que esparcen a Su alrededor. Según la expresión de un piadoso autor que nos complacemos en citar aquí, el hogar cristiano es «el vestíbulo del paraíso» por las gracias que todos los días y en cada momento derrama el cielo sobre él, por las numerosas virtudes que ejercita, y, finalmente, por las alegrías que atesora. Por eso, no hay que extrañar que sea objeto de los continuos ataques por parte de los enemigos del género humano; y si éstos logran con frecuencia destacadas victorias sobre el reino fundado aquí abajo por Nuestro Señor Jesucristo «es porque han conseguido mancillar la santidad del matrimonio, destruir la autoridad de los padres o resfriar los afectos y deberes de los hijos para con sus progenitores.» Gracias a Dios, la familia cristiana es una institución universal, defendida por la Iglesia como su más bella creación y como el mayor beneficio que ha podido prestar a la sociedad. Ahora bien, la luz, la paz, la pureza y la felicidad que irradia el hogar cristiano, todo ello dimana de la vida que llevaron en la santa casa de Nazaret, Jesús María y José.
Gócese mucho el padre del Justo, alégrense Tu Padre y Tu Madre; regocíjese La que Te engendró. Salmo: ¡Qué amables son Tus tiendas, oh Señor de los ejércitos! Mi alma codicia y ansia los atrios del Señor. – Gloria al Padre…
Señor Jesucristo, que, sometido a María y a José, consagraste la vida doméstica con inefables virtudes: haz que nosotros, con el, auxilio de ambos, nos instruyamos con los ejemplos de Tu santa Familia, y alcancemos su eterna compañía. Tú que vives y reinas…
Hermanos: Revestios como elegidos de Dios, como santos y amados (Suyos), de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de modestia y de paciencia, soportándoos mutuamente y perdonándoos los unos a los otros, si alguien tuviese queja contra otro. Como el Señor os perdonó a vosotros, así debéis hacer vosotros. Más, sobre todas estas cosas, tened caridad, porque ella es el vínculo de la perfección. Y la paz de Cristo salte gozosa en vuestros corazones, pues por ella habéis sido llamados a formar un solo Cuerpo. Y sed agradecidos. La Palabra de Cristo habite copiosa en vosotros en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con salmos, e himnos, y cánticos espirituales, cantando con gracias a Dios en vuestros corazones. Todo cuanto hagáis, de palabra o de obra, hacedlo en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, dando gracias a Dios y al Padre por El.
Una cosa he pedido al Señor y esta buscaré: morar en la Casa del Señor todos los días de mi vida. – Dichosos los que habitan en Tu Casa, Señor: Te alabarán por los siglos de los siglos. Aleluya, aleluya. – Verdaderamente Tú eres un Rey escondido, eres el Dios de Israel, el Salvador. Aleluya.
Cuando Jesús fué de doce años, subieron ellos a Jerusalén, conforme a la costumbre del día de fiesta. Y, pasados los días, volviendo ellos, Se quedó el Niño Jesús en Jerusalén; y no lo advirtieron Sus padres. Pensando que estaría en la caravana, anduvieron el camino de un día, y Le buscaron entre los parientes y conocidos. Y, no encontrándole, volvieron a Jerusalén, buscándole. Y aconteció que, tres días después, Le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles. Y, todos los que Le oían, se admiraban de Su prudencia, y de Sus respuestas. Y, cuando Le vieron se pasmaron. Y Le dijo Su Madre: Hijo ¿por qué nos has hecho esto? He aquí que Tu padre y Yo Te hemos buscado con dolor. Y El les dijo: ¿Por qué Me buscabais? ¿No sabíais que Me conviene atender a las cosas de Mi Padre? Pero ellos no entendieron lo que les dijo. Y bajó con ellos y vino a Nazaret: y estaba sujeto a ellos. Y Su Madre conservaba en Su corazón todas estas palabras. Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad y en gracia, delante de Dios y de los hombres.
¡Oh Jesús! has bajado del cielo para enseñarnos. La flaqueza de la infancia que Te oculta a nuestras miradas, no impide que Tu celo nos haga conocer al único Dios que lo ha creado todo, y a Ti, Su Hijo a quien envió. Recostado en el pesebre y con una simple mirada has instruido a los pastores; bajo Tus humildes pañales y en Tu voluntario silencio has revelado a los Magos la luz que buscaban siguiendo a la estrella. A los doce años, explicas a los doctores de Israel las Escrituras que dan testimonio de Ti; poco a poco disipas las tinieblas de la Ley con Tu presencia y con Tus palabras. En trueque de cumplir la voluntad de Tu Padre celestial, no dudas en dejar intranquilo el corazón de Tu Madre, buscando almas para iluminarlas. Tu amor hacia los hombres ha de herir todavía con mayor dureza ese tierno corazón el día en que, por la salvación de esos mismos hombres, Te haya de contemplar clavado en el madero de la cruz, expirando en medio de inmensos dolores. Sé, bendito, oh Emmanuel, en los primeros misterios de Tu infancia, en los cuales apareces preocupado exclusivamente de nosotros, prefiriendo la compañía de estos hombres pecadores que un día han de conspirar contra Ti, a la de Tu misma Madre.
Ofrecémoste, Señor, esta Hostia de placación, y suplicámoste humildemente que, por intercesión de la Virgen, Madre de Dios, y del bienaventurado José, consolides firmemente nuestras familias en Tu paz y gracia. Por el mismo Señor Jesucristo.
A los que alimentas con estos celestes Sacramentos, hazlos, Señor, imitar siempre los ejemplos de Tu santa Familia: para que en la hora de nuestra muerte, acompañados de la gloriosa Virgen, Tu Madre, y del bienaventurado José, merezcamos ser recibidos por Ti en las eternas moradas. Tú que vives y reinas…
Les deseo esta virtud cristiana de la paciencia.
En todas nuestras necesidades, imploremos a nuestra buena Madre del Cielo, que obra prodigios de gracia cada día en el lugar bendito de Lourdes, donde nos manifiesta Su amor de manera especial.
Les deseo la santidad. Deseo que sean como Jesucristo.
Jesucristo, que tanto sufrió por la salvación de todos los hombres, Se apresura a responder a las oraciones que ofrecemos por la conversión de las almas perdidas.
«¡Cuanto más Me honréis, tanto más les bendeciré!»
LOCALIZACIÓN:
290 7e rang Mont-Tremblant QC J8E 1Y4
CP 4478 Mont-Tremblant QC J8E 1A1 Canada
(819) 688-5225
(819) 688-6548
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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