Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

La Sagrada Familia en oración

Un ejemplo de la infinita misericordia de Dios

Un pecador, cargado de muchos pecados, pero penetrado de arrepentimiento, se presentó ante el venerable arzobispo de Sens, Pedro de Corbeil. Esto ocurrió en el siglo XII, cuando las penitencias públicas aún se empleaban en algunas iglesias. Después de hacer una buena confesión, preguntó si Dios le perdonaría todos sus pecados. «No lo dudes, hermano mío, respondió el arzobispo, siempre que estés dispuesto a cumplir la penitencia que se te impone. – Pero, ¿podría imponerme una penitencia lo suficientemente rigurosa como para igualar la gravedad de mis crímenes?» El prelado, al ver fluir las lágrimas del penitente, no pudo contener las suyas y le impuso una penitencia de siete años. «¿Qué, Padre? dijo el pecador arrepentido, ¡sólo siete años por tan enormes pecados! – Te daré aún menos, mi querido hijo. Te bastará con ayunar tres días a pan y agua. – Por favor, Ministro de Dios, no me pierda dejando que mis iniquidades queden impunes. Os imploro que no me disculpéis; estoy dispuesto a todo». El piadoso confesor, al ver tan santas disposiciones, pensó que debía reducir más: «Hijo mío –dijo–, por toda penitencia, reza una vez la oración dominical.» Al oír estas palabras, el penitente lanzó un gran grito, que marcó a la vez su asombro y su gratitud al Dios de las misericordias, y en el mismo momento cayó muerto. El santo Cura de Ars, que relata este hecho, añade que el alma del pecador arrepentido subió directamente al cielo.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.