La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
El Conde de Stolberg, famoso escritor, se convirtió al catolicismo en 1800. Uno de sus amigos protestantes le dijo: «No me gustan los que dejan la religión de sus padres. – Yo tampoco», respondió Stolberg con gran acierto, «pues si mis antepasados no hubieran desertado de la fe de sus padres, no me habría visto obligado a volver a la Iglesia católica.»
Una mujer protestante le dijo una vez a una señora convertida: «Quiero morir en la fe de mis padres. – Y yo», respondió el otro, «quiero morir en la religión de mis antepasados».
Un embajador francés en Inglaterra cayó gravemente enfermo. Un amigo que vino a verle señaló que iba a ser enterrado entre protestantes. Pero el embajador contestó: «Harán mi tumba un poco más profunda, y yaceré entre mis hermanos católicos». (Hasta 1535 Inglaterra era católica).
La misma historia se cuenta del cardenal Commendone, que viajaba en 1560 a Alemania como legado del Papa para hacer las convocatorias del Concilio de Trento. En Berlín, fue invitado a la mesa del Elector, y uno de los invitados se tomó la libertad de burlarse de él observando que sería muy desagradable para él si muriera en la madre patria de la herejía. Imperturbable, el cardenal contestó: «Usted cavará más profundo y yo me acostaré en suelo católico.
Hay muchas almas muy buenas en las distintas Iglesias. Estas personas nacidas en el error no son culpables de él y forman parte del alma de la Iglesia. Dios, que ve la sinceridad de los corazones, da a cada uno según sus obras.
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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