Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Jesucristo llama a la puerta de nuestro corazón.

Pío IX y el pintor.

El Papa Pío IX (+ 1878) caminaba un día solo por los pasillos del Vaticano. En una de ellas se fijó en un desconocido que miraba como extasiado un hermoso cuadro de Rafael. El Papa se detuvo y observó al hombre que parecía ser un artista. El joven vio al Papa e hizo una profunda reverencia. El Santo Padre le dijo con una sonrisa: «Sin duda eres pintor, hijo mío…». La respuesta dejó claro a Pío IX que había venido a Roma para perfeccionar sus habilidades pictóricas, pero que no podía permitirse ingresar en la Academia de Bellas Artes. El Papa prometió pagar él mismo sus estudios. El joven respondió con temor: «¡Pero, Santidad, yo soy protestante! – Eso no importa –dijo el Santo Padre con una sonrisa benévola–, la Academia de Bellas Artes no te rechazará por eso.

Pío IX y el judío.

Pío IX iba un día en un carruaje a las afueras de Roma cuando vio a un viejo judío que había caído inconsciente al borde del camino. El Papa detuvo inmediatamente su carruaje, se bajó, se acercó al pobre hombre, le preguntó qué le había pasado y por qué lo habían dejado en ese estado. Le dijeron: «Sólo es un viejo judío. Estas duras palabras dolieron a Pío IX, quien hizo que el judío fuera relevado, colocado en su carruaje, y lo hizo llevar a su casa. Cuando regresó a su palacio, envió a su propio médico a la casa del pobre judío.

No es cristiano negar la ayuda al prójimo porque no es de la misma religión o nacionalidad.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.