La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Por circunstancias providenciales, el Padre Mateo Crawley-Boevey se encontró junto a la cama de un periodista impío, blasfemo hasta el punto de que su obispo se vio obligado a excomulgarlo.
«Amigo mío, dijo el sacerdote, estás muy enfermo, y sin embargo tu alma está aún más enferma que tu cuerpo. Tienes un abismo en el fondo de tu alma que ni siquiera el cielo puede llenar. ¡Te falta Jesucristo! – No digas ese nombre delante de mí, no hables de Él», respondió el enfermo con un gesto de desesperación. «¿No sabes quién soy? – Sé quién eres. – ¿No sabes que soy el director de un pésimo periódico? – Lo sé, señor. – ¿Y sabes también que cuando escribo mis artículos tengo una teología sobre la mesa para buscar material para blasfemar, y un crucifijo delante para insultar a la cara? – Yo sé todo esto, y es Jesucristo quien me ha enviado para ofrecerte tranquilidad y felicidad. – ¿Y Jesucristo te envió a pesar de eso? – No a pesar de ello, sino a causa de ello. Vengo de parte de Él para decirte que te ama y que sólo espera una palabra tuya para perdonar y olvidar todo».
Una terrible lucha comenzó en el corazón de este hombre tan culpable. Después de un cuarto de hora, cae sollozando en los brazos del Padre y se confiesa. Sufrió seis meses de gran dolor a raíz del cáncer. Recibía la comunión todos los días. Feliz en sus sufrimientos decía: «Gracias, Corazón de Jesús, que me libras del infierno por el cáncer».
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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