Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Nuestra Señora de la Asunción

Un misionero providencial.

El Padre de Smet se dirigía por el río Missouri hacia los pueblos nativos que debía evangelizar. Un joven fue llevado a bordo de su barco, peligrosamente enfermo y sufriendo mucho. Era un extraño; pero en su deplorable estado, necesitaba aún más un amigo y un consuelo. El misionero voló hacia él, lo estrechó entre sus brazos, se compadeció de él y le interrogó: «Padre -respondió el moribundo-, soy católico; Dios me ha dado la gracia de una educación cristiana, y toda mi vida he tenido una gran devoción a María. Desde hace seis años que viajo por las montañas, entre diferentes naciones, aún no he tenido la dicha de encontrarme con un sacerdote.» Y María le envió uno para administrar los últimos sacramentos, que recibió con excelentes disposiciones. Murió al día siguiente, dejando una nueva prueba del amor que la Santísima Virgen tiene por Sus siervos, de Su vigilancia maternal, y de la ayuda que presta, en el momento de la muerte, a los que La han amado durante su vida.

(Annales de la Propagation. Año 1838)

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.