Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Primer Domingo de Cuaresma – La tentación en el Desierto

Tentación de Jesús en el desierto
El diablo llevó a Jesús a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo, Le dijo: «Te daré todas estas cosas, si te prosternas delante de mí y me adoras.» Entonces Jesús le dijo: «¡Atrás! Satanás; porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás.»

Introito

Me invocará, y Yo le oiré: le libraré, y le glorificaré: le saciaré de una larga vida. Salmo: El que habita al abrigo del Altísimo, morará en la protección del Dios del cielo. Gloria al Padre.

Colecta

Oh Dios, que purificas Tu Iglesia todos los años con la observancia cuaresmal: haz que Tu familia manifieste con buenas obras lo que se esfuerza en alcanzar de Ti por la abstinencia. Por el Señor Jesucristo.

Epístola

Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Corintios.

Hermanos: Os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En el tiempo propicio te escuché, y te ayudé en el día de la salud. He aquí el tiempo propicio, he aquí el día de la salud. No ofendamos a nadie, para que no sea vituperado nuestro ministerio: antes portémonos en todo como ministros de Dios: en mucha paciencia, en las tribulaciones, en las necesidades, en las angustias, en los azotes, en las cárceles, en las sediciones, en los trabajos, en las vigilias, en los ayunos, en la castidad, en la ciencia, en la longanimidad, en la suavidad, en el Espíritu Santo, en la caridad no fingida, en la palabra de verdad, en la virtud de Dios, con las armas de la justicia en la diestra y en la siniestra, en la gloria y en la ignominia, en la fama y en la infamia; como seductores, pero siendo veraces: como ignorados, pero conocidos; como muriendo, pero he aquí que vivimos; como castigados, pero no muertos: como tristes, pero siempre alegres; como necesitados, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo.

Reflexión sobre la Epístola

La vida del hombre es una milicia. Este paso del Apóstol nos muestra la vida cristiana en otro aspecto muy diverso del que de ordinario se figura nuestra molicie. Para esquivar su alcance, fácilmente juzgaríamos que semejantes consejos apostólicos cuadrarían bien en los primeros tiempos de la Iglesia en que los fieles enfrentados sin cesar con las persecuciones y con la muerte, necesitaban algunos grados más de abnegación y de heroísmo. Ilusión grande sería sin embargo creer que todas las luchas del cristianismo han terminado. Queda siempre en pie la lucha con los demonios, con el mundo, con la carne y sangre, y por eso nos remite la Iglesia al desierto con Jesucristo para que aprendamos a pelear; allí comprenderemos ser la vida del hombre en la tierra una milicia y que si no luchamos siempre y con denuedo, esta vida que quisiéramos pasar en el sosiego acabará con nuestra derrota. Para ahorrarnos precisamente esta catástrofe, nos dice la Iglesia por boca del Apóstol: «He aquí llegado el tiempo aceptable; he aquí los días de salud.» Obremos en todo «como servidores de Dios»; y mantengámonos firmes hasta el fin de esta santa temporada. Dios vigila sobre nosotros como vigiló sobre Su Hijo en el desierto.

Gradual

Mandará Dios Sus Ángeles a ti, para que te custodien en todos tus caminos. Te llevarán en las manos, para que tu pie no choque con piedra alguna.

Tracto

El que habita al abrigo del Altísimo, morará en la protección del Dios del cielo. Dirá al Señor: Esperanza mía y refugio mío eres Tú: Dios mío, confiaré en Ti. Porque El me libró del lazo de los cazadores, y de la peste destructora. Te cubrirá con sus espaldas, y te cobijará bajo Sus alas. Te rodeará con el escudo de Su verdad: y no temerás los sobresaltos nocturnos. Desafiarás las flechas que vuelven de día, las emboscadas de la noche, las incursiones y razias del mediodía. Caerán mil a tu siniestra, y a tu derecha diez mil: mas a ti no te tocarán. Porque mandará Dios Sus Ángeles a ti, para que te custodien en todos tus caminos. Te llevarán en las manos, para que tu pie no choque con piedra alguna. Caminarás sobre el áspid y el basilisco, pisarás al león y al dragón. Puesto que confió en mí, yo le libraré: le protegeré, por haber invocado Mi nombre. Me llamará, y Yo le oiré: le acompañaré en la tribulación. Le libraré, y le glorificaré: le saciaré de larga vida, y le mostraré Mi salud.

Evangelio

Continuación del santo Evangelio según San Mateo.

En aquel tiempo Jesús fué llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. Acercándose el tentador, Le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se tornen panes. Y El, respondiendo, dijo: Escrito está: No de solo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces Le llevó el diablo a la ciudad santa, y Le puso sobre el pináculo del templo, y Le dijo: Si eres el Hijo de Dios, échate abajo. Porque escrito está: Mandará >Sus Ángeles a ti, y te tomarán en las manos, para que tu pie no tropiece en piedra alguna. Dijole Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios. El diablo Le transportó de nuevo a un monte muy elevado: y Le mostró todos los reinos del mundo, y su gloria, y Le dijo: Te daré todo esto, si, postrándote, me adorares. Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás. Porque escrito está: Adorarás al Señor, tu Dios, y a El solo servirás. Entonces Le dejó el diablo: y he aquí que se acercaron los Ángeles, y Le sirvieron.

Reflexión sobre el Evangelio

Compasión a Jesús. Admiremos la bondad inefable del Hijo de Dios, que no contentándose con expiar por la Cruz todos nuestros pecados, Se dignó, para alentarnos a hacer penitencia, imponerse un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches. No consintió que la justicia de Su Padre pudiera exigir de nosotros un sacrificio sin haberle ofrecido El antes en persona en circunstancias mil veces más austeras que cuantas puedan darse en nosotros. ¿Qué son nuestras obras de penitencia, tan a menudo regateadas a la justicia de Dios por nuestra supina cobardía, si las careamos con el rigor de este ayuno del Señor en la montaña? ¿Tendríamos cara todavía, para pretender dispensarnos esas leves satisfacciones con que el Señor Se dá por satisfecho, y que tan lejos están del castigo que merecen nuestras culpas? En lugar de lamentarnos de una ligera incomodidad, un trabajillo de algunos días, compadezcamos mas bien la cruel hambre que padece nuestro inocente Redentor durante esos interminables días y noches del desierto.

Confianza en la tentación.Con nuestras oraciónes y abnegación unámonos a los Ángeles leales que tras la retirada del príncipe de las tinieblas, se apresuraron a reparar las agotadas fuerzas del Redentor, ofreciéndole comida. ¡Qué tierna y finamente se conduelen de Sus divinos trabajos! ¡Cómo reparan en sus adoraciones el ultraje horrible de que Satanás se hace reo contra el soberano Señor de todo lo creado! ¡Cómo se quedan pasmados de admiración de tamaña caridad de un Dios que en Su amor al hombre parece olvidarse de Su augusta dignidad, para no pensar más que en las desgracias y necesidades de los hijos de Adán!

Comunión

El Señor te cubrirá con Sus espaldas, y te cobijará bajo Sus alas: te rodeará con el escudo de Su verdad. Restáurenos, Señor la santa libación de Tu Sacramento: y, purificándonos de nuestra vejez, háganos partícipes de Tu salvador Misterio. Por el Señor Jesucristo.

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En todas nuestras necesidades, imploremos a nuestra buena Madre del Cielo, que obra prodigios de gracia cada día en el lugar bendito de Lourdes, donde nos manifiesta Su amor de manera especial.

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.