Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Los siete Dones del Espíritu Santo

El don de la Sabiduría nos hace conocer, amar y saborear las verdades eternas.

El don del Entendimiento nos hace amar los misterios de la fe y penetrar en ellos tanto como puede hacerlo la debilidad humana.

El don del Consejo nos lleva a conducirnos con prudencia en medio de las tinieblas y los peligros de esta vida y a cumplir siempre la voluntad divina.

El don de la Fortaleza nos permite superar las tentaciones del demonio y las dificultades de la virtud. Nos llena de valor para enfrentarnos al mundo y profesar con valentía nuestra fe.

El don de la Ciencia sirve para convencernos de nuestra propia nada; para ver todas las cosas según la Mente de Dios; para despreciar las vanidades del mundo que nos alejan de Dios y ponen en peligro nuestra salvación eterna.

El don de Piedad nos lleva a amar el recogimiento, la oración, la contemplación y nos hace servir a Dios con alegría.

El don del Temor de Dios nos hace huir con horror de todo lo que pueda desagradar a Dios. Es el temor filial de un hijo que, por amor a su padre, busca hacerle honor y placer.

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.