Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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24º domingo después de Pentecostés – El grano de mostaza

Parábola del grano de mostaza
El cual grano es ciertamente la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es mayor que todas las legumbres, y se hace árbol.

Reflexión sobre la liturgia del día – de L’Année Liturgique, de Dom Prosper Guéranger

Introito

Dice el Señor: Yo pienso pensamientos de paz y no de afflicción: Me invocaréis, y Yo os escucharé: y os haré volver de vuestra cautividad en todos los lugares. – Salmo: Bendijiste, Señor, Tu tierra: redimiste la cautividad de Jacob. Gloria al Padre.

 

Oración

Suplicámoste, oh Dios omnipotente, hagas que, meditando siempre lo que es razonable, practiquemos con palabras y obras lo que a Ti agrada. Por el Señor Jesucristo.

Epístola

Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. (I, 1, 2-10)

Hermanos: Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo sin cesar memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos delante de Dios y de nuestro Padre de la obra de vuestra fe, y del trabajo, y de la caridad, y de la firmeza de vuestra esperanza en Nuestro Señor Jesucristo, sabiendo, hermanos, queridos de Dios, vuestra elección: porque nuestro Evangelio no os fue predicado sólo con palabras, sino también con poder y con el Espíritu Santo, y con plena convicción. Vosotros sabéis, en efecto, lo que fuimos entre vosotros, por amor vuestro. Y vosotros os hicisteis imitadores nuestros, y del Señor, recibiendo la palabra, en medio de muchas tribulaciones, con la alegría del Espíritu Santo: de tal modo, que os habéis convertido en modelo para todos los fieles de Macedonia y de Acaya. Porque no sólo ha sido divulgada por vosotros la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya, sino que también vuestra fe en Dios se ha hecho conocer en todo lugar, de suerte que no tenemos necesidad de hablaros de esto, pues ellos mismos nos refieren la acogida que tuvimos entre vosotros, y cómo os habéis convertido de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y para esperar la vuelta, desde los cielos, de Su Hijo Jesús (a quien El resucitó de entre los muertos), el cual nos libró de la ira venidera.

Gradual

Nos libraste, Señor, de los que nos afligían: y confundiste a los que nos odiaron. Nos gloriaremos en Dios todo el día, y alabaremos Tu nombre por los siglos. Aleluya, aleluya. Desde lo profundo clamo a Ti, Señor: Señor, escucha mi oración, Aleluya.

Evangelio

Continuación del santo Evangelio según San Mateo. (13, 31-35)

En aquel tiempo dijo Jesús a las turbas esta parábola: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que toma un hombre y lo siembra en su campo. El cual grano es ciertamente la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es mayor que todas las legumbres, y se hace árbol, de modo que los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas. Les dijo esta otra parábola: El reino de los cielos es semejante al fermento que toma una mujer y lo esconde en tres celemines de harina, hasta que la hace fermentar toda. Todo esto se lo dijo Jesús a las turbas en parábolas: y no les hablaba sin parábolas: para que se cumpliera lo dicho por el Profeta: Abriré Mi boca en parábolas, diré cosas ocultas desde la creación del mundo.

Reflexión sobre el Evangelio

El reino de los cielos del que habla el Salvador es Su Iglesia militante, la sociedad de los que creen en Él. Sin embargo, ese campo que Él ha cultivado con tanto cuidado está sembrado de cizaña, y las herejías se han colado, y los escándalos se están multiplicando: ¿debemos por tanto dudar de la previsión de Aquel que todo lo sabe, y sin cuyo permiso no ocurre nada? Lejos de nosotros. El mismo Maestro nos enseña que así debe ser. Al hombre se le ha dado la libertad del bien y del mal; le corresponde a él usarla, y a Dios hacer que todo se vuelva a Su gloria. Dejemos que la herejía se levante como una planta maldita, sabemos que llegará el día en que será arrancada; más de una vez incluso la veremos secarse en su propio tallo, esperando el día en que deba ser arrancada y arrojada al fuego. ¿Dónde están hoy las herejías que afligieron a la Iglesia en sus primeros años? ¿Dónde estarán dentro de cien años aquellos que, durante tres siglos, han causado tantos males bajo el hermoso nombre de reforma? Lo mismo ocurre con los escándalos que están surgiendo dentro de la propia Iglesia. Esta maleza es un azote; pero debemos ser probados. El padre de familia no quiere que esta hierba parasitaria sea arrancada, por miedo a dañar el trigo puro. ¿Por qué? Porque mezclar lo bueno y lo malo es un ejercicio útil para los primeros, enseñándoles a no depender del hombre, sino a elevarse más alto. ¿Por qué otra vez? Porque tal es la misericordia del Señor, que lo que es cizaña puede a veces, por gracia divina, transformarse en trigo.

Tengamos, pues, paciencia; pero como el enemigo sólo siembra la cizaña mientras los pastores del campo duermen, recemos por los pastores y pidamos a su Cabeza divina esa vigilancia que es la primera garantía de la salvación del rebaño, y que está significada, como su primera cualidad, por el nombre que la Iglesia les ha impuesto.

 

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