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A María, refugio de los pecadores
Oh Madre de Misericordia, considerad mi miseria y tened piedad de mí. Vos sois para todos nosotros el Refugio de los pecadores, la Esperanza de los desgraciados reducidos a la desesperación, el Auxilio de los abandonados: sed, pues, mi Refugio, mi Esperanza y mi Auxilio, para que me salvéis por Vuestra intercesión.
Por amor de Jesucristo, socorredme, tended la mano al desgraciado que, después de una caída, se confía a Vos para que le ayudéis a levantarse de nuevo.
Sé que, siempre que es posible, Os agrada acudir en ayuda de un pecador; ayudadme, pues, ahora que podéis hacerlo. He perdido tanto la gracia como mi alma por mis pecados; pero ahora me pongo en Vuestras manos; decidme lo que debo hacer para recobrar la gracia de mi Dios, y lo haré sin demora. Quiere que recurra a Vuestra misericordia, para que me ayudéis en el gran asunto de mi salvación, no sólo por los méritos de Vuestro Hijo, sino también por Vuestras oraciones. ¡Pues bien! Recurro a Vos; rogad por mí a Vuestro Divino Hijo, y mostrad todo el bien que hacéis a los que confían en Vos: Vuestro amor me da la esperanza de que seré escuchado.