Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Jesucristo llama a la puerta de nuestro corazón.

La dama del castillo y el albañil moribundo.

El canónigo Schmid cuenta la siguiente anécdota:

Una dama noble, que había perdido a sus padres, vivía en un suntuoso castillo y se enorgullecía de su origen noble. Un buen día, la hija de un pobre albañil llegó corriendo a la mansión y le dijo: «Señorita, mi padre se está muriendo; ha preguntado por usted, diciendo que tenía un secreto que revelarle.» La jovencita no fue. «¿Qué podría decirme ese patán?», pensó. Pero la muchacha volvió por segunda vez, diciendo que su padre había sido encargado en una ocasión de sellar un escondite donde la difunta dama del castillo había depositado considerables tesoros para mantenerlos alejados del enemigo. Debía indicar el lugar cuando la joven heredera tuviera 20 años, pero viendo que su fin estaba cerca, le gustaría confiarle el secreto antes de morir. Al oír estas palabras, la noble dama se dirigió apresuradamente al albañil; pero cuando llegó, éste acababa de expirar, llevándose su secreto a la tumba.

Demasiados cristianos practican la misma forma de actuar con el buen Dios. Les importa poco la gracia, sobre todo cuando Dios utiliza medios ordinarios para convertirlos. Para muchos de ellos, llegará el momento en que, a pesar de su arrepentimiento, no podrán volver a Dios.

Un epitafio singular.

En un cementerio se escribió la siguiente inscripción: «Aquí yace el Sr. N., muerto a la edad de 90 años, después de haber vivido tres años». Un viajero, que no entendía el significado de este singular epitafio, preguntó al sepulturero, quien respondió: «Este hombre fue un impío hasta sus ochenta y siete años. Vivió la verdadera vida, que es la vida de la gracia, sólo en los últimos tres años. Por eso pidió que se grabara este epitafio en su tumba».

Muchos cristianos tienen la vida del cuerpo pero ya no poseen la del alma. Les falta la gracia santificante, que es la única que produce y sostiene la vida del alma.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.