Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Notre Dame du Laus

Origen de la palabra «rosario»

Los antiguos pueblos de Oriente tenían la costumbre de ofrecer coronas de rosas a las personas distinguidas, y los primeros cristianos se complacían en honrar de este modo las imágenes de la Santísima Virgen y las reliquias de los mártires.

Un ilustre obispo, San Gregorio de Nacianzo, lleno de piedad hacia la Madre de Dios Salvador, se inspiró para sustituir la corona material de rosas por una corona espiritual de oraciones, convencido de que sería más agradable a la Santísima Reina de la Iglesia. Para ello compuso una larga serie o corona de oraciones, tejida con las más bellas alabanzas, los más gloriosos títulos y las más excelentes prerrogativas de María.

Santa Brígida, patrona de Irlanda, perfeccionó este piadoso pensamiento en el siglo V. Puso el pensamiento de San Gregorio al alcance de todos, sustituyendo las bellas oraciones que él había compuesto, pero que el pueblo no conocía, por las oraciones aún más bellas, y además todas populares, del Credo, el Pater y el Ave María. – Y para que uno pudiera saber, mediante una pista material, a qué atenerse en la recitación de estas oraciones, adoptó la costumbre de los anacoretas de la Tebaida, y ensartó granos de piedra o madera en forma de corona. – Rosario significa corona de rosas. Son rosas espirituales, oraciones llenas de amor con las que adornamos la cabeza de nuestra Madre.

El Rosario es, pues, un modo muy sencillo y fácil de rezar a Dios y de rendir a Su santa Madre los deberes que Le son debidos.

(Padre Huguet)

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Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.