La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Se dice que un alma santa, encendida por el amor de Dios y el deseo de Su gloria, a menudo gritaba:
«¡Ah, Dios mío, Dios mío, cómo desearía tener tantos corazones y tantas lenguas, como hojas hay en los árboles, átomos en el aire, gotas de agua en los grandes mares, para amarte y alabarte tanto como mereces! Oh, si tuviera en mi poder a todas las criaturas para ponerlas a Tus pies, para que todas se consumieran de amor por Ti, con tal de que yo mismo Te amara más que todas ellas juntas, más incluso que los ángeles, más que los santos, más que todo el Paraíso.» Un día en que se entregaba a estos santos transportes con el mayor ardor, oyó que el Señor le respondía: «Consuélate, hija Mía; por una sola misa que escucharás con devoción, Me darás toda la gloria que deseas, e infinitamente más.» ¿Quizás le sorprenda esta propuesta? Te equivocas. En efecto, siendo nuestro divino Salvador no sólo hombre, sino Dios verdadero y omnipotente, cuando Se digna abajarse en el altar, rinde a la adorable Trinidad, por este abajamiento divino, una gloria, un honor infinito; y en consecuencia, nosotros que concurrimos con Él en el augusto sacrificio, contribuimos también a rendir a Dios, por Su mediación, tributos, una gloria de precio infinito.
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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