Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Corazon Eucaristico de Jesus

Humildad y piedad de algunos reyes.

Santa Isabel de Hungría tenía el mayor deseo de oír misa, pero cuando asistía se quitaba la corona, se despojaba de los anillos de sus dedos y se despojaba de todos los ornamentos, se ponía de pie en presencia de los altares, cubierta con un velo, y en una actitud tan modesta que nunca se la veía volver los ojos a la derecha o a la izquierda. Esta sencillez y modestia agradó tanto a Dios que quiso mostrar Su satisfacción con ella mediante un signo llamativo. Durante la misa misma, la Santa se vio rodeada de una luz tan radiante que los ojos de los presentes quedaron deslumbrados y la tomaron por un ángel bajado del cielo. Aprovecha tan bello ejemplo, y si lo haces, ten por seguro que te harás agradable a Dios y a los hombres, y que tus sacrificios te reportarán inmensos beneficios en esta vida y en la otra.

El gran Constantino no se contentaba con oír misa todos los días en su palacio; incluso cuando marchaba a la cabeza de sus ejércitos y en medio de los campamentos, le seguía un altar portátil, y nunca dejaba de hacer celebrar los santos misterios. Fue su piedad la que le valió las notables victorias que obtuvo sobre sus enemigos. – Lothar, emperador de Alemania, observaba constantemente la misma práctica: en la guerra y en la paz, quería escuchar hasta tres misas diarias. – El piadoso rey de Inglaterra, Enrique III, también escuchaba tres misas diarias, para gran edificación de toda su corte. Su devoción fue recompensada por Dios, incluso temporalmente, con un reinado de cincuenta y seis años.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.