Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

La Sagrada Familia en oración

historia0707-Hay que evitar hablar mal de uno mismo

El abad Serapión recibió la visita de un monje que, a cada palabra, se llamaba a sí mismo pecador e indigno del hábito religioso que llevaba…

El santo abad quiso lavarle los pies, como era su costumbre con los monjes que no pertenecían a su comunidad. El monje no se lo permitió, protestando que más bien merecía ser pisoteado por todos los demás.

Entonces el abad Serapión lo sentó a la mesa y le ofreció comida. Mientras el monje comía, el abad se puso a hablarle con dulzura y caridad: «Hijo mío, le dijo, si quieres avanzar en la perfección religiosa, permanece tranquilo en tu celda, vigílate y haz tu trabajo manual. Todos esos viajes que haces de un monasterio a otro, tantas travesías en el desierto, no pueden contribuir a tu progreso espiritual. Dios no Se encuentra más fácilmente en cualquier lugar que en tu celda».

El monje, al oír estas palabras, tenía el corazón tan turbado que no pudo evitar mostrar su agitación. El abad Serapión, al percatarse de ello, le dijo: «Hermano mío, ¿qué es lo que veo? Hace un momento te declaraste un gran pecador, indigno de esta tierra que te soporta y del aire que respiras, y ahora, con motivo de una caritativa reprimenda que te hago sobre tus imperfecciones, me parece que estás todo alterado? Te equivocas, mi buen hermano. Si quieres practicar la humildad, no debes denunciar tus propios defectos. Debes esperar a que los demás te los reprochen; y cuando eso ocurra, tu deber es recibir esos reproches con tranquilidad, e incluso alegrarte de ellos en tu corazón.»

El monje, ante esta segunda reprimenda, abrió los ojos y distinguió de la falsa humildad aquella que tiene todos los caracteres de ésta y a la que está reservada la victoria sobre toda vanidad. Entonces empezó a pedir perdón al abad y volvió a vivir en la soledad de su celda.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.