Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Nuestra Senora de La Salette

La madre consolada.

La esposa de un hombre llamado Blasi, de Frascati, tenía un hijo al que estaba amamantando; habiéndolo llevado a la cama con ella, se quedó dormida y asfixió al niño. Cuando despertó, gritó de desesperación y dolor, pero volvió en sí y corrió al santuario de María: el niño muerto fue colocado en su altar; se llamó a los niños de las escuelas; el pueblo se unió a ellos y se rezó la Salve Regina ante la imagen de la Madre de las misericordias. El buen superior de las Escuelas Pías toma al niño en brazos, lo levanta, lo ofrece a María y lo vuelve a depositar en el altar; la gente reza, espera y guarda un respetuoso silencio: pero el afortunado niño comienza a removerse y a llorar; no sólo da señales de vida, sino que parece dar gracias a María y a Dios. ¿Quién puede describir la emoción, la alegría y las lágrimas de gratitud de toda la multitud, y la felicidad de la pobre madre al ver a su hijo resucitado? Lo dejo a vuestra imaginación, hijos de María; ¡tened siempre una confianza ilimitada y sin límites en Ella!

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.