Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Nuestra Senora de La Salette

Un acto de consagración a María escrito con la sangre de un mártir.

En marzo de 1851, un sacerdote francés, el padre Matha, misionero en China, acababa de administrar los sacramentos a una mujer moribunda, cuando cayó en manos de una tropa de idólatras, que lo agarraron, lo arrastraron al interior de una pagoda, lo desnudaron y, después de haberlo atado a uno de los postes del edificio, hicieron que un torturador le infligiera hasta cien golpes de vara. Cubierto de heridas, después de esta horrible tortura, al misionero sólo le quedaba un soplo de vida, cuando algunos cristianos consiguieron, a precio de dinero, desatarlo y llevárselo. Cuando sus cuidados lo revivieron un poco, el mártir, sintiendo sus heridas aún húmedas, mojó su pluma en ellas y dibujó, con su sangre, un último acto de consagración a la Santísima Virgen. Tiempo después, murió y dejó a Monseñor Guillemin, Vicario Apostólico de Cantón, el precioso papel, muestra de su heroico amor a María.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.