Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Nuestra Señora del Rosario

«¡Por el Ave María, el pecado será destruido!»

En un pueblo del Brabante valón, un hombre que se entregaba casi a diario a los mayores excesos de embriaguez y no cesaba de blasfemar, cayó enfermo después de haber permanecido algunos años sin acercarse a los sacramentos. Se intentó convertir a este desafortunado hombre, pero fue en vano. Cuando todos los esfuerzos fracasaron, se rezó el Rosario por él. Una persona interesada en la suerte de este pecador se dirigió a él, le instó por todos los medios, y no pudo obtener nada.

Finalmente, tras insistirle durante mucho tiempo, le dijo: «Sólo te pido una cosa y te dejaré en paz. Recita un Ave María conmigo». No se atrevió a pedir más.

El enfermo consintió, rezó el Ave María y se transformó al instante. Pidió un confesor, le confesó sus faltas, recibió los sacramentos con la más edificante piedad y murió con el mejor de los sentimientos. ¡Oh, el poder de la Salutación Angélica! Después de haber iniciado nuestra Redención, la continúa en todos los siglos por prodigios inauditos.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.