La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Un hereje había perdido a su querido hermano en medio de una fiesta, y no dejaba de recordar el repentino paso de la fiesta al ataúd. Su alma necesitaba tranquilidad; conocía toda la pureza que se requiere para el cielo, y en su culto protestante no encontraba ningún lugar intermedio entre los atrios celestiales y las profundidades del abismo. Para distraerlo, se le ordenó viajar, y el joven escocés llegó al continente. Un creyente que iba en el mismo barco que él no tardó en entablar una conversación con él, y muchos puntos de contacto unieron a los dos hombres. Cuando desembarcaron, se alojaron en el mismo hotel. Al cabo de unos días, el escocés reveló a su nuevo amigo católico aquello que tanto dolor había sembrado en sus jóvenes años: la muerte de su hermano y su preocupación por el destino eterno de quien tanto había amado. «Ah!» dijo un Día de los Muertos, «por amor a mi hermano adoptaré tu rito. Tu adoración hace posible que nos amemos después de la muerte; tus oraciones alejan el terrible silencio de la tumba. Todavía conversas con los que han dejado la vida; entre los límites del cielo y la tierra, Dios te ha revelado un lugar de expiación. ¡Quizá mi hermano esté allí! Me hago católico, para librarle de ello, para consolarme aquí abajo, para aliviarme de este peso que me oprime; este peso ya no lo tendré cuando pueda rezar.» Y cumplió su propósito.
LOCALIZACIÓN:
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CP 4478 Mont-Tremblant QC J8E 1A1 Canada
(819) 688-5225
(819) 688-6548
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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