La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
El arrianismo se había afianzado de forma extraordinaria en el norte de África, y el obispo arriano de Cartago, Cirilo, quiso ayudarlo aún más haciendo creer al pueblo que corroboraría esta doctrina con milagros. Llevó a un hombre a la ciudad y le dio 50 monedas de oro con la condición de que fingiera ser ciego y que, al cabo de unos días, pidiera al obispo del foro que le devolviera la vista. Así se hizo, y el obispo, tras convocar a todo el pueblo, exclamó: «Para demostrar que los arrianos tenemos la verdadera doctrina, devuelvo la vista a este ciego, en nombre de Dios.» Pero ¡qué decepción! Este hombre había perdido efectivamente la vista: empezó a gemir espantosamente, y contó el engaño del obispo, que por supuesto había desaparecido enseguida. El ciego se curó más tarde gracias a las oraciones y a la imposición de manos de San Eugenio, el fiel obispo de Cartago. Esto ocurrió en tiempos del rey arriano Trasimundo, sucesor del cruel Hunerico.
– Dios no permite que se realicen milagros como testimonio del error.
Las mesas giratorias.
Los espiritistas, o los llamados espiritistas, afirman poder comunicarse con los espíritus en sus reuniones. Estos son engaños del diablo. Satanás, que ha jurado la perdición del hombre desde su derrota en el paraíso terrenal, realiza maravillas mentirosas para perjudicar a los hombres. Un buen cristiano nunca debe consultar a los adivinos, y mucho menos recurrir a la brujería para obtener ventajas terrenales o perjudicar a otros, pues esto conduce infaliblemente a la pérdida eterna.
– Hay falsos milagros que sólo son ilusiones o engaños.
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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