Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Para el Buen Pastor de la Iglesia

Para el Buen Pastor de la Iglesia

Fue sobre Pedro que Jesús fundó Su Iglesia. A él le confió las llaves de Su Reino, con el poder de atar y desatar. Fue a Pedro a quien Jesús le hizo esta solemne promesa: «Las puertas del infierno no prevalecerán contra Mi Iglesia».
Señor Jesús, que sois un solo Dios con el Padre y el Espíritu Santo; que sois la única e invisible Cabeza de la Iglesia; que, entre Vuestros apóstoles, elegisteis a San Pedro para ser el único Pastor de Vuestras ovejas, y que deseaba tener como único Vicario en la tierra al Pontífice de Vuestra Iglesia, al que todo cristiano debe dirigirse con sumisión y amor; Os ruego, Señor, que protejáis a nuestro amado Pontífice, que lo defendáis de sus enemigos, que lo colméis de Vuestras gracias y que lo mantengáis en Vuestra Iglesia. Que nos lleve, oh Dios mío, a seguirle por el camino de la verdadera religión; y que los débiles méritos de nuestra fe reciban un feliz incremento cada día gracias a él, para que, como ovejas fieles, lleguemos felices al redil celestial después de nuestro primer Pastor. Amén.
La pesca milagrosa

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En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.